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Mosul, una ciudad fantasma en manos del Estado Islámico

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Mosul (Irak) – Como si de una ciudad fantasma se tratase, Mosul es un melancólico cuadro de barrios vacíos y silencio, que de vez en cuando se ve interrumpido por los bombardeos de la aviación iraquí que intenta recuperar el terreno.
 

Bajo el dominio del Estado Islámico (EI), la vida en Mosul se ha transformado en un infierno indescriptible en medio de un conflicto que no tiene visos de encontrar un final inmediato.

El pasado 10 de junio, las fuerzas de seguridad se retiraron de Mosul dejando ese territorio en manos de los combatientes de ese grupo radical, que el domingo pasado declaró la creación de un «califato islámico» desde la provincia siria de Alepo (norte) a la iraquí de Diyala (este).

El Gobierno iraquí impuso un bloqueo económico sobre la ciudad, con un corte total de la energía eléctrica desde hace más de una semana y la paralización del comercio por la falta de combustible.

La ciudad recibe frecuentes ataques aéreos de aviones de guerra iraquíes, que lanzan barriles de explosivos contra la insurgencia, lo que ha causado grandes destrozos y ha alterado la cotidianeidad de la sociedad civil.

En una entrevista a Efe en la ciudad de Al Qosh, Ethil Al Nuyaifi, gobernador de la provincia septentrional de Nínive, cuya capital es Mosul, destaca los cortes de energía y la escasez de productos básicos, medicamentos y suministros en los hospitales locales.

El bombeo de agua aún llega a Mosul, pero en los próximos días podría haber problemas de suministro por la falta de combustible, que ha paralizado la ciudad.

«La situación en Mosul se dirige hacia lo peor, en un contexto de incapacidad gubernamental desde Bagdad para dar soluciones reales. Nosotros creemos que el problema no puede solucionarse por lo militar, sobre todo por la mala reputación del Ejército», explica Al Nuyaifi.

Y es que la desbandada de las tropas iraquíes ante la ofensiva suní ha decepcionado a los residentes de Mosul.

«Hay mucha más ingenuidad de la que nos podamos imaginar entre los combatientes del EI», advierte el gobernador, que considera «increíble» que el jefe del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, obligue a todos los musulmanes a obedecerle al autoproclamarse califa.

Al Nuyaifi ironiza con ese intento del EI de legitimarse anunciando un califato al mismo tiempo que arresta a aquellos que no lo aceptan.

Esas detenciones, sostiene, son «un nuevo fracaso junto a su nula capacidad de ofrecer servicios básicos a los ciudadanos».

A pesar de que en la ciudad también hay una importante falta de servicios básicos, muchos ciudadanos de Mosul que se desplazaron al inicio del conflicto se han visto obligados a regresar a sus casas por las duras condiciones de vida.

Entre los civiles existe, además, un sentimiento de rechazo hacia el Ejército, después de que «les haya traicionado dejándolos presos en manos de los despiadados», asegura a Efe el escritor de Mosul Husein Alcaki.

Para Alcaki, el Gobierno prometió a la gente una solución rápida y que el Ejército iba a recuperar la ciudad «en cuestión de días», pero ya llevan más de tres semanas sin controlar «ni un solo metro de territorio».

La pobreza en Mosul, recuerda, alcanza al 70 % de la población, un indicador serio que explica por qué muchos jóvenes de la ciudad decidieron unirse a los combatientes del EI, consiguiendo un salario mensual a cambio de su participación en los combates.

En este sentido, Ahmed Hashem, de 55 años, advierte de que la festividad de Ramadán este año se celebra en una situación «trágica y de bloqueo».

Pasear por las calles de Mosul ya no es lo que era. Antes, la muchedumbre se cruzaba y se saludaba, los cafés estaban llenos y las puertas de los hogares, abiertas a los familiares que entraban y salían.

Ahora, en cambio, para escuchar algo de vida hay que acercarse a las ventanas de alguna casa y oír los gritos de los niños que ya no pueden salir a jugar a la calle.

Los cafés tuvieron que cerrar sus puertas por orden del EI, que impuso una interpretación radical de la ley islámica y prohibió el alcohol y el tabaco, así como obligó a las mujeres a usar vestimentas que ocultan todo su cuerpo y cara.

Los juegos populares, como las cartas o el ajedrez, solían ser el entretenimiento de muchos durante las largas noches del Ramadán, pero también fueron prohibidos por el EI.

Los funcionarios no han recibido aún sus salarios ni los jubilados su pensión, que es la única fuente de ingresos para un gran segmento de la población de esa ciudad.

La indignación y la desesperación se refleja en el rostro de los residentes de Mosul, muchos de los cuales no soportan la trágica situación y el deterioro que sufre su ciudad.

Lo único que permanece intacto es su bosque de ensueño con vistas al río Tigris, que estos días es un paraíso deshabitado bajo las altas temperaturas del verano.


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