spot_img

La Zede del mañana

Pedro Gómez Nieto

Las recientes tormentas que se cebaron sobre el oeste de Alemania, han dejado pérdidas superiores a los 2.000 millones de euros. Parece mentira que infraestructuras de naciones que lideran el primer mundo, diseñadas y construidas bajo estrictos controles de calidad y seguridad, hayan sido destruidas como si fuesen de cartón. El 11 de septiembre de 1942, desde Berlín, se enviaba una crónica al diario español La Voz de Galicia, informando sobre un debate generado en Alemania a cuenta de las consecuencias que tendría para el clima la utilización del carbón en el desarrollo de la industria pesada. El artículo refería: “Según algunas investigaciones, el exceso de carbón quemado podría calentar la atmósfera”. El cambio climático estaba llamando a la puerta.

Ochenta años después, el progresivo aumento de la temperatura del planeta, el deshielo de los polos y glaciares, son hechos irrefutables. El hombre se ha olvidado de Dios abrazando la tecnología como soporte de su evolución y herramienta de poder. Haciendo uso de su libertad, rompió el pacto que tenía con Dios en el jardín del Edén. Libertad desde la soberbia, que esgrime para justificar la agresión que infringe a la naturaleza cuyas consecuencias afectan a toda la humanidad. En lugar de invertir recursos para cambiar el modelo de desarrollo y reparar el daño que está causando al medioambiente, los destina a colonizar el espacio para seguir ensuciando y contaminando aquello que toca. Según la NASA hay más de 100 millones de escombros, basura espacial, orbitando alrededor de la Tierra.

El deterioro medioambiental y la degradación social que soportamos son consecuencia de nuestro comportamiento suicida. El problema está en nosotros. Al prescindir de Dios el hombre se considera liberado de ataduras morales, el concepto de pecado y culpa desaparecen. Creyéndose el dueño de su vida, considera su libertad como el bien más preciado. Irracional espejismo, porque la vida le fue regalada con fecha de caducidad, y su libertad termina donde empiezan sus limitaciones externas y debilidades internas. Sin Dios la libertad es solo esclavitud disfrazada, que le mantiene encadenado a una paradoja mortal, a saber, persiguiendo el santo grial del bienestar y el placer, daña gravemente el hábitat que sostiene esa calidad de vida que pretende alcanzar. La serpiente tragándose su cola.

Viendo las sobrecogedoras imágenes de las inundaciones en Alemania, recordaba el argumento de la película Elysium. El titulo hace referencia al lugar mítico donde el dios Zeus enviaba a sus escogidos para ser felices. En el año 2154 el deterioro del planeta será tan insoportable que la élite, ricos y poderosos, políticos y empresarios, vivirán en una descomunal estación espacial de forma toroidal, dotada de atmosfera y campo electromagnético, altamente tecnificada, provista de unidades médicas capaces de curar cualquier dolencia y enfermedad. Un lugar idílico, con jardines y agua, sin pobreza ni delincuencia, donde el trabajo es realizado por robots. Un lujoso satélite artificial a modo de Zona Espacial de Desarrollo Exclusivo (ZEDE). Por fin la humanidad encontró un jardín del Edén alternativo, aunque solo sea para el disfrute de unos pocos. Los de siempre. El resto viviremos en este paraíso regalado que no sabemos valorar ni respetar, y que estamos convirtiendo en un basural.

Angela Merkel visitó la zona cero, mostrando en su lenguaje no verbal tristeza y conmoción por la magnitud del desastre. Los mandatarios siempre están sujetos a la crítica cuando se produce una catástrofe. Si no hacen acto de presencia se les reprocha su falta de sensibilidad para con las víctimas; si acuden se les tacha de oportunistas, de intentar subir perfil a costa de las desgracias ajenas. Pero Merkel termina su mandato, no necesita subir perfil. Aquí tenemos políticos trileros especializados en rentabilizar en su beneficio las demandas y protestas sociales. El electorado alemán no vota por una persona, que también, sino por un partido político, que expone su prestigio seleccionando al candidato para que le represente en las elecciones. Detrás del aspirante hay un equipo multidisciplinar, y una sólida estructura doctrinaria consolidada por años. A Honduras no ha llegado esa forma de entender la política.

Aquí los políticos amanecen siendo conservadores y se acuestan trabajando para partidos de corte socialista, o bien, fundan partidos “prêt-à-porter”,sin soporte doctrinario, con tal de agarrar poder. Corrupción ideológica que el electorado no entiende porque intelectualmente es deficitario, carece de cultura política, en consecuencia, es manipulable.

spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img