Tegucigalpa. Fue un hombre sencillo a quien nunca mareó el poder. Así lo definen quienes le conocieron y trabajaron con él.
No fue tampoco un personaje mediático, pero el destino lo llevó a la palestra pública al darle la conducción del proceso de reforma universitaria, un camino azaroso que tomó sin miedos, convencido que la ciencia y el conocimiento terminarían venciendo el mito de que la UNAH no era capaz de reformarse. Y lo logró.
Junto a un connotado grupo de profesionales sentó los pilares de la reforma universitaria, en medio de muchas adversidades, las cuales sorteó con sapiencia. Se trata del doctor Jorge Haddad Quiñónez, uno de los hombres más probos del país que nunca dijo No al llamado patrio cuando lo necesitó.
La parca le sorprendió de repente, cuando a sus más de ochenta años, seguía produciendo ideas y acompañando procesos de cambio en el área de la Salud, donde destacó como un exitoso profesional gastroenterólogo y un buen salubrista.
Su vida pública y privada sigue sorprendiendo a propios y extraños. Así se reflejó en el sencillo pero emotivo homenaje póstumo que le brindaran las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH.
Ahí, la rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, comentó que la primera vez que conoció al doctor Haddad, ella tenía 22 años, y tuvo que llevar a su padre a consulta con el destacado gastroenterólogo. Haddad ordenó hacerle una serie de exámenes a su padre.
“Cuando le llevé los resultados y él abrió el sobre, vi como su rostro se desencajó rápidamente. Esa expresión fue suficiente para preguntarle: ¿Qué tiene mi padre? Cáncer, respondió. ¿Cuánto tiempo le queda?, volví a preguntar. A lo sumo dos o tres meses, me dijo. Y así fue”, relató Castellanos.
En ese ínterin, el doctor Haddad fue a visitar al padre de Julieta Castellanos a su casa. “Para mí esa fue una expresión que muy poco se ve hoy en día, esa relación del médico preocupado por su paciente, esa relación humanista que se debe retomar”, dijo.
Sus aportes a la Salud Pública
Pero Jorge Haddad no solo fue ese médico humanista, sino un renombrado salubrista con una larga y fructífera carrera con logros importantes en la academia, la administración pública, la cooperación internacional, las actividades gremiales y culturales.
Así lo definió la representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Ana Treasure, en el homenaje brindado en la Alma Máter, al indicar que el doctor Haddad y sus aportes a la ciencia y la academia lo ponen en la historia de la Salud Pública no solo de Honduras, sino de la región de las Américas.
“Logró impulsar en el país y en la región de las Américas propuestas novedosas e inclusivas en el ámbito de la salud pública y del desarrollo de los recursos humanos para la salud en particular. Celebramos a un ser humano que más allá de su capacidad profesional supo ver en sus colegas sus potencialidades y les animaba siempre a superar obstáculos y a obtener lo mejor de sí mismos. A ese pianista que después de jornadas de trabajo tocaba para sus colegas y les invitaba a vivir una vida plena”, dijo Treasure.
“Un líder por excelencia, que siempre reconoció las buenas ideas del otro, que supo concertar y finalmente obtener el producto esperado. Sus colegas recuerdan su palabra amable, la individualidad y cariño con la que se relacionó con cada uno independientemente de su posición, capacidad o formación. Pero también recuerdan su dedicación al trabajo, de “noches y días”, dedicación que no mermó a lo largo del tiempo, ya que supo mantenerse dedicado a placeres sencillos: una conversación estimulante, asesoría y apoyo a diferentes proyectos, la música que le apasionaba, la edición de publicaciones y sobre todo a su familia”, agregó.
Haddad, dijo, fue un hombre humilde “que no se dejó seducir por el poder ni la vanagloria de los muchos reconocimientos académicos recibidos”.
El periodista y ex catedrático universitario, Juan Ramón Durán, quien trabajó en la transición con el doctor Haddad, calificó el homenaje dado por la UNAH como uno de los “más sencillos, impresionantes, solemnes y emotivos” hechos por la Alma Máter.
Haddad, dijo, sencillamente fue un hombre de una “trayectoria impecable”.
Rompió un mito en la UNAH
De sonrisa franca, trato amable y educado, el doctor Haddad en una de sus últimas conversaciones sobre la experiencia de la reforma universitaria al frente de la Comisión de Transición de la UNAH (CT-UNAH), dijo que la principal lección aprendida fue “que se destruyó el mito de que si peleábamos con el sindicato e incluso con las otras asociaciones existentes dentro de la comunidad universitaria, nosotros llevábamos las de perder siempre.
