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Los telómeros, en la primera fila de la biología

Los telómeros son las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y en los últimos años investigadores han demostrado la relación de éstos con el envejecimiento y el cáncer: se vinculan ya con más de una decena de enfermedades.

Ahora, dos investigadoras del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) -Paula Martínez y María Blasco- publican en la revista Trends in Biochemical Sciences una revisión detallada sobre estas estructuras y subrayan la importancia de investigarlas para mejorar el diagnóstico y desarrollar posibles tratamientos para muchas enfermedades.

Los telómeros, según estas investigadoras, tendrán una importancia cada vez mayor en la clínica.

Y es que, según una nota del CNIO, en los últimos años no solo se ha confirmado su relación con el envejecimiento, sino que defectos en los telómeros aparecen asociados a cada vez más enfermedades, incluyendo numerosos tipos de cáncer.

Los cromosomas en cada una de nuestras células están hechos de ADN y tienen forma de hebra, con una especie de capuchón en los extremos.

Sin esta caperuza final, las hebras de ADN se enlazan químicamente a otras, es decir los cromosomas se fusionan y eso resulta letal para la célula. Las estructuras que evitan la catástrofe son los telómeros.

Se descubrieron en los años treinta, pasaron décadas hasta que alguien decidió estudiarlos a fondo, y desde finales de los años noventa no han abandonado la primera fila de la biología.

Los biólogos se sorprenden de su asombrosa e inesperada complejidad y de su importancia para la salud, según el CNIO.

“La biología de los telómeros es extremadamente compleja, y cuanto más se descubre más nos damos cuenta de lo que queda por descubrir”, ha detallado Paula Martínez, del grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO.

“Lo que más me sorprende es el número tan elevado de factores que, según estamos viendo, son esenciales para el mantenimiento del telómero, y sobre todo la coordinación tan precisa que se requiere entre todos ellos”.

Ya el hecho de que los telómeros se hayan conservado a lo largo y ancho del árbol evolutivo -en la mayoría de los eucariotas: vertebrados, plantas e incluso en seres unicelulares como las levaduras- indica su importancia.

Además de para prevenir la fusión de los cromosomas, los telómeros son necesarios para evitar la pérdida de información genética cada vez que la célula se divide.

Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos empiezan los problemas que se han asociado al envejecimiento: la célula interpreta los telómeros críticamente cortos como un daño irreparable y reacciona dejando de dividirse, lo que impide que los tejidos se regeneren.

Esto ocurre en las células sanas, pero no en las cancerígenas. Hay una enzima, la telomerasa, que es capaz de alargar los telómeros de nuevo, y que la mayoría de las células de un organismo adulto no tienen pero que sí está activa en las células tumorales.

Al reparar los telómeros la telomerasa permite que las células tumorales sigan proliferando y sean por tanto virtualmente inmortales.

Esta relación con el envejecimiento y el cáncer hace que se estén estudiando intensamente estrategias basadas en los telómeros para combatir tanto el cáncer como las enfermedades asociadas a la edad.

Recientemente el grupo de Blasco ha demostrado que es posible quitar la inmortalidad al cáncer actuando sobre los telómeros.

Sin embargo, la descripción anterior de los telómeros es una versión simplificada de la historia, ha advertido el CNIO. EFE

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