Tegucigalpa (Por Jorge Sierra) – La necesidad de un ciudadano de tierra adentro lo empujó al mundo de las artes. Lo que comenzó con el tallado de madera y la manipulación de arcilla lo situó en la rama de la escultura, un oficio que disfruta al máximo. Se trata del escultor Adonay Navarro, un hombre que llegó joven del campo a la capital hondureña para forjar con sus manos el camino a seguir en el cosmos de las artes plásticas.
– Roma, Florencia, Seúl y New York son algunos de los escenarios donde ha tenido la oportunidad de exponer sus obras.
– Anunció en primicia la obra 21 ranas para Cantarranas que se conocerá próximamente.
– Soy un animal trabajando, hay que trabajar sin quejarse, expresó.
– Quiere vivir 112 años haciendo esculturas, enseñando y alardeando del arte instalacional.
“Investigo mucho las obras que hago, no hago una obra porque se me antojó”, expresó en entrevista con Proceso Digital que le consultó cómo plasmaría su arte con relación al tema del momento en Honduras: los cortes de energía eléctrica.
Agregó: “Con el tema de los apagones, seré honesto, no tengo televisión en mi casa, tampoco tengo redes sociales, las tuve pero me di cuenta que es un mundo lleno de mucha basura y las cerré, tampoco veo noticias. De los cortes de energía sé que alguien me dijo que se iba a ir la luz en Valle de Ángeles, bueno dije tengo un generador que me compré y estoy preparado”.
El oriundo de Valladolid, Lempira, nació el 14 de agosto de 1974 -hace 49 años- pero migró a San Antonio en el departamento de Cortés, donde hizo la primaria y secundaria, además forjó lo que quería ser de grande al tenor de las limitaciones que ofrece la pobreza.
El hijo de Eliseo Navarro y doña Josefa (QEPD), se quebró emocionalmente en varias oportunidades cuando recordaba lo duro de su infancia y del esfuerzo hecho por sus padres para mantener a seis hijos. Ninguno de sus hermanos se decantó por el mundo de las artes.
Al igual que la historia de miles de hondureños, desde muy joven tuvo que educar a sus hermanos menores, una situación que cuando la recuerda se le ponen vidriosos los ojos.
“Fue una infancia normal, pero nunca pensé que sería artista. De hecho, de niño, ni siquiera sabía lo que era una carrera, e incluso siempre quise ser mecánico (de vehículos)… con tantas limitaciones en el campo nunca pensé que iba a estudiar”, dijo mientras las lágrimas volvieron a brotar en sus ojos al recordar que su madre recién cumplió 20 años de fallecida.
Dijo que no es partidario de los lamentos y quejas de los artistas que expresan que no tienen apoyo en el país, al tiempo que agregó que cada quien escribe su propia historia y el arte es un trabajo como cualquier otro que requiere sacrificio.
Reseñó que cuando era niño en su pueblo había un señor que elaboraba guitarras y él siempre lo miraba cuando iba al molino. Una vez le consultó dónde había aprendido ese arte y le respondió que en la PC (Penitenciaría Central). “Entonces, una vez en la casa me preguntaron qué iba a ser de grande y les dije que quería ir a la PC. Fue tremendo castigo que recibí y les expliqué por qué, entonces me explicaron que el señor en mención fue a la cárcel por haber matado a una persona”.
Navarro agregó que cuando concluyó la primaria no tenía la certeza que seguiría en secundaria. Su sueño frustrado fue no ingresar al Instituto Técnico Alemán, siempre por razones económicas. Fue así que decidió trasladarse hacia la capital para estudiar en la Escuela de Bellas Artes.
“Me gustaba dibujar y tallar madera. Me vine del pueblo -San Antonio, Cortés- y me di cuenta que el examen de admisión era de tres días, hice el examen y logré pasar a un escaño denominado nivelación tras obtener 74 % de calificación, entonces en ese momento dije: debo aprovechar esta oportunidad aunque debo reconocer que creí que sólo iba a tallar madera”, refrendó.
Prosiguió su relato afirmando que logró egresar de la Escuela de Bellas Artes, además obtuvo una maestría en Artes Plásticas. Así comenzó su carrera, que aunque al inicio fue por necesidad, ahora las artes y la escultura son su vida entera. También tiene estudios de fotografía en Estados Unidos.
En 1990, recién egresado, tuvo la oportunidad que participar en su primera exposición, luego ganó un concurso de escultura y logró destacarse en una antología de Artes Plásticas a nivel nacional.
Se casó por primera vez en 1998, pero por situaciones de la vida tuvo que divorciarse para, con el paso de los años, volver a contraer nupcias, esta vez con la ciudadana colombiana Sandra Bastidas. No tiene hijos y le dedica el 100 % de su tiempo a la profesión que es la que lo sostiene.
