Una lista es la enumeración de personas, cosas, cantidades, etc., que se hace con determinado propósito, por ejemplo, la lista para el supermercado. Pero la RAE incluye una acepción, que denomina «lista negra»: “relación secreta en la que se inscriben los nombres de las personas o entidades consideradas peligrosas o enemigas”. Habría que consensuar lo que cada uno entiende por “secreto”, “peligroso” y “enemigo” que figuran en esa definición.
En la historia de la humanidad surgieron listas, blancas y negras, que afectaron el desarrollo de las sociedades. Recordemos algunas y sus consecuencias. Por antigüedad e importancia, la primera sería el Decálogo. Lista blanca de preceptos incluidos en las Tablas de la Alianza que Dios entregara a Moisés en el monte Sinaí, para sellar el pacto con su pueblo, Israel. Una segunda lista negra, de dramáticas consecuencias religiosas y políticas, fue la que en 1517 Martin Lutero, fraile agustino, clavara en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg, Alemania: “Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias”. Relación de abusos de la iglesia mercadeando con la salvación del alma a cambio de dinero, y que la imprenta de Gutenberg difundió por toda Europa provocando la Reforma Protestante. El nacimiento de la iglesia luterana apoyada por intereses políticos y económicos que cuestionaban el poder y la autoridad del Papa.
La tercera sería la «lista negra» de Hollywood, que contaminó las relaciones del pueblo norteamericano por veinte años, 1940-1960. Una cacería de brujas orquestada por miembros del Congreso de los Estados Unidos, colocando en ella a quienes supuestamente simpatizaban o tenían relaciones con el Partido Comunista. Profesionales de la industria del cine, principalmente, fueron investigados por la “Comisión de Practicas Antiestadounidenses”. Actores, directores, guionistas, cuyas vidas fueron expuestas sin misericordia; cuestionados, insultados, repudiados, incluso perdiendo sus trabajos y posición social. Actores de la talla de Humphrey Bogart y Katharine Hepburn figuraron en ella.
Las listas negras constituyen una herramienta coactiva en manos del poder, político y económico. El líder que quiera alcanzar el último peldaño de la escalera de Maslow, necesita manejar dos listas, una blanca y otra negra. La primera para consolidar su imagen pública, elevando perfil, que normalmente “infla”; por ejemplo, incluyendo capacidades, cursos y formación que no tiene. La segunda sería una lista fétida, para utilizar contra sus adversarios en caso necesario. Un político con limitaciones e inseguridades no puede asumir el riesgo de quedar expuesto ante una sociedad que mantiene engañada. Se protege pepenando basura de sus oponentes, sin importar su veracidad, tendente a ensuciar sus capacidades y virtudes. Cuando el adversario trate de exponer sus carencias políticas le resulta más efectivo ensuciar su imagen, para desviar la atención, que abordar el problema planteado. Cuando un líder abandona la línea política del discurso, para incursionar en el terreno personal del adversario, muestra inseguridad e incapacidad, exponiendo a la población su auténtico perfil.
En esta legislatura recordamos un par de listas negras alumbradas por autoridades norteamericanas para aumentar la presión sobre nuestra maltratada institucionalidad. En 2019 aparece la “Ley Magnitsky” que contenía una lista de funcionarios centroamericanos implicados en actos de corrupción. Pero no vimos helicópteros Apache aterrizando en Casa Presidencial, sino al Secretario de Estado, Mike Pompeo, entregando al Congreso de los Estados Unidos la lista con los nombres de funcionarios que ya habían sido condenados, sentenciados o sujetos a sanciones por actos de corrupción.
Este año los “amos del calabozo” anunciaron la “Lista Engel”, que incluía a políticos del Triángulo Norte supuestamente involucrados en actos de corrupción. Pero analistas y exasesores del Senado la calificaron de “poco practica”, a saber: “No se puede condenar a personas en «la corte de la opinión pública» sin disponer de información indubitada y certificada”.Lo que vengo llamando “tribunales mediáticos de justicia popular”. Exponer la identidad de una persona sujeta a una investigación secreta no parece una medida inteligente. La lista no fue publicada. Ríos de tinta y decenas de tertulias dedicaron los medios a “Magnitsky” y “Engel”, incluso escuchamos de la inminente salida del gobierno antes de las elecciones, para dar paso a un gobierno provisional… en Matrix. Los comicios llaman a la puerta, la clase política tiene la responsabilidad de fortalecer los mecanismos que le den credibilidad y fortalezcan la democracia.
“No permitas que gente que hace tan poco por ti controle tu mente, sentimientos y emociones”. -Will Smith-