Los psicólogos sociales Jonathan Haidt y Jean M. Twenge, publicaron recientemente en The New York Times un informe en el que ponen en evidencia que si bien la pandemia del Covid19, aumentó significativamente los niveles de depresión y ansiedad especialmente en jóvenes y adolescentes, el origen de la masificación de este fenómeno inició una década atrás, posiblemente como consecuencia de la masificación de las aplicaciones sociales móviles.
¿Qué tan responsables son los Medios Sociales y los móviles del aumento de la depresión en jóvenes?
Sin duda la Pandemia del Covid19, es el fenómeno social de mayor impacto que hayamos presenciado los humanos que habitamos en la actualidad este planeta, constituyéndose en un factor evidente de aumento en el número de enfermedades mentales y afectaciones sicológicas, posiblemente por la incertidumbre frente al futuro, por el impacto del confinamiento, por la disminución en los encuentros presenciales y en muchos casos la disminución en los ingresos económicos.
Pero si bien la pandemia es un detonante importante de las patologías siquiátricas, el aumento de la depresión en menores de edad en los Estados Unidos y Europa, no es un fenómeno reciente, sino que lleva un crecimiento progresivo de más de una década, por lo que existe un factor mucho más determinante y peligroso.
Los psicólogos sociales, Jonathan Haidt y Jean M. Twenge identificaron que las tasas de depresión, soledad, autolesiones y suicidio de los adolescentes, empezaron a aumentar de manera drástica en Estados Unidos a partir del año 2012, especialmente en la denominada generación Z, es decir los nacidos después de 1996[1].
Inicialmente los expertos académicos trataron de identificar factores externos, como el clima político o la realidad económica, sin embargo, para aquel momento la economía estadounidense mejoraba de modo constante durante esos años, por lo que no podían atribuirse esa situación a los problemas económicos derivados de la gran recesión de 2008. Y tampoco lograron encontrar explicación en cualquier otro acontecimiento que pudieran culpar, con excepción de un desarrollo tecnológico en particular[2].
Las investigaciones de los psicólogos sociales coincidieron en afirmar que el matrimonio entre dispositivos móviles y medios sociales, se convirtió en un detonante de afectación significativamente el cerebro de los niños, jóvenes y adolescentes, propiciando comportamientos adictivos y polarizantes.
La responsabilidad de Facebook y otros medios sociales
Una investigación previa, publicada anteriormente también por The Wall Street Journal, titulado “Facebook Executives Shut Down Efforts to Make the Site Less Divisive”[6], denunció que Facebook tenía pruebas de que sus algoritmos polarizan y enfrentan a los usuarios, pero sus directivos descartaron soluciones al considerar que la polarización aumenta notablemente el uso del medio social.
El informe, resultado de una auditoría interna, concluyó que los algoritmos de la red social“ explota la atracción del cerebro humano hacia la confrontación”. Esta investigación surgió como respuesta al escándalo Cambridge Analítica, y sus investigadores determinaron que los algoritmos de la red social estaban logrando el efecto contrario a su propósito original: conectar al mundo.
Los análisis de Jonathan Haidt y Jean M. Twenge apunta a que la estrategia de Facebook de aumentar la atención de los usuarios, manipulando la mente humana, podría ser la génesis de muchos de los problemas de salud mental que afrontan los jóvenes en Estados Unidos, máxime que Instagram pertenece a este mismo conglomerado.
Los Medios Sociales deben ser tratados como un tema de salud pública
Para el académico y experto en economía de la atención: Bruno Patiño, quien es autor del libro “La civilización de la memoria de pez, un pequeño tratado sobre la economía de la atención[8]”, la mezcla de tres factores son los mayores desencadenantes en los problemas de atención y salud mental de los menores de edad:
Patiño afirma que en ese momento:
Por su parte Jonathan Haidt y Jean M. Twenge, consideran que el impacto incluso va más allá de un problema de depresión y ansiedad, y se convierte en un verdadero problema de salud público que incluso afecta las relaciones y las interacciones sociales de forma significativa:
Un problema que preocupa a los Expertos
Neurólogos, Siquiatras, Sociólogos y Psicólogos alrededor del mundo, han expresado su preocupación sobre el impacto del uso indebido e indiscriminado de algoritmos por parte de compañías como Facebook y su impacto en la salud mental de las personas.
Para la Siquiatra Marian Rojas, Facebook e Instagram son una “Droga y los Likes son Chispazos de Dopamina” y por consiguiente los medios sociales deberían ser tratados como tal.
Las redes sociales y la cocaína están reguladas por la misma hormona, la dopamina, que te da placer, pero te genera adicciones. Los «likes» son micro chispazos de dopamina. Las redes están constantemente enviándonos noticias de lo que sucede en el mundo, y eso hace que, por nuestro instinto de supervivencia, vivamos siempre alerta…
Por otro lado, los Psicólogos sociales Jonathan Haidt y Jean M. Twenge, consideran, que si bien los Medios sociales podrían dar la percepción de que cada vez estamos mas conectados, en realidad el fenómeno es equiparable con la paradoja de la alimentación y el consumo de las calorías vacías, es decir que no necesariamente existen más relaciones funcionales, sino por el contrario, un profundo vacío en el proceso de socialización de los adolescentes y jóvenes.
En Conclusión, La explosiva mezcla de Móviles, Medios Sociales, Grandes Corporaciones con poca ética, la economía de la atención, el creciente mercado de la publicidad digital, el desarrollo y masificación de los Smartphones, la Inteligencia Artificial, el comercio de datos privados y la ambición de personajes como Mark Zuckerberg, han convertido a los medios sociales y los contenidos digitales, en una especie de agujero negro que absorbe cantidades insanas de la atención humana, utilizando la dopamina como estímulo neuronal de la misma forma en que lo hacen las drogas sintéticas, desencadenando graves patologías mentales, especialmente en los niños, jóvenes y adolescentes.
Muchos Psicólogos sociales como Jonathan Haidt y Jean M. Twenge, creen que los teléfonos inteligentes y los medios sociales no solo afectan a los individuos, sino también a los grupos sociales, provocando serias consecuencias que van desde la salud mental, pasando por el riesgo de una interferencia en las interacciones sociales que afecte el relacionamiento de las futuras generaciones y la coexistencia funcional de la especie misma, convirtiendo este preocupante fenómeno en otro tipo de pandemia social, que requiere urgente atención de las autoridades sanitarias y de telecomunicaciones alrededor del mundo.