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La Iglesia de Centroamérica ora por la paz en Nicaragua

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Panamá – El Secretariado Episcopal de América Central (Sedac) está «sumamente preocupado» por la crisis de Nicaragua y ora «muchos» para se supere mediante el diálogo sincero y la buena voluntad, dijo este sábado el arzobispo de San Salvador y presidente del ente religioso regional, José Luis Escobar.

«Queremos el bien de todos, una guerra, un baño de sangre, una revolución no ayuda a nadie», afirmó Escobar tras recordar que su país sufrió una cruenta guerra interna de 12 años, entre 1980 y 1992, que dejó miles muertos y desaparecidos.

El arzobispo de San Salvador ofreció esas declaraciones en Panamá, donde asiste a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se desarrolla con la presencia del papa Francisco y congrega a decenas de miles de devotos y peregrinos de todo el mundo.

La crisis nicaragüense, que desde abril pasado ha dejado cientos de muertos y miles de detenidos en el marco de protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega, «no puede continuar», dijo Escobar, que exhortó al diálogo sincero y con buena voluntad para que se resuelva la situación.

«Esta es mi proposición, es fraterna, con la mejor intención, con los mejores sentimientos para todos, no solo para la Iglesia, que estamos totalmente solidarios y compenetrados con la Conferencia Episcopal de Nicaragua, ellos son parte del Sedac», afirmó el jerarca religioso de El Salvador.

El Episcopado nicaragüense actúa como mediador en un diálogo que fue instalado en mayo pasado pero que fue suspendido indefinidamente semanas después, luego que los obispos fueran agredidos física y verbalmente por grupos adeptos al Gobierno de Ortega.

La Iglesia centroamericana también están totalmente identificada con el pueblo nicaragüense «que sufre», añadió el prelado, que conversó este sábado con los periodistas en el centro de prensa de la JMJ.

Desde abril del año pasado, Nicaragua atraviesa una crisis sociopolítica que ha dejado entre 325 y 561 muertos, y de 340 a 767 detenidos, según organismos humanitarios, mientras que el mandatario Ortega reconoce 199 muertos y 340 detenidos a los que llama «terroristas», «golpistas» y «delincuentes comunes».

Ortega rechaza responsabilidades en la crisis, así como los señalamientos generalizados tanto de organismos locales como internacionales sobre graves abusos de las autoridades contra los manifestantes antigubernamentales, y denuncia ser víctima de un intento de «golpe de Estado fallido».

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