La reafirmación de esa meta trazada en 2010 fue plasmada en la declaración final de la III Conferencia Global sobre Trabajo Infantil, clausurada hoy en Brasilia por Ryder y el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
Ryder alertó de que lograr ese objetivo se hace «cada día más difícil», sobre todo porque aún 168 millones de niños trabajan en el mundo y la mitad de ellos lo hace en condiciones que la OIT califica como «peores formas» de explotación, que son la esclavitud, el trabajo forzoso, la servidumbre y la explotación sexual.
No obstante, la declaración final de la conferencia sostiene que aún hay tiempo para eso, aunque subraya que es necesario «reforzar las acciones nacionales e internacionales» para dar «una respuesta específica», sobre todo en los países en desarrollo.
A la relación directa entre trabajo infantil y pobreza se refirió Lula, quien se definió a sí mismo como una víctima del «trabajo precoz» durante un emotivo discurso en el que evocó la miseria en la que transcurrió su propia niñez.
«El trabajo precoz es una experiencia por la cual pasé, movido por la necesidad de contribuir al sustento de mi familia», declaró Lula, quien citó que de niño vendió naranjas y cacahuetes, limpió zapatos y trabajó en una tintorería.Leer nota.