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La muerte de menores, los subregistros de las estadísticas

Tegucigalpa – En las cifras de la violencia, los subregistros apuntan sobre el resurgimiento de cuerpos encostalados o envueltos en sábanas de los que poco o nada se sabe, solo que son jóvenes y que de acuerdo a un informe de Casa Alianza, responden a ejecuciones violentas que están golpeando a menores de 23 años.

Los municipios que más registran este tipo de crímenes son el Distrito Central y San Pedro Sula, según señala el informe como parte de un monitoreo de las muertes violentas de menores y jóvenes en el país que realiza desde los últimos años ese organismo humanitario.

La organización  defensora de la niñez, señala el resurgimiento de las muertes violentas de jóvenes y menores que aparecen en lugares baldíos o a orillas de la carretera envueltos en sábanas, sacos, bolsas plásticas o amarradas con sogas. Son “los encostalados” de la prensa, indica el documento que pone en perspectiva otro ángulo de la violencia e inseguridad que asola el país y cuyas cifras se buscan revertir.

La tasa de homicidios ha aminorado a cerca de 40 por cada 100 mil según Observatorio de la Violencia de la UNAH.

De acuerdo a los datos del Observatorio de la Violencia de la UNAH,  la tasa de homicidios bajó de casi 90 por cada 100 mil habitantes en los últimos cinco años y aunque la proyección sigue siendo alta, ha aminorado a cerca de 40 por cada 100 mil, pero la tasa mundial dice que el número de homicidios es de 8.8 por cada 100 mil personas.

Las autoridades gubernamentales indicaron que en este 2019 las estrategias de seguridad serán más efectivas en cuanto al combate de la criminalidad y que no habrá territorio ni zona del país donde ellos no puedan hacer acto de presencia, desmintiendo así las versiones ciudadanas de que existen zonas calientes a las cuales no llega la autoridad.

Las zonas de atención

En el caso de las muertes de menores y jóvenes “encostalados”, Casa Alianza señala que este tipo de hechos, que denomina “muertes violentas y/o ejecuciones arbitrarias” de menores de 23 años, tiene mayor presencia en once de los dieciocho departamentos de Honduras.

Los niños y jóvenes de Honduras siguen siendo las principales víctimas de la gran variedad de formas de violencia.

Estos departamentos son Atlántida, Comayagua, Francisco Morazán, Intibucá, Ocotepeque; Santa Bárbara, Choluteca, Cortés, La Paz, Olancho y Valle.

Los municipios en donde se han registrado con mayor frecuencia este tipo de hechos son: La Ceiba (Atlántida), Comayagua (Comayagua), Distrito Central, Cantarranas, Guaimaca y San Antonio de Oriente (Francisco Morazán); Jesús de Otoro (Intibucá); San Francisco del Valle (Ocotepeque), Santa Bárbara (Santa Bárbara).

Siguen en el orden, Choluteca, (Choluteca), Puerto Cortés, San Pedro Sula, San Antonio de Cortés, San Manuel  y Choloma (Cortés); Santa Elena (La Paz), Salamá (Olancho) y Nacaome (Valle).

La principal causa de muerte en los jóvenes y menores han sido las heridas por armas de fuego, seguido de la asfixia por estrangulamiento y las producidas por armas blancas.

Políticas y miradas integrales

La principal causa de muerte en los
jóvenes y menores han sido las
heridas
por armas de fuego.
Las motivaciones o causa de los crímenes siguen siendo desconocidas y representan un alto déficit de impunidad en los subregistros que de las cifras y datos llevan las autoridades policiales y fiscales en el país. En el 78 por ciento de los casos, se desconoce quiénes fueron los responsables de estos crímenes violentos.

Otro dato al cual llama la atención en su informe Casa Alianza es el caso de la desaparición de jóvenes, cuyos eventos se reportan con mayor frecuencia en las redes sociales, carteles o afiches en distintos puntos de las ciudades o segmentos noticiosos de los telenoticieros.

Las muertes violentas de jóvenes es un problema recurrente en el país que amerita de miradas integrales en el contexto de la inseguridad y la violencia, consideran los expertos que apuestan por mayores programas de prevención y reinserción, al igual que de políticas públicas más efectivas y eficientes.

El resurgimiento de los cuerpos encostalados o de otros hallados en solares baldíos o playas, totalmente desmembrados, es atribuido por las autoridades a presuntos pleitos territoriales entre maras o pandillas, cuya presencia data de hace más dos décadas en forma de cuerpos colegiados que ha ido evolucionando de la rebeldía juvenil a su implicación en ilícitos como la extorsión, sicariato o criminalidad.

El fenómeno es estudiado desde la óptica de la investigación académica por expertos, pero también es analizado desde un enfoque de la ciencia criminalística por los operadores de justicia para entender también la lógica con que actúa el crimen y sus motivaciones que les lleve a poder golpear con fuerza la impunidad de sus hechos.

En Honduras de los 9.2 millones de habitantes, el 21 por ciento de la población juvenil oscila en las edades de 15 y 24 años, justo las edades más golpeadas por la violencia y sus diversas manifestaciones. El país tiene un poco más de tres millones de jóvenes.

Según Casa Alianza las muertes violentas de jóvenes es un problema recurrente en el país.

De acuerdo a Casa Alianza, en las últimas dos décadas se han registrado en este país centroamericano un total de 12,779 casos de ejecuciones arbitrarias y muertes violentas de infantes y jóvenes menores de 23 años.

De ese total de muertes, solo en los últimos 58 meses se registran cerca de 3,664 muertes violentas, un dato que no deja de ser uno de los subregistros extraídos de los hechos que reportan los medios de comunicación en sus noticias, señala el documento de la organización humanitaria.

Los subregistros de las muertes violentas de jóvenes sigue siendo un reto para las autoridades y la academia, en general, a fin de poder disgregar, de entre las cifras de la violencia, por qué este fenómeno está lacerando fuertemente a la juventud hondureña.

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