San Salvador – La Iglesia católica de Centroamérica se encuentra preocupada por las situaciones que viven los defensores del medio ambiente en los países de la región donde «enfrentan criminalización, amenazas y hasta la muerte» y por avance de la explotación minera, de acuerdo con un mensaje leído este lunes por el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas.
Escobar Alas señaló en el mensaje, difundido en YouTube y en la cuenta de X de la Arquidiócesis de San Salvador, que obispos de la región se reunieron en Honduras «la pasada semana para orar y reflexionar juntos».
El religioso apuntó que el deseo de los obispos es «que en todos los países se superen los obstáculos y se fortalezcan los valores democráticos, de libertad, paz y justicia, en pleno respeto a la dignidad de todas las personas».
Además, indicó que «nos duele el clamor de las comunidades y de las demás criaturas heridas por el avance del extractivo, depredador, especialmente de la minería que devasta, contamina, secuestra el agua y restringe el acceso a los bienes comunes, se apropia de los territorios, sacrifica los modos de vida de las comunidades y se impone como la única alternativa posible».
«Nos duele el luto por los numerosos líderes socioambientales que han sido asesinados, criminalizados, calumniados o forzados a huir por las amenazas que enfrentan al defender a sus comunidades», dijo y agregó que «existe una explotación desenfrenada que va dejando una estela de dilapidación e incluso de muerte por toda la región».
En el caso de El Salvador, la Iglesia católica rechaza la explotación minera y ha insistido en la derogación de la Ley General de Minería Metálica, aprobada en diciembre del año pasado, ya que considera que «el país no resistiría la extracción minera».
Migración
Escobar Alas señaló que la situación ambiental en la región también contribuye a la migración de los pueblos y, aunque con algunas diferencias a años anteriores, «el fenómeno de la migración forzada sigue siendo una de las cuestiones más vitales que afectan a la mayoría de nuestras familias y comunidades».
«La Iglesia expresa su cercanía tanto a quienes salen de nuestros países como a quienes llegan sin olvidar la migración interna dentro de las naciones que tanto influye en la vida de nuestros hermanos», expresó y agregó que «no olvidemos a quienes ya están instalados en otros lugares, donde aportan su trabajo, pero sufren incertidumbre o rechazo». JS







