Tegucigalpa (Proceso Digital / Por Jorge Sierra) – Sentado en su consultorio, atendió cada una de las interrogantes y sin ambages cuestionó que en el campo de la salud se han cometido errores marcados por decisiones ideológicas apartadas de lo científico en un mundo donde la tecnología y los avances de la ciencia son cada vez más profundos y presentes. El neurocirujano especialista en Cirugía de Columna, Isaí Gutiérrez Andino, nacido en un hogar obrero del norte hondureño, habló del sistema sanitario nacional en una Honduras donde la salud es precaria y el sistema falente por mucho y sobre todo reveló su pasión por la medicina una carrera que permite servir sin condiciones.
– Los colegas médicos en el Congreso no han hecho mucho porque existe un problema sistémico estructural que no es fácil cambiarlo, esbozó.
– Demandó a los médicos que le pidamos a Dios que nuestras decisiones no estén influenciadas por lo económico, reflexionó.
Orgulloso de ser un “hijo” del Hospital Escuela, donde se formó, este galeno que se ha ganado la reputación con trabajo y entrega a sus pacientes recorre los escabrosos caminos sanitarios del país y empieza por manifestar su oposición a las brigadas cubanas porque estas no cumplen con lo dispuesto en la ley, no presentan sus certificaciones que acrediten la formación que dicen tener y se quedan en el país por más tiempo del permitido a un brigadista que ronda por los tres meses. Más allá de ello, dijo que, los avances de la medicina cubana son una utopía que no permite la respuesta correcta a la realidad sanitaria hondureña.
Nacido en 1968 –hace 57 años– en la ciudad de San Pedro Sula, recuerda una niñez en los alrededores del entonces con calles de tierra bulevar Circunvalación. “Mi infancia fue feliz, como todo niño de clase baja en Honduras, me crié en la calle jugando fútