Tegucigalpa – La ola de casos de corrupción que sacude a los exgobernantes centroamericanos, también golpea fuertemente a sus pares de Sudamérica, con el aditivo que en la zona meridional del continente han sido gobiernos manejados por la izquierda, los acusados por prácticas corruptas.
Mientras en Centroamérica, la mayoría de los exgobernantes acusados de corrupción, lavado de dinero y peculado proceden del espectro ideológico de la derecha, a excepción de Mauricio Funes de El Salvador, quien salió por el izquierdista partido exguerrillero FMLN, el resto se encuentra en la derecha.
Pero Sudamérica muestra la otra cara y es que la corrupción y con ello el saqueo de recursos públicos también afectan a la izquierda, la cual llegó al poder acusando a la derecha de corruptela y proponiéndose como el blindaje moral que las sociedades ocupaban para el buen manejo de los recursos públicos.
Pero la oferta solo se cumplió en la etapa electoral, ya que una vez instalados en el poder, los gobernantes y sus partidos “progresista” cayeron fácilmente en las redes tejidas por las estructuras de la corrupción, que parecen haber echado raíces para siempre en el continente americano.
Y como una epidemia que se expande fácilmente, la mayoría de los gobiernos izquierdistas de Sudamérica vieron que sus imágenes caían ante el electorado y perdían su aureola de ser portavoces de la honestidad en la política y en el manejo de la cosa pública.
Kirchnerismo atrapado por los dólares
Los doce años en poder de la familia Kirchner en Argentina, primero Néstor Kirchner durante un mandato y luego su esposa Cristina Fernández de Kirchner durante dos mandatos, dieron lugar a una lucha frontal contra la clase empresarial argentina y con la prensa opositora encabezada por el grupo Clarín.
Los Kirchner hicieron de su lucha contra los poderosos empresarios y grupos familiares con intereses en el campo su modus operandi para consolidar su poder familiar, mientras la fortuna del hogar presidencial se multiplicaba, según investigaciones de la prensa y ahora de la Fiscalía del país del sur.
Pero Cristina Fernández se defendía de las críticas señalando que su modelo de gobierno de promover la inclusión, de proteger los derechos humanos y apostar al crecimiento económico interno era denostado por la clase empresarial y política tradicional.
Aunque hizo un amago de lograr un tercer mandato, la Constitución solo permite una reelección continua, Cristina se vio superada primero al interior de su partido peronista (Justicialista) y de su Frente para la Victoria, al final el candidato oficialista perdió ante el actual mandatario Mauricio Macri, al frente de una coalición de derecha.
Y justo se le vinieron los problemas a Cristina Fernández de Kirchner. Desde que estaba en el poder la acusaron de una maniobra financiero que dejó millones de dólares en pérdidas para el banco central.
Pero luego directamente llegaron las acusaciones por corrupción contra su persona. Justo este lunes acudió a un tribunal a dar testimonio en la causa que le sigue la justicia. Los Kirchner utilizaron la empresa familiar que gerencia hoteles para amasar una fortuna.
En julio del presente año a su hija Florencia Kirchner se le encontraron 4.6 millones de dólares en efectivos en cajas de seguridad en un banco argentino, luego que el juez que lleva el caso contra la exmandataria ordenara su apertura.
La medida se adoptó porque en las cuentas de Cristina Fernández casi no hay fondos, pero si habían 4.6 millones de dólares en efectivo en las cajas que mantenía su hija.
Pero un mes antes, en junio, uno de los ministros estrella del kirchnerismo, Julio López, fue atrapado mientras lanzaba varias maletas cargadas de dólares a un convento donde habitaban dos ancianas monjas.
López, a cargo del ministerio de Obras Públicas, no pudo justificar porque tenía nueve millones de dólares en efectivo.
Lula golpeado y cae Rouseff
Pero la estrella de la izquierda latinoamericana y mundial, el exobrero metalúrgico Luiz Inacio Lula da Silva, que alcanzó la Presidencia de Brasil, el mayor país y la economía más grande de Latinoamérica, vive sus horas a la baja, luego de ser acusado directamente de corrupción.
La pesquisa “Lava Jato” de la Fiscalía y la Policía Federal de Brasil llevaron a la icónica imagen de Lula a que su estrella política vaya apagándose lentamente.
Lula, reconocido por el Foro de Davos y Wall Street por haber mantenido las políticas económicas neoliberales y reverenciado por el izquierdista Foro de Sao Paulo al haber lanzado las políticas de inclusión social que sacaron de la pobreza a unos 40 millones de brasileños, ha sido alcanzado por la mancha de la corrupción.
Ya desde su gobierno, sus principales ministros tuvieron que dimitir por haber sido acusados de organizar una red de corrupción para comprar las voluntades de diputados y senadores a fin de darle viento a las políticas del gobierno, pero el primer presidente obrero de Brasil había salido librado de las acusaciones.
A inicios de octubre del presente año, la Policía Federal acusó a Lula da Silva de corrupción y lavado de dinero en un caso de un familiar, aunque los investigadores señalan que en realidad el dinero eran coimas para el exgobernante.
Lula ha negado las acusaciones y alega una “masacre mediática”, ya que la prensa ha tenido acceso primero a la información que su equipo de defensa.
Previamente la pupila de Lula y presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue suspendida y luego separada de la Presidencia por votación del Senado.
Rouseff fue acusada oficialmente de maquillar las cifras fiscales del país, a fin que le facilitara la campaña de reelección, que ganó por estrecho margen.
Aunque no ha sido salpicada directamente por corrupción en Petrobras, el mayor escándolo que ha afectado a todo el arco político brasileño, muchos le reprochan a Rousseff que debió estar al tanto de lo que acontecía en la mayor empresa pública del país cuando ella era la presidenta de la junta directiva.
Bolivia y el fin de la reserva moral indígena
Mientras el primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, señalaba que la corrupción era cosa de los blancos y otras etnias, mientras los indígenas no padecían de eso por sus costumbres ancestrales, 10 años de gobierno comienzan a pasarle factura.
Primero fue que su expareja sentimental Gabriela Zapata Montaño, que supuestamente dio a luz a un hijo del gobernante boliviano y que falleció al nacer, tuvo un enriquecimiento inesperado cuando representaba una empresa china que recibió seis de siete contratos directos por el monto de 557 millones de dólares.
Zapata Montaño fue investigada y procesada por la Fiscalía boliviana.
Pero luego se destapó el escándalo de corrupción en el Fondo Indígena, un programa gubernamental dirigido a promover el desarrollo de los pueblos precolombinos de Bolivia, donde se desviaron 6.8 millones de dólares.
Varios dirigentes del partido MAS de Morales fueron encausados, incluyendo senadores e históricos aliados del presidente en su lucha desde los pueblos por llegar al poder.
También se denunciaron casos de corrupción en la empresa YPFB, a cargo de la extracción de hidrocarburos, donde clanes familiares tomaron el control de la misma en perjuicio del Estado y la población.
El chavismo se ahogó
Pero el país estrella de la izquierda latinoamericana fue la Venezuela del chavismo, donde la esperanza desatada en el inicio del gobierno de Hugo Chávez parece que culminará ahogado por la corrupción y la ineficiencia, además de otros males.
El gobierno hegemónico lanzado por Chávez se sustentó durante los años dorados del precio del petróleo, superior a los 100 dólares, pero el surgimiento de una nueva clase empresarial, los Boliburgueses (los burgueses bolivarianos), aunados a la política de control de precios y las expropiaciones fueron el caldo de cultivo para que la corrupción anidara y floreciera.
Ahora el chavismo, muerto Chávez y dirigido por el actual presidente Nicolás Maduro, lucha por sobrevivir y mantener sus privilegios, sustentados en el poder de las Fuerzas Armadas y el control del resto de instituciones.
Pero su mayor poder radica en controlar el acceso a los dólares y en la importación y distribución de alimentos, monopolio del poder y del partido chavista PSUV, lo que hace que el mar de la corrupción en Venezuela se vea permanentemente con grandes olas.
A lo anterior, se suma la actividad del narcotráfico que ha penetrado todas las capas del poder en Venezuela.
Dos sobrinos de Maduro y de su esposa Cilia Flores fueron detenidos en Haití, cuando estaban preparando un envío de un cargamento de cocaína.
Los narcosobrinos incluso estuvieron en Honduras, en la isla de Roatán, organizando el embarque, de acuerdo a informes de la agencia antidrogas estadounidense DEA, que incluso fotografió a los familiares de Maduro.
Chile
Mientras la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y su coalición de izquierda sufrió un duro golpe cuando se acusó que su nuera Natalia Compagnon de tráfico de influencias y uso de información privilegiada.
Compagnon y su esposo Sebastián Dávalos, el hijo de Bachelet, eran propietarios de la empresa Caval, que logró un crédito de 10 millones de euros del Banco de Chile del empresario millonario Andrónico Luksic, un día después que Bachelet ganara la presidencia.
Con ese dinero la familia de Bachelet adquirió unos terrenos, que luego vendió por 13 millones de euros, con una ganancia de tres millones de euros.
Dávalos renunció a su cargo, que era equivalente al papel de las primeras damas.
Todos los exgobernantes de izquierda sudamericana alegan “persecución política” por los juicios a los que están sometidos, mientras los que se encuentran en el poder aducen que son ataques de la burguesía y el imperialismo contra sus administraciones.