Morett es una de las tres mujeres rescatadas con heridas por el Ejército ecuatoriano, luego del operativo colombiano a la base rebelde, el pasado 1 de marzo, en el que murieron una veintena de personas, entre ellos el portavoz internacional de las FARC, «Raúl Reyes».
A los estudiantes de la Universidad Autónoma de México (UNAM), «les quiero agradecer profundamente, porque sé que ellos también sienten en carne propia lo que me está pasando a mí, lo que les pasó a mis compañeros que murieron, que fueron masacrados», asegura en el video grabado desde su cama en el Hospital Militar de Quito.
«Quiero agradecerles, pero también decirles que no se cansen en esta lucha hasta que se haga justicia, hasta que podamos poner una lápida digna sobre nuestros muertos», agregó la sobreviviente del ataque, en el que murieron también, al menos, otros tres mexicanos.
Morett relata que llegó a Quito con otros cuatro compañeros suyos de la UNAM para «hacer un poco de turismo» y «conocer sobre la realidad ecuatoriana».
El grupo de mexicanos también participó en el II Congreso Continental Bolivariano, que se efectuó en la capital ecuatoriana a finales de febrero y donde conocieron contactos que ofrecían llevarles a un campamento de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Morett dijo que no se resistió a la posibilidad de conocer un campamento guerrillero, por lo que el 28 de febrero emprendió el viaje hacia la provincia de Sucumbíos, con el ánimo de hacer una investigación de base para su tesis de licenciatura.
«Nosotros salimos de aquí (Quito) el 28 de febrero por la noche y llegamos al campamento el 29, como a las cinco y media o seis de la tarde, cuando empezaba a oscurecer», relata en el vídeo.
«Solo saludamos a un par de personas en el campamento, que nos dieron de cenar y nos indicaron el lugar donde dormiríamos, y así lo hicimos. Yo estaba dormida y lo que me despertaron fueron las bombas, fue un bombardeo muy grande, muchas, muchas bombas», agrega.
«Desde el primer momento me sentí herida y quise moverme del lugar, pero no pude, porque no podía caminar, entonces me arrastre un poco, pero me di cuenta que estaba sangrando, que realmente no podía apoyar los pies para levantarme», cuenta la mexicana.
Luego de la primera oleada de bombas, dice Morett, «hubo un periodo de una aparente calma», pero tres horas después hubo otro bombardeo.
Después «llegaron personas disparando. Yo alcance a ver mucho fuego y oí gente que contaba muertos, gente que gritaba y que decía ‘estoy herido, estoy herido, ayuda'».
Asimismo, cuenta que había otra gente que decía, ante el pedido de ayuda, «denle bala, denle bala» y se escuchaban disparos, por lo que «pensé que me iban a matar».
«Somos del Ejército colombiano, le estamos apuntando tres, si intenta cualquier cosa la matamos. Yo no me moví y solo de reojo alcance a ver que una persona me apuntaba con un arma grande; me dijeron que me iban a brindar mis primeros auxilios, pero que necesitaban esposarme las manos».
«Me preguntaron dónde estaba mi arma, yo les respondí que no tenía arma, que era civil». asegura Morett y dice que luego la llevaron junto a otra mujer colombiana, también herida.
El volar de helicópteros de Ecuador ahuyentó a los soldados colombianos y luego llegaron los ecuatorianos, con quienes permaneció otra noche en el sitio, porque la nave no pudo aterrizar.
Al día siguiente, las dos heridas, junto con otra colombiana rescatada de otra zona, fueron trasladadas al hospital de las Fuerzas Armadas, en Quito, donde aún reciben asistencia médica.