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Más secuestros masivos en Nigeria una década después del rapto de las niñas de Chibok

Lagos/Nairobi – Diez años después del secuestro de 276 niñas por yihadistas en una escuela del noreste de Nigeria, en la aldea de Chibok, el recuerdo sigue conmocionando a la sociedad nigeriana mientras aumentan los raptos masivos en el país.

«Nuestro mundo se ha desmoronado. Desde el secuestro de Ella, las cosas no han vuelto a ser lo mismo en la familia», declaró a EFE Jospeh Ibrahim, tío de una de las alumnas secuestradas por el grupo yihadista Boko Haram ese fatídico 14 de abril de 2014, al cumplirse este domingo el décimo aniversario del suceso.

Aunque estos hechos despertaron entonces el repudio internacional, bajo una campaña bautizada como «Bring Back Our Girls» (BBOG, «Traed de vuelta a nuestras chicas») que contó con el apoyo de personalidades como la ahora ex primera dama estadounidense Michelle Obama, pocos resultados ha dado ese impulso una década después.

El riesgo de secuestro para los estudiantes y los nigerianos en general no ha hecho más que crecer ante una ineficiente respuesta del Gobierno y las fuerzas de seguridad.

 Un fenómeno nacional  

La lista es interminable: cerca de 140 estudiantes raptados en el estado de Kaduna (centro) el pasado 7 de marzo; más de 80 personas, la mayoría niños, secuestradas en el estado de Zamfara (noroeste) el 7 de abril de 2023; unos 330 alumnos de secundaria tomados cautivos el 11 de diciembre de 2020 en Katsina (norte).

De hecho, según la consultoría de seguridad SBM Intelligence, entre julio de 2022 y julio de 2023, al menos 3.620 personas fueron secuestradas en el país.

Este fenómeno no es nuevo en la historia de Nigeria. En los años noventa, grupos armados en el delta del río Níger (sur), una zona rica en petróleo, ya raptaban a trabajadores extranjeros para protestar contra la contaminación y la pobreza en la zona.

En la última década, sin embargo, el norte del país se ha convertido en el escenario habitual de secuestros por los que se piden cuantiosos rescates.

La suma solicitada alcanzó los 5.000 millones de nairas (casi cuatro millones de euros) entre julio de 2022 y julio de 2023, si bien los pagos verificados fueron sólo de un 6 % de esa cantidad (unos 236.000 euros), según SBM Intelligence.

Nnamdi Obasi, experto del laboratorio de ideas International Crisis Group (ICG), explicó a EFE que los secuestros «se han convertido en un fenómeno a nivel nacional», si bien ni los autores ni sus objetivos son siempre los mismos.

Mientras en el noreste, Boko Haram y su escisión, el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (ISWAP, en inglés), secuestran como modo de reclutamiento o para conseguir esposas para sus miembros, las redes criminales de los conocidos como «bandidos» del noroeste persiguen tan sólo objetivos económicos.

Estos grupos, originalmente formados por pastores nómadas de la etnia fulani pero integrados ahora por diferentes comunidades, también imponen impuestos sobre cultivos y minas de oro.

Recursos insuficientes

A pesar de las repetidas promesas del Gobierno nigeriano para atajar el problema, «el número de efectivos de seguridad es muy bajo y los recursos con los que trabajan son deficientes», lamentó Obasi.

 Mientras las autoridades de algunos estados nigerianos han tratado sin éxito de impulsar negociaciones o amnistías, el Gobierno ilegalizó en 2022 el pago de rescates, algo que no impide a las desesperadas familias recaudar como pueden dinero para liberar a sus seres queridos.

El dominio por parte de los bandidos del noroeste de Nigeria no sólo pone en riesgo una región que funciona como granero del país, sino que agrava los altos niveles de analfabetismo registrados allí.

«Los padres no quieren correr el riesgo de llevar a sus hijos a la escuela «, donde podrían ser secuestrados, explicó a EFE Allen Manasseh, un activista de Chibok y miembro de la campaña BBOG.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, la Ciencia y la Educación (Unesco), uno de cada tres niños en Nigeria -o unos 20 millones- no están escolarizados, una de las mayores cifras del mundo.

Entretanto, cerca de cien de las niñas de Chibok siguen desaparecidas y las familias acusan al Gobierno nigeriano de no haber hecho lo suficiente, aunque dicen no haber perdido la «esperanza», según una carta enviada hace unos días a la primera dama del país, Oluremi Tinubu, esposa del presidente Bola Tinubu.

«Estamos atormentados por los recuerdos de esa noche en la que nos quitaron a nuestras niñas (…). Le pedimos que use su influencia y su altavoz para garantizar que el sufrimiento de las niñas de Chibok no se olvide», escribieron las familias.

En un comunicado que publican este domingo medos locales, la Asociación Cristiana de Nigeria (CAN), que agrupa a las diferentes iglesias del país, trasladó su «exigencia inquebrantable al Gobierno de que intensifique sus esfuerzos y adopte medidas decisivas para rescatar a las niñas que aún permanecen como rehenes». EFE

(vc)

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