Santo Domingo – He regresado a la República Dominicana y en vez de seguir investigando la era Trujillo, esta vez me ha llamado la atención unos taxis destartalados en Santo Domingo que son entre insólitos y peligrosos a la vez.
Lo que nunca he visto en ninguna capital de América Latina, lo he presenciado en Santo Domingo: los llamados “conchos”, que pueden- pero no deben- transportar unas tres personas en el asiento delantero (incluyendo al chofer) y cuatro o cinco en el trasero.
El tráfico en Santo Domingo es un caos impresionante e impera la ley de la selva. Especialmente en los cruces de cuatro calles sin semáforos, donde los conductores de “conchos” actúan con imprudencia y de forma temeraria para imponer su voluntad.
Los “conchos” tienen rutas fijas a lo largo de las principales avenidas de Santo Domingo y cobran a cada pasajero 25 pesos dominicanos (unos 50 centavos dólar), a los que van amontonando como sardinas en lata.
Y los más curioso aún, son los “motoconchos”, donde el conductor de la moto acepta a unos tres o cuatro personas detrás y el, saliéndose casi de su asiento.
No tuve el valor de tomar un “concho”, a pesar que haber sobrevivido, como periodista, la guerra civil de Belfast, los tanques soviéticos en Praga y la bomba de un atentado terrorista del “Ejército Republicano Irlandés“ (IRA) en Cavendish Square (Londres) donde estaba mi oficina, cuyas ventanas de vidrio estallaron, hiriéndonos.
La República Dominicana ostenta el récord de muertos en accidentes de tráfico en América Latina, un 41.7 víctimas fatales por cada 100,000 habitantes. Y es el segundo, a nivel mundial, detrás de la isla de Niue, en el Pacífico.
Las muertes en accidentes de tráfico en el país superan ya las causadas por problemas cardiovasculares o de cáncer.
En comparación, Argentina y Chile, en América Latina, tienen, respetivamente, 12.6 y 12.3. Honduras 17.4 y México 14.7 muertos, por cada 100,000 habitantes.
Estados Unidos, con un parque vehicular muy superior, tiene 11.4 muertos por 100,00 habitantes. Y en Suecia, apenas 2.8 por cada 100 mil habitantes que perecen en accidentes de tráfico.
Las estadísticas dejan en claro que en los países menos desarrollados, económicamente, es donde hay más accidentes de tráfico, como en África. Y en los más desarrollados, los menos.
En República Dominicana, la mayoría de las víctimas son peatones, ciclistas y motociclistas.
Las razones de tantos accidentes se pueden deber a la alta velocidad, el caos urbano, la irresponsabilidad de los conductores, la imprudencia, el parque vehicular antiguo y el poco respeto a los escasos semáforos.
Los “conchos” es un gran negocio. Las rutas las contralan los poderosos sindicatos y por una, partiendo de las avenidas principales, pueden venderla por unos 500,000 pesos dominicanos (unos 10,000 dólares).
Además, los choferes o los dueños de sus carros, tiene que pagar los permisos a la alcaldía, placa y otros impuestos.
Son frecuentes, tanto en Santo Domingo como en la segunda ciudad del país, Santiago, las confrontaciones violentas entre los sindicatos sobre pugnas de las rutas y algunos choferes van armados, por lo menos de bates de beisbol.
El caos en el tránsito de Santo Domingo no debe ahuyentar al turismo extranjero.
La Republica Dominicana es hoy, y con razón, el mejor destino turístico del Caribe, especialmente por sus playas en el norte del país y en Santo Domingo, la zona colonial.
Esta zona colonial es el asentamiento español más antiguo de las Américas, declarado patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO.
El país tiene el mayor crecimiento económico del Caribe y de Centroamérica, con un 7 por ciento anual.
Solo hay que evitar los “conchos”. Verlos de lejos sí. Pero necesarios para la gente que no tiene otros medios de transporte.