Maruni, una empresa que cambió la imagen de Hiroshima con su emblemática silla

Hiroshima (Japón).- Es imposible pensar en la ciudad japonesa de Hiroshima sin rememorar el horror vivido por el bombardeo atómico, sin embargo, algunas empresas locales como Maruni han querido actualizar este terrible legado y asociar esta ciudad del oeste de Japón con el diseño y la artesanía.

Fundada en 1928 en el barrio de Saeki, de la ciudad de Hiroshima, esta empresa jugó un importante rol durante la Segunda Guerra Mundial, un papel que trató de dejar atrás al producir años después la emblemática silla «Hiroshima», todo un clásico del diseño industrial que trata de poner en valor la ciudad en la que tiene origen.

«Nuestro fundador acuñó el concepto de la ‘industrialización de la artesanía’. Buscamos un balance entre la mecanización y mantener el arte de los artesanos, así respetamos el trabajo a mano e intentamos diferenciarnos del resto de empresas», explica en una entrevista con EFE Takeshi Yamanaka, actual presidente de la empresa.

A pesar de sus inicios en la construcción de templos y santuarios, Maruni fue designada en los años 30 como una fábrica de munición para apoyar los esfuerzos japoneses durante el conflicto bélico, una obligación por la que pasaron muchas empresas niponas.

«Hacia el final de la guerra, incluso las aletas traseras y los tanques de combustible de los aviones de combate estaban hechos de madera, lo que muestra lo duro que fue el conflicto», continúa Yamanaka, quien explica que, como la mayoría de los hombres estaban en el campo de batalla, eran las mujeres las que trabajaban en las fábricas.

DE HIROSHIMA AL MUNDO

En 2008, el diseñador Naoto Fukasawa creó la que se convertiría en la silla más emblemática para la empresa, la conocida como «Hiroshima», que gracias a su diseño simple y comodidad la han convertido en todo un ejemplo de diseño industrial y llevado a hogares, oficinas, hoteles y restaurantes de medio mundo.

En la sede de Apple, esta lujosa silla, que cuesta entre 800 y 1.500 euros dependiendo del acabado, ocupa su cafetería, y fue el asiento elegido para la reunión de líderes del G7 celebrada el pasado mayo en Hiroshima.

«Cuando le pusimos nombre a la silla a algunos les preocupaba que el nombre de Hiroshima pudiera evocar una imagen negativa del trágico pasado de la guerra, pero ahora siento que ningún otro nombre podría ser tan bueno como este», añade Yamanaka.

Según su presidente, Maruni se enfrenta a los mismos problemas que el resto de las fabricantes de muebles del mundo, tratando de mantener altos estándares de calidad en un sector muy competitivo por las grandes empresas que producen en masa y con ajustados costes de producción.

«Gracias al nombre de la silla, sin embargo, se ha incrementado el número de jóvenes de todo Japón que quieren venir a esta prefectura con ganas de aprender el oficio», añade Yamanaka, quien también quiere incorporar a más mujeres artesanas en este proceso, ya que considera que su trabajo suele ser «más minucioso».

Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.

Ambas ciudades fueron marcadas por este estigma, sobre todo en el caso de la primera, una lacra que afectó no solo a sus supervivientes, conocidos como «hibakusha», sino también a sus productos y empresas durante décadas.

«Nada me haría más feliz que ver el nombre de Hiroshima, una ciudad de paz, reconocida en todo el mundo con esta silla. Si alguien, en algún lugar, usando esta silla, pensara en Hiroshima y la paz, seríamos muy felices», concluye Yamanaka. EFE

(ir)

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