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La cura de la hipertensión pulmonar, reto para expertos reunidos en Argentina

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Buenos Aires – Médicos especialistas de diversas partes del mundo como Japón, España, Austria, Colombia y Argentina, se reunieron este viernes en Buenos Aires con la mira puesta en alcanzar, en el futuro, una cura para la hipertensión arterial pulmonar, que aún está lejos.

La cita contra esta enfermedad rara y mortal, que padecen entre 15 y 20 personas por cada millón, congregó a cerca de 135 expertos que pusieron en común sus estudios y las distintas realidades de los tratamientos en sus países, que muchas veces cuentan con posibilidades diferentes para afrontar su labor.

Reunidos por el grupo farmacéutico Ferrer como organizador del evento, que se desarrollará hasta el sábado 26 en la capital argentina, ponentes como el japonés Hiromi Matsubara sostuvieron que para avanzar contra la enfermedad es clave «diagnosticar al paciente tan pronto como sea posible y empezar el tratamiento tan pronto como sea posible».

La cuestión es que se trata de una enfermedad que, más que rara, según varios doctores, entre ellos el coordinador del programa de hipertensión pulmonar de la Fundación Neumológica Colombiana, Rafael Conde, está «subdiagnosticada»: los médicos tardan demasiado tiempo en acertar con el diagnóstico.

«El promedio de tiempo desde que empiezan las manifestaciones de la patología hasta que es diagnosticada está hoy en día en dos años, y se ha reducido», indicó.

En reuniones como esta, según Conde, se acelera en la difusión de «programas de detección más precoces y de registros internacionales para ver cómo se tratan».

Incluso hoy, algo que confunde a los especialistas es la cantidad de diversas causas que producen la enfermedad, que en Argentina, por ejemplo, sufren unas 2.500 personas.

La diferencia respecto a hace tres décadas, según el especialista en cardiología e hipertensión pulmonar argentino Sergio Víctor Perrone, cuando a un paciente se le diagnosticaba, los mejores pronósticos eran de cinco años de vida.

Hoy, el período de vida se ha extendido a diez años gracias a un «arsenal de tratamientos» con que cuentan en los hospitales especializados.

La hipertensión arterial pulmonar, una de las 7.000 enfermedades raras que hay en el mundo, se caracteriza por el desarrollo de cambios moleculares y anatómicos en la circulación pulmonar que conllevan un aumento de las resistencias vasculares pulmonares.

La presión alta en las arterias de los pulmones hace que el lado derecho del corazón se esfuerce más de lo normal y, con el tiempo, puede conducir al fallo del ventrículo derecho y la muerte prematura, apuntaron desde Ferrer.

«Las nuevas formas de usar los tratamientos definitivamente no solo prolongan la calidad sino la cantidad y la expectativa de vida, y en algunos casos revertir el daño del vaso pulmonar al punto de pasarlo solo con medicamentos», especificó Perrone, quien añadió que la enfermedad tiene prevalencia en las mujeres sobre los hombres, y muchas veces se da en pacientes jóvenes.

Los tratamientos son costosos pero, para él, necesarios: «se gasta mucho más en un cáncer», aseveró el argentino.

Además, la educación que reciben los médicos sobre la hipertensión arterial pulmonar es más amplia gracias a programas auspiciados por Ferrer, con sede en Barcelona, que acerca investigaciones europeas a Latinoamérica.

«La realidad de Europa es diferente a la nuestra, compartir experiencias permite enriquecimiento mutuo», afirmó Conde.

Desde el otro lado del Atlántico llegaron especialistas como la cardióloga Irene Lang, de la Universidad de Viena, quien consideró que las sesiones de Buenos Aires fueron «una buena combinación de datos con conocimiento y práctica».

«Una cosa particular sobre la hipertensión arterial pulmonar es la cantidad de causas posibles», recalcó Lang.

Sin embargo, destacó como nota positiva que se trata de una enfermedad que presenta «un gran éxito si los tratamientos son debidamente aplicados».

El francés Marc Humbert insistió en que el encuentro sirvió para destacar la importancia de los registros en los diversos países, porque así pueden «poner junta la información que se discute y nuevos tratamientos».

Por su parte, el nipón Matsubara se mostró cauto y optimista al mismo tiempo.

«Yo siempre hablo de cura del paciente, tengo la esperanza y ahora creo que somos capaces de conseguirla. Al menos, con algunos de los pacientes seremos capaces. Para hacerlo hay muchos problemas aún, por ejemplo diagnosticar al paciente tan pronto como sea posible y comenzar el tratamiento cuanto antes», concluyó.

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