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“La Navidad no es una borrachera ni una comilona más”: cardenal Rodríguez

Tegucigalpa – “Vivimos en un mundo que está como seducido por la ambición, por la ambición del poder, la ambición de acumular cosas, un mundo que no es feliz, aunque esté lleno de licor, aunque esté lleno de vicio, aunque esté embrutecido por la droga, ahí no está la felicidad”, cuestionó hoy el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, durante la homilía dominical celebrada en la iglesia catedral metropolitana San Miguel Arcángel de Tegucigalpa.

– “No podemos seguir creyendo que vamos a cambiar con corazones de piedra, con la indiferencia y con repetir más los errores del pasado”, apuntó el prelado.

-Señaló que la Navidad no es un tiempo para llenar la casa con compras superfluas, tampoco es tiempo para ambicionar dinero de una lotería.

Agregó que el anuncio del evangelio trae una aportación de esperanza liberadora a un mundo que está esclavo de los ídolos, de tener y de poder, del placer sin reglas morales, que son formas de esclavitud.

En este tercer domingo de adviento, destacó que el nacimiento del niño Jesús trae esperanza de que nuestra vida se puede renovar. “No podemos seguir en los mismos errores del pasado, repitiendo una rutina que nos aprisiona en lugar de liberarnos, y Jesús llama, dichoso el que no se escandalice de mí”, indicó.

Añadió que “la pasión del Señor Jesús por la vida, pone al descubierto cuánta debilidad, cuanta fragilidad, cuánta superficialidad, en tantos convencionalismos, hacemos en estas fechas tantas celebraciones bonitas, las posadas, la novena de Navidad y también muchas cenas y no está mal que hagamos nuestra cena de Navidad, pero que la Navidad no se quede en eso, que no se quede simplemente en una borrachera más, que no se quede en un una simple comilona más sino que se vuelva en esa alegría que se contagia, que ayuda y se comparte”.

En ese sentido, pidió a los feligreses que “si tienen para las semitas”, compartan con alguien que no lo pueda hacer pues nadie es tan pobre que no tenga una “cosita” que compartir y aunque no se tenga ninguna cosa material, se puede tener una sonrisa, una visita, una palabra de consuelo para aquellos que no tienen ni quien los visite y se preocupe por ellos y ese es el espíritu de la Navidad.

El prelado aludió lo que dijo el profeta Isaías en la primera lectura, “robustezcan las manos débiles y fortalezcan las rodillas vacilantes”.

En ese sentido, explicó que las manos robustecidas son aquellas capaces de trabajar por el bien y las rodillas fortalecidas son aquellas capaces de servir.

Señaló que la gracia de la Navidad es la gracia de la alegría al tiempo que se refirió al pasaje bíblico donde Juan El Bautista cuando estaba preso le mandó a preguntar a Jesús a través de dos discípulos si “¿eres tú el que el que tenía que venir o tenemos que esperar a otro?”, una pregunta que sigue vigente.

“Eres tú el que todos esperamos, eres tu quien puede dar respuesta a tantas interrogantes que llevamos en nuestro corazón, eres tú quién puede calmar nuestra inquietud más profunda, eres tu aquel en el que podemos encontrar sentido a nuestras vidas, esa pregunta sigue viva, quién tiene que venir para que más de la mitad de la humanidad no muera de hambre ante la indiferencia de tantísimas personas”, cuestionó Rodríguez.

Acotó que Jesús no responde directamente a esa pregunta de Juan El Bautista, sino que se remite a lo que Él está haciendo, a sus obras, y dice vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y oyendo, los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.

La respuesta de Jesús está indicando que Él es el que trae la liberación de la humanidad, es personalmente testigo de vida, sus gestos son los que mejor descubren su identidad profunda.

En ese sentido, el cardenal apuntó “no nos va a dejar sin ser felices, no nos va dejar gozar de la fiesta de la Navidad, del nacimiento de este niño, humilde, pequeño y pobre”.

En un contexto de abatimiento y de derrota el profeta Isaías anuncia que la suerte de su pueblo va a cambiar y por eso la invitación a la alegría. “También la suerte de nuestra Honduras puede cambiar cuando nosotros los hondureños cambiemos de corazón, pero no podemos seguir creyendo que vamos a cambiar con corazones de piedra, con la indiferencia y con repetir más los errores del pasado y la venida de Jesús nos debe de traer precisamente alegría”, apuntó.

En su mensaje final, el purpurado pidió alegrarse todos en este próxima Navidad porque Jesús viene a llenar de luz y de sentido a la vida porque el adviento no es un tiempo para llenar la casa con compras superfluas, tampoco es tiempo para ambicionar dinero de una lotería que nos va a tocar porque la lotería ya nos tocó, la lotería es que Jesús vive en nuestro corazón, que recibimos el bautismo y somos hijos de Dios.

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