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La JMJ, el evento eclesial que congrega a más gente que unos Juegos Olímpicos

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Ciudad del Vaticano – La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que en esta edición se celebrará en Panamá, es una de las citas de la Iglesia católica que más allá de su carácter espiritual necesita una organización similar a la de los megaeventos deportivos e incluso «congrega a más gente que unos Juegos Olímpicos».

Así lo explica en una entrevista a EFE Yago de la Cierva, profesor universitario y quien fue director ejecutivo de la JMJ de Madrid, coordinador del departamento de comunicación internacional de la JMJ y autor del libro «Megaeventos de la Iglesia católica».

«En número de participantes, una Jornada Mundial de la Juventud congrega a mucha más gente que unos Juegos Olímpicos y en términos económicos, las JMJ son mucho más baratas», afirma.

Según los datos comunicados por las autoridades, en las trece internacionales celebradas hasta ahora se ha llegado a una participación de más de 21 millones de personas, con el récord de los 5 millones de jóvenes reunidos en 1995 en Manila y los 2,5 millones en la explanada de Tor Vergata de Roma.

De la Cierva señala además que «la JMJ de Río en 2013 costó unos 60 millones de dólares, mientras que los JJOO en esa misma ciudad, un año más tarde, superaron los 8.000 millones. En ese sentido, las JMJ son mucho mejor negocio que este evento deportivo: cuestan menos y, proporcionalmente, dejan más dinero en las empresas locales», analiza.

En la que se celebrará en Panamá, y que contará con la presencia del papa Francisco del 23 al 27 de enero, el presupuesto es de 54 millones de dólares y los organizadores esperan unos 250 millones de dólares de beneficios, además de reclamo turístico para un futuro de toda Centroamérica.

Esta cita, que nació hace 32 años por inspiración del papa Juan Pablo II, que la anuncio en un discurso al Colegio de Cardenales y a la Curia romana el 20 de diciembre de 1985, «es el mayor evento internacional que organiza la Iglesia católica en el mundo, y casi con seguridad la reunión de jóvenes más numerosa que se organiza», asegura.

«Los grandes eventos, de cualquier naturaleza, mundiales de cualquier deporte, Juegos Olímpicos, grandes conciertos, cumbres internacionales… tienen mucho en común. La gestión del escenario y la logística relativa a transporte, seguridad, acreditaciones, manutención, centro de prensa, retransmisiones televisivas, etc., es muy parecida», señala de La Cierva.

Ese paralelismo explica que, por ejemplo, «en la organización de la JMJ de Sídney 2008 participaran muchos que habían trabajado en las Olimpiadas del 2000, y que por eso aquella JMJ haya pasado a la historia como la mejor organizada de todas», cuenta este profesor universitario.

Pero a diferencia del resto de macroeventos, la Jornada Mundial de la Juventud presenta desafíos de dos tipos: «uno se refiere a los objetivos espirituales» y el otro a la logística.

De la Cierva señala que cuando se organiza una hay que tener en cuenta «cómo conseguir que los jóvenes que asistan se acerquen a Dios y a la Iglesia, y la JMJ tenga un impacto en sus vidas. Esto es lo más importante: mejor que deje huella profunda y duradera en un número reducido de personas, que aspirar a un fruto efímero en multitudes».

«Los otros desafíos son logísticos: que todos los participantes puedan alimentarse bien, dormir en un sitio adecuado y moverse en un entorno seguro; que se gasta solo lo imprescindible y que no se deja una deuda enorme a la diócesis organizadora; que los actos se transmiten bien por televisión y por medios digitales», añade.

Estos desafíos, explica, «son menos importantes, pero condicionan los primeros: si los participantes no duermen o no se hidratan lo suficiente, o no se escucha la voz del papa, los frutos espirituales son magros».

Es de vital importancia la colaboración de los gobiernos, que, según De la Cierva, son conscientes de los beneficios que conlleva la organización de este evento global con «el aumento del perfil internacional de la ciudad anfitriona, incremento de turistas, inversiones en infraestructuras…».

«Y, por tanto, colaboran incluso financieramente, y así lo hizo Australia, Alemania e Italia, y así lo hará también Panamá», explica.

Pero además, el país anfitrión colabora facilitando gratuitamente los visados, garantizando la seguridad de los jóvenes y del papa, y cediendo instalaciones públicas para estos actos masivos.

Desde aquella primera JMJ que reunió a decenas de miles de jóvenes el domingo 23 de marzo de 1986 en Roma, se han celebrado siete en Europa, y en dos países, Polonia y España, dos veces.

El resto se ha celebrado en Asia (Filipinas, 1995) y Oceanía (Australia, 2008), y cuatro (Argentina, Estados Unidos, Canadá y Brasil) en el continente americano. Panamá será el quinto país de éste último.

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