Esa era la creencia y a veces la Universidad se echó para atrás por temor a las amenazas, pero en la Comisión de Transición, rompimos ese mito, demostramos que la reforma sí era posible”.
Así se lo afirmó a la periodista Thelma Mejía, en una entrevista con fines académicos en noviembre de 2014. Luego en un correo electrónico de intercambio de impresiones, le dijo: “La Transición, como lo he expresado cada vez que se me ha interrogado al respecto, fue una experiencia rica en mi vida, entre otras cosas porque ello implicó un período de mucho aprendizaje para mí, como producto de la convivencia cercana con nueve personas (6 Comisionados, una alta autoridad de la institución y 2 periodistas), con quienes conjugamos anhelos, aspiraciones y esfuerzos para tratar de (parafraseando a la Rectora Castellanos) «pavimentar el camino» para que quienes nos sucedieron pudieran realizar su labor con menos dificultades (…)”.
El proceso de reforma universitaria fue una de las muchas batallas libradas por este hombre de las ciencias de la salud, que durante estuvo al frente de la Comisión de Transición impulsó una dinámica de trabajo de lunes a domingo, reflexionando en voz alta, promoviendo diálogo, tendiendo puentes, tejiendo redes y construyendo un gobierno universitario menos opaco de lo recibido por la comisión.
En esa red de amistades que construyó a lo largo de su vida, destacan importantes médicos y personajes públicos, entre ellos el ex comisionado de los derechos humanos, Ramón Custodio, quien no dudó en tomar la palabra en la tribuna libre en el homenaje póstumo para destacar las muchas facetas del doctor Haddad.
El recuerdo de los amigos
Custodio resaltó el compromiso del doctor Haddad con la democracia, con la autonomía universitaria y ahora con la reforma universitaria. “Jorgito, siendo yo comisionado de derechos humanos, me visitó y pidió apoyo en esa lucha durísima que enfrentó.
No dudé en acompañarlo, como en los viejos tiempos. Él era un hombre de bondad infinita, no conoció las mezquindades y hoy Honduras pesa menos porque se nos ha ido un grande, un ser intachable que amó a Honduras como pocos”, afirmó.
Una de las personas que más le conoció y afectó el deceso de Haddad, es la doctora Rutilia Calderón, actual vicerrectora académica de la UNAH. “¡Se nos fue el tal Julián!”, exclamó entre sollozos a un grupo de amigos universitarios y ex compañeros de la Comisión de Transición.
“El tal Julián, la tal Rutilia, el tal Juan Arnaldo”, eran algunas de las expresiones de camaradería con que se trataban algunos de los integrantes de la Comisión de Transición, en especial cuando las jornadas de trabajo eran extenuantes y de repente, al acercarse las diez de la noche, cuando todos estaban agotados, surgía la voz de la comisionada doña Alba Alonso de Quesada, pidiendo mayor celeridad en la discusión y aprobación del estamento jurídico que hoy enmarca a la UNAH.
“Fueron jornadas intensas, fue un aprendizaje de vida. El doctor Haddad fue uno de mis más queridos mentores, la última vez que estuvimos juntos fue en un almuerzo familiar, a inicios de enero y ya tenía la agenda llena de pendientes. Era un tanque de pensamiento”, dijo con tristeza la vicerrectora Calderón a sus amigos.
El doctor Haddad si bien partió a lo ignoto, permanece en el recuerdo de quienes le conocieron, en las generaciones de médicos que formó, en sus investigaciones científicas a favor de la Salud, en sus exquisitos conciertos de piano que ofrecía a sus amigos, en los mensajes de vida que enviaba por correo electrónico, en los valores inculcados a una envidiable y sólida familia.
Permanece en el recuerdo de su esposa, a quien antes de morir reafirmó su amor eterno y tomó entre sus manos. Permanece en los anales de la historia, así como en los registros periodísticos de medios, que como Proceso Digital hoy le tributa un sencillo reconocimiento a su vida y a sus aportes.
Honduras tiene una deuda con este gran hombre que se echó a cuestas, junto a otros destacados profesionales, un proceso de reforma universitario hoy más pavimentado, pero con el desafío permanente por apostar a la mejora continua de la calidad de la educación superior y hacer de la UNAH un tanque de pensamiento crítico y constructivo que coadyuve a mejores derroteros para la patria.