En el turístico pueblo de Valle de Ángeles -donde reside hace 11 años- le dio vida al proyecto Casa Taller Sindamanoy, que financia residencias artísticas por un año para que los artistas produzcan. Se les proporciona el espacio, materiales y estadía.
Formación y mística
El escultor hondureño demandó un impulso para la Escuela de Bellas Artes, la única en su género en el país, donde miles de artistas han logrado forjar sus sueños.
Sin embargo, reconoció que la situación de la Escuela de Artes no es ajeno a lo que viven los centros de enseñanza educativa, hospitales y otros recintos a los que acude la población.
El entrevistado reconoció que en condiciones de abandono también está la Escuela Nacional de Música, Escuela de Arte Dramático y otras encargadas de impartir artes en el país.
Se declaró un admirador de algunos de sus maestros como Daniel Vásquez, Obed Valladares, así como otros de la talla de Alexander Calder, Allan Horser, Miguel Ángel, Lorenzo Bernini, entre muchos más.
Apuntó que las artes y la cultura se relacionan mucho con la educación o el nivel de escolaridad de los hondureños, pero reprochó a los que se quejan que en el país no existe apoyo. “Los artistas no requerimos apoyo, el arte requiere inversión, esto es un trabajo como todos, así como el campesino se levanta temprano para sostener a su familia, lo mismo ocurre con los artistas; yo no tengo por qué estar esperando a que el gobierno me apoye o que la empresa privada diga vamos a invertir en el arte, no, esto es un trabajo y como artista debo producir, tenga o no tenga encargos”, apostilló.
Adonay Navarro confesó que el contacto con la materia le da libertad para poder expresar sus sentimientos. “Disfruto todo el proceso, actualmente estoy enfocado en el arte instalacional”.
Posee un taller de escultura en Valle de Ángeles, donde produce los insumos desde la arcilla. Origina tres tipos de arcilla: grano 80, grano 90 y grano 100, proceso que disfruta desde que lo recolecta en el campo.
Se jactó de tener mucho trabajo e incluso reveló que no se da abasto. También coordina un taller de esculturas en Cantarranas (proyecto de la alcaldía municipal).
“Tengo demasiado trabajo, a parte que tengo mi propio proyecto Casa Taller Sindamanoy, también coordino otras actividades en Cantarranas en procesos de esculturas y murales, apoyo programas en la Villa de San Francisco y Talanga, prácticamente este es mi patio y no tengo tiempo para salir más allá”, reveló.
Con una vasta experiencia en simposios, tanto nacionales e internacionales, reveló que espera vivir más de 112 años para hacer lo que más disfruta que es la escultura. “Se aprende mucho más viajando y conociendo otros artistas, pero la escuela local es la base”, reconoció.
Ha tenido la oportunidad de presentar sus obras en Roma, Florencia, Italia y Nueva York, Estados Unidos, además de Seúl, Corea del Sur.
Próximo a cumplir medio siglo, mencionó que las instalaciones (de arte) que ha hecho en los últimos años lo han llenado mucho. Recuerda con mucho sentimiento: “Cielo Abierto” (2012), “Laberinto e invernadero”, “S.O.S”, “Paisaje Buraz” y “Atrapa sueños”.
Dijo no estar en contra de los museos o galerías, pero afirmó que el arte debe de llegar más allá de esos espacios reducidos.
¿Miedo a la inteligencia artificial?
El artista hondureño externó que la capacidad humana no puede ser reemplazada por ningún robot.
Contó que allá por 2008 en uno de sus viajes a Italia, llegó a un taller de escultura y uno de sus compañeros artistas se auxiliaba por un robot y hace dos años que volvió a hablar con él le contó que tenía 32 robots haciendo esculturas.
“La inteligencia artificial la maneja un ser humano, eso debemos tenerlo en cuenta siempre. Lo de ahora para mí no es nada nuevo, en 2013 yo le daba instrucciones a una computadora para que me hiciera los cortes a utilizar en una escultura en Chicago, Estados Unidos”, indicó.
Defendió que los artistas tienen líneas de trabajo, en su caso se dedica a la escultura, la que practica con mucha sensibilidad. Se califica como un artista figurativo, aunque practica mucha instalación. En sus inicios plasmó mucho sus orígenes de la cultura lenca, luego el tema ecológico y actualmente se basa en la conciencia humana y la memoria.
Como un consejo a los que abrazan la carrera de las artes, esbozó que “si a alguien le gusta el dibujo, la escultura, la cerámica o grabado, pues que trabaje. Esto lo hace la práctica, esto no es un don que Dios me dio, esto es práctica, si alguien dibuja todos los días aunque no pueda dibujar va a terminar haciéndolo bien, busquen los espacios e inviertan tiempo. No se quejen que no lo apoyan, esto es de trabajar todos los días”. JS