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Lucy Ondina, teatrista hondureña cumple 97 años declamando poemas de Lorca

Tegucigalpa.- Cumplir 97 años con una mente lúcida, tanto como para amanecer declamando «Verde que te quiero verde», de Federico García Lorca, es todo un arte, y eso hizo en su reciente cumpleaños la teatrista hondureña Lucy Ondina Matamoros, quien nació el 6 de agosto de 1925 en La Ceiba, en el Caribe de su país.

Aunque agobiada por algunas dolencias propias de su edad, Lucy Ondina cumplió sus 97 años abrazada por familiares cercanos y un pequeño grupo de amigos, a los que sorprendió en varios momentos al declamar fragmentos cortos de poemas de Federico García Lorca, Nicolás Guillén, Roque Dalton y el hondureño José Adán Castelar.

«No solo yo disfruto de la belleza de este amanecer… y seremos pocos, muy pocos, los que podremos disfrutar de este amanecer, si no nos unimos para siempre dándonos la palabra y las manos, para que todo amanecer nos pertenezca», recitó también Lucy Ondina, recordando a su amigo José Adán Castelar, ya fallecido.

Lucy Ondina se retiró de los escenarios hace tres años, con un recital de poesía, lo que durante muchos años alternó con el teatro.

HA CONJUGADO EL ARTE CON SU COMPROMISO POLÍTICO

«Quienes la conocemos sabemos bien que la ideas se atropellan en su cabeza, y que, entre sus muchos deseos, tiene pendiente repasar los poemas de Lorca», dijo a Efe la periodista Lucila Funes, sobrina de Lucy Ondina.

Lucila recordó que Lucy Ondina ha conjugado siempre el arte con las exigencias de la vida diaria y su compromiso político.

«De paso apresurado y con mil ideas a flor de labios, la recuerdo cuando me relataba que había madrugado para regar las muchas flores de su terraza, para preparar bocadillos de encargo o para hacer sus famosos pasteles de carne o de piña», añadió.

También recordó a su tía cargando una canasta llena de «burritas» (comidas rápidas hondureñas) para «venderlas de fiado a empleados de una ferretería y ajustar así la cuota mensual de su casa».

«Y la recuerdo cuando, por las noches, cambiaba su ropa de fatiga por un vestido verde (su color favorito) o negro, que le tapaba los tobillos para inundar con su voz el salón del Teatro de la Cultura, de Tegucigalpa, con el ‘Canto Negro’, el ‘José Ramón Cantaliso’, de Nicolás Guillén, o con la combativa poesía de «Vámonos patria a caminar», de Otto René Castillo», añadió.

Lucy Ondina se inició en el arte en la Radio Monserrat, en el decenio de los 50 del siglo pasado, y luego pasó a Radio América, ambas de Tegucigalpa, en las que fue actriz de radionovelas.

«Mientras pudo estar activa, con frecuencia, su casa se vestía de fiesta. La abría de par en par para recibir a los amigos, y a los amigos de sus amigos que rápido los convertía en propios. Todo lo ofrecía en demasía, la cantidad de comida y bebida y el tamaño mismo de los platos, como queriendo compensar los centímetros que le faltan para llegar al uno cincuenta» (de estatura), relató Lucila.

Sin embargo, acotó Lucila, su generosidad nunca ha transado con sus ideas, que han estado siempre aferradas a su niñez, al recuerdo reiterado de su abuela y de su madre.

A sus 97 años ahora le cuesta hablar, aunque todavía declama poemas, y solloza porque su hija, Mayra Henríquez, que la ha venido a visitar por su cumpleaños, debe regresar a México, donde reside.

SU PASIÓN SIEMPRE FUE EL TEATRO

«Hablar de Lucy Ondina es hablar de la pasión, de la emoción, de la entrega al arte, a la sensibilidad y al amor que provoca en todas las manifestaciones de los géneros artísticos», dijo Mayra a Efe.

Añadió que su madre se desempeñó en trabajos administrativos, fue maestra en la otrora Escuela Normal de Señoritas y secretaria en el Colegio Médico. También trabajó en las Secretarías de Trabajo,  Educación y Cultura, Turismo e Información, entre otras, «siempre desempeñándose eficientemente».

«Pero su esencia, su raíz, su amor, su pasión, estaba totalmente en el teatro. Después de una carrera artística en las radionovelas, incursionó con éxito en el teatro, dirigida por Francisco Salvador, entre otros», indicó Mayra.

En las tablas, Lucy Ondina, quizá la mejor declamadora nacional, integró el Teatro Popular Universitario, figurando en muchas obras, como en «La puta respetuosa», de Jean-Paul Sartre.

También sobresalió en la Compañía Nacional de Teatro, de la que Mayra recordó a su madre en las obras «La Celestina», del español Fernando de Rojas, y «El avaro de Moliere».

Como actriz, Lucy Ondina se formó en la Escuela Nacional de Teatro, de la que después fue subdirectora, además de actuar en el Teatro Infantil, dirigido por Mercedes Agurcia.

El teatro llevó a Lucy Ondina por todo Centroamérica, además de presentarse en México en recitales en el Palacio de Bellas Artes, en el Salón Hispanoamericano de la Secretaría de Educación Pública, el Centro de Actualización del Magisterio, el Colegio Nacional de Educación Profesional y una dependencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

«Lucy Ondina ha sido un baluarte entre toda la gente combativa de su legión de amistad de poetas y artistas beligerantes comprometidos que aman esta tierra que nos ha visto nacer», expresó Mayra.

Su 97 cumpleaños Lucy Ondina lo disfrutó mucho, se tomó un whisky y estuvo declamando fragmentos de poemas, como el que reza: «No solo yo disfruto de la belleza de este amanecer… una mano, más otra mano, no son dos manos, son manos unidas, une tus manos a nuestras manos para que Honduras no esté en pocas manos, sino en todas, en todas las manos». 

(ir)

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