Tegucigalpa – Julieta Castellanos, socióloga y exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), realizó un exhaustivo análisis sobre la situación política y social del país, donde considera que los tres partidos políticos mayoritarios Libertad y Refundación Libre (Libre), Liberal y Nacional, tomaron caminos que comprometieron al Estado como tal, pero que es el nacionalismo el gran y último perdedor más que el resto.
Según la analista política, el anterior escenario, no excluye de situaciones complicadas a Libre y a su más cercano aliado, el Partido Salvador de Honduras (PSH), quienes se han aprovechado la coyuntura para avanzar en sus objetivos, sin importar que gocen o no de la legalidad en el Congreso Nacional.
Castellanos analiza que los acontecimientos gubernamentales y políticos en los últimos años, metieron a Honduras en una situación de expectación e incertidumbre, tanto que tienen un alto impacto en la institucionalidad del Estado, pero son varias las circunstancias que condujeron a la nación a escenarios penosos como la división en el Congreso Nacional y la solicitud de extradición contra el expresidente Juan Orlando Hernández, entre otros.
Relaciones comprometedoras

Según la académica, la relación de Honduras en el último año y medio con el gobierno de Nicaragua alimentó la idea de una posible intención de trasladar su residencia a aquel país, y aunque no les unen simpatías ideológicas, el concepto de poder de Daniel Ortega y sus desafíos, mantenían abierta esta posibilidad, sumada a las reiteradas versiones de que el expresidente ya se encontraba en Managua.
Los llamados abiertos y públicos de diversos sectores para que acusara al expresidente Hernández – dice Castellanos y agrega que-, fue interpretado como la vía para evitar una extradición, o prolongarlo, como fue en su momento para algunos casos ocurridos en el pasado reciente con algunas pedidos de parte de la justicia norteamericana a políticos y empresarios hondureños que violentaron la legislación norteamericana.
Además, añade que otro tema que acelera los procesos para que gobiernos como EEUU actúen con prontitud es que la intención del bipartidismo de apoyar y elegir una junta directiva en el Congreso Nacional, que pudiese conducir al sostenimiento del status quo respecto a la corrupción y la impunidad, pero específicamente, derogar el decreto de extradición, fue un tema que circuló en Honduras.
El bipartidismo en Honduras


Sin embargo, expresa que además, la aprobación en el Congreso Nacional, dirigido por el diputado Luis Redondo cuando aún había dos presidentes, de un Decreto de Amnistía, que por su contenido y los delitos que incluye, ha sido calificada como un nuevo pacto de impunidad.
“Estados Unidos sabe, y los hondureños también, que el bipartidismo construyó un Estado impune para todos los delitos donde los responsables son personas con poder, y, por tanto, este país del norte aceleró un proceso que se suponía más pausado”, expresa puntualmente Castellanos en su extenso análisis, donde agrega que “la detención y el proceso de extradición iniciado, acelera en el Partido Nacional (PN) la necesidad de definir el liderazgo que reflote el partido”.
La derrota los debilitó a todos; pero la corrupción y los delitos en los que se les involucra, sea que estén señalados, acusados o sobreseídos, debilita al menos dos generaciones de políticos de ese partido; en esencia casi todos los liderazgos del siglo XXI. En ese contexto señala que, ahora tendrían que remontarse al gobierno del presidente Ricardo Maduro hacia atrás y buscar liderazgo motivador, innovador, como lo fue Rafael Leonardo Callejas en los años 80, el que ganó las elecciones en 1989 después de tres derrotas del PN.
El desgaste del Partido Nacional

Pero no hay posibilidad del surgimiento de un nuevo liderazgo, fuera del círculo de los líderes de hoy. El Partido Nacional no puede sostener sus estructuras actuales al margen del poder y en consecuencia tendrá una pérdida de electores. Esta coyuntura –agrega-, que sacude al Partido Nacional trasciende y es un tema de Estado que puede acelerar procesos.
Y es que la coyuntura actual de debilidad del Partido Nacional, no solo por el número de diputados, sino por el golpe moral y la amenaza que las mismas acciones legales lleguen a otros miembros del partido, puede ser utilizada por Libre para avanzar en este propósito. Es probable que este sea el escenario próximamente.
Pero a todo esto, Libre intentará avanzar, habrá que esperar si nacionalistas y liberales tienen capacidad de reacción rápida, ya se dieron cuenta que, si dejan la silla vacía, Libre no se detiene, como muestra, en ausencia de mayoría calificada, antes de concluir el período y al margen de la normativa, el Congreso que presidía Luis Redondo eligió al Procurador General de la República (PGR) y al Sub procurador, ambos del partido Libre.
Escenarios complejos frente a la justicia



El Partido Nacional considera que las acusaciones contra el exalcalde de Talanga, Roosevelt Avilés; el diputado Reynaldo Ekónomo, y las investigaciones que tuvieron que frenar al presidente del CN, Mauricio Oliva y al alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura, entre otras, perjudicaron al PN en los resultados electorales del 2021. La oposición, por su parte, le reclama y pide su destitución por no acusar al expresidente.
La coyuntura que está pasando el Partido Nacional también llega hasta Jorge Cálix y su grupo, que, aunque reencontrados, sus correligionarios y otros no se van a olvidar y siempre que sea necesario le van a recordar los 44 votos que le aportó el Partido Nacional para obtener de forma fugaz la presidencia de una de las juntas directivas del Congreso Nacional, lo anterior, al margen y en contra de la voluntad de su partido.
Todavía está por descifrarse la estrategia que el presidente Redondo, el Partido Salvador de Honduras (PSH) y Libre, seguirán en un contexto en el que podrán llamarles “presidente ilegitimo” o “Congreso ilegitimo”, y que resoluciones importantes sean cuestionadas y descalificadas por las características de su elección, pese a existir condiciones para una legalidad y legitimidad plena y así evitar calificativos, que cualquiera sea su procedencia, no dejarán de ser incómodos.
“El escenario, que puede ser la oportunidad para un giro importante en el rumbo de país, no parece tal, Libre, en sus asomos, envía el mensaje: ahora nos toca a nosotros”, concluye. JP