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Littín cree que «Dawson, Isla 10» puede servir de ejemplo a Honduras

Roma – El cineasta chileno Miguel Littín cree que su filme «Dawson, Isla 10», que narra la reclusión a la que fueron confinados los hombres de confianza del ex presidente chileno Salvador Allende tras el golpe militar de 1973, puede suponer un ejemplo «positivo» para la actual situación de Honduras.
 

«Creo que sí (puede ser un ejemplo positivo). Quisiera que mi película se proyectara en Honduras. La he ofrecido y estoy dispuesto a ir mañana, si me lo proponen, a exhibirla a Honduras», comentó hoy Littín en una entrevista con Efe en la capital italiana tras presentar oficialmente su película en el IV Festival Internacional de Cine de Roma.

«Estuve poco tiempo antes del golpe militar en Honduras (…) Vi al presidente de Honduras, a este pueblo tan lleno de humanidad, de sencillez para enfrentar la vida. Me pareció maravilloso todo lo que vi. Me encantaría ir nuevamente y poder contribuir con algo a que se recomponga la vida cívica y democrática de Honduras», añadió.

La historia del golpe de Estado en Chile y el posterior destierro de los ministros y los más allegados a Allende a la isla de Dawson tras el golpe de Estado de 1973 adquiere ahora un significado aún mayor tras el derrocamiento de Manuel Zelaya como presidente de Honduras, el pasado junio.

En este sentido, Littín apuesta por que en Latinoamérica y, en general, en todo el mundo, dejen de producirse golpes de Estado y que desaparezca el eterno «antagonismo» entre dos posturas políticas y civiles enfrentadas.

«Chile está siendo un buen ejemplo para Honduras. Chile tiene un profundo sentimiento de apoyar la postura democrática en Honduras. Existe en Chile y en gran parte de América Latina, porque no podemos permitir nuevamente los golpes de Estado», incidió el director.

«No nos podemos permitir nuevamente que se arrase con la ley, con la constitucionalidad, que se arrase con los principios que ha expresado un pueblo en forma democrática. Creo que, si se supera lo de Honduras, habremos dado un paso adelante importante en la vida democrática del continente», agregó.

A pesar del optimismo y la confianza en el ser humano que demuestra, Littín cree que aún queda por delante un «largo camino» para conseguir terminar con los enfrentamientos entre dos bandos dentro de un mismo pueblo.

«Nuestra confianza en el ser humano nos indica que la única posibilidad de convivir y existir es terminar con Caín y Abel y que surja un hombre nuevo y distinto que pueda conciliar las dos posiciones antagónicas que parece ser que se repiten a través de la historia humana», comentó.

El cineasta destaca como una característica positiva del carácter chileno la facilidad de conseguir hacer humor de los momentos más trágicos, una virtud que, según él, fue uno de los puntos más importantes a la hora de abordar su película, en la que los militares no son sólo carceleros, sino también sujetos de situaciones cómicas.

«Es una característica chilena. En los momentos más trágicos, más terribles, alguien dice algo y se ríe. Es quizá como para alejar el propio peso de la trágica realidad. Esos fueron los puntos más importantes para mí. Además yo entiendo un poco mejor la historia riéndome que llorando», afirmó Littín.

La posibilidad de llevarse el Marco Aurelio de Oro a la Mejor Película del Festival de Roma, para lo que debe competir con otras trece producciones, es algo que no le quita el sueño al chileno, aunque sí le dejaría «muy contento».

«Es bueno eso (el premio), pero si no, también. Igual hay que seguir filmando. Mi vida es hacer cine. Yo me he propuesto en este festival terminar un guión que estoy escribiendo y, si lo termino, voy a estar muy feliz también», sentenció.

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