Tegucigalpa– Productos para realizar “amarres”, limpiezas para la buena suerte y polvos encantadores, son los que más se venden en negocios esotéricos instalados en los mercados capitalinos, a donde los maestros de “las ciencias ocultas” acuden para abastecerse y practicar los trabajos que sus clientes demandan en plena era tecnología de auge popular de las redes virtuales.
-Es conocido que en las ciudades, municipios y aldeas del interior del país abundan las “clínicas” esotéricas donde chamanes y curanderos han generado toda una industria informal que, por supuesto, opera sin regulación de precios, de salud o de control de calidad.
Los puestos de santería y magia son discretos, tanto sus dueños como los vendedores son herméticos ante la presencia de extraños. Su interactividad se limita a la clientela conocida y a los vendedores y consumidores que con frecuencia acuden a los mercados San Isidro, San Miguel y especialmente al antañón mercado Colón, donde la actividad de lo oculto es mayor, lo que se contempla en el mayor número de negocios dedicados a la venta de brebajes, amuletos y productos fantásticos.
Allí en el mercado Colón, Juana María, una joven mujer, accedió a conversar con Proceso Digital. Ella administra un negocio de familia. Nos comenta que por generaciones en su entorno se han dedicado a administrar actividades relacionadas a las “ciencias ocultas” lo que les ha servido para ganarse la vida.
Amuletos de la suerte, amarres y fetiches
Juana María dice que la mayor demanda de sus clientes está relacionada con necesidades económicas y afectivas.
“Lo que más se vende es para hacer limpias, suerte, por amor, para atraer a la persona si se les ha ido, atraer suerte, protección porque siempre hay gente envidiosa entonces la gente viene y compra para alejar también los malos espíritus”, dijo con un énfasis de convencimiento sobre la efectividad de los productos.
La joven manifestó que los amuletos que más se venden son los denominados “rana de la suerte”, “el dólar” y “el cuerno de la abundancia” todos ellos propios del bienestar económico.
Y en términos del amor las personas son apegadas a adquirir un amuleto especial que se conoce como “el amarrador” y que es de consumo generalizado entre la clientela de los santeros y chamanes.
Un amuleto tiene un costo de entre 50 y 150 lempiras. El más cotizado, señaló Juana María, es una medalla de tetragrámaton que combina la suerte en lo económico con la fortuna en el amor, según la expendedora.
Las candelas también son piezas muy útiles para brujos y santeros, las usan de acuerdo al color y a la fragancia, las destinan para generar esperanza, suerte, amor, desamor, dominación, desgracias y en fin, una serie de emociones y eventos, relatan parroquianos en voz baja, en los pasillos cercanos a los negocios.
Los propios chamanes se surten en las tiendas para mayoristas donde para su consumo, adquieren líquidos que sirven para atraer a su clientela y por ello, esparcen sus aguas en las sedes de sus “clínicas” y en sus alrededores.
Los puros son otro artículo que también se vende en los negocios esotéricos y cuyo consumo es tradicional entre los practicantes de la brujería, especialmente entre mujeres que a través de sahumerios y conjuros buscan retener a maridos que les abandonaron.
Las leyendas populares sobre las “fumadas de puro” son famosas en Honduras ya que abarcan a mujeres de todos los estratos sociales, entre sus practicantes.
Mientras que los fetiches (muñecos a los que les introducen alfileres), también son otro de los artículos que buscan las personas que hacen “trabajos” generalmente buscando dañar al prójimo.
Igualmente se nutren de jabones para la suerte, el amor, envidia, etc. Mientras que “la herradura” es utilizada para irradiar buena suerte y por ello lo adquieren para colocarla en los negocios.
Los dueños de cantinas generalmente obtienen a San Simón, un ídolo al que le encomiendan el éxito de la venta de bebidas alcohólicas.
Y la Santa Muerte es utilizada para todo tipo de “encargos especiales”.
Clientes de todo tipo
Los negocios de los productos de las “ciencias ocultas” son especialmente visitados por pobladores y brujos de la zona central hondureña, también por visitantes que llegan desde el sur del país e incluso desde Nicaragua.
“Ellos vienen ya sea por comprar un amuleto, un aceite, un polvo, candelas, puros, lo que deseen aquí se le vende no hay distinción”, manifestó Juana María.
Tanto mujeres como hombres llegan a buscar estos artículos, externó.
“Sobrecitos con polvos mágicos”
La joven detalló que la curiosidad de las personas los lleva a comprar sobres conteniendo polvos que son utilizados para la buena suerte, el amor, limpias, retiro de un enemigo o acercamiento de alguna persona.
Explicó que dicho polvo se aplica en las manos y luego se toca a la persona que se quieren acercar o alejar o simplemente tocar dinero para que llegue a sus manos. Según ella, el efecto es inmediato, poderoso y magnifico.
Relató que una vez llegó una señora que preguntó por el contenido de los sobres y se llevó dos docenas y dijo que con ello iba atraer a su marido y mantenerlo siempre a su lado.
Hierbas para remedios
En los negocios también se observan hierbas para realizar todo tipo de ceremonias relacionadas con la fe y las curas caseras.
Utilizan el taray para curar los riñones; el liquidámbar para mejorar la sangre; la manzanilla para curar el estómago, la valeriana para el insomnio y nervios, la chichimora para los niños enojados y la quina para los golpes y heridas, entre decenas de plantas.
También hay artículos que se utilizan para el “mal de ojo, levantar el paladar y mollera de los niños que padecen esos males”, manifestó la joven vendedora.
Así discurre la vida cotidiana en los mercados de Tegucigalpa, Comayagüela y en sus alrededores. En ese ambiente se conjugan los encuentros sociales más diversos, a donde sobreviven practicas centenarias que mezclan tradiciones étnicas, religiosas, elementos importados, con la fe, la esperanza y hasta el rencor, en un país multicultural.
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