De las quince víctimas, catorce perdieron la vida en un alud ocurrido la madrugada del pasado jueves en la comunidad rural de Atenas (45 kilómetros al oeste de San José), y hasta ayer fueron recuperados todos los cuerpos.
La última muerte registrada fue la de una mujer, de 20 años, que falleció el pasado sábado cuando una cabeza de agua arrastró el vehículo en el que viajaba junto a otras cuatro personas en otra comunidad rural al sur de San José.
Pero los aguaceros, que no han cesado desde el lunes de la semana pasada, han dejado más de mil familias damnificadas, especialmente en la costa del Pacífico, que se mantiene bajo alerta roja por orden de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
La comunidad más afectada ha sido Parrita, unos 170 kilómetros al oeste de San José, donde el desbordamiento de los ríos anegó unas 800 viviendas y mantiene a unas 350 personas en cuatro albergues provisiones habilitados por la CNE.
Daniel Gallardo, presidente de la Comisión, indicó a la prensa local que la situación en Parrita es «preocupante», pues tras seis días de lluvia los suelos están saturados y el nivel del agua no baja.
Además, añadió, muchas personas se niegan a abandonar sus casas inundadas por temor a los robos, de modo que se analiza entregarles víveres en sus residencias.
En otras zonas del Pacífico se han reportado el rompimiento de diques y derrumbes que han afectado varios kilómetros de carreteras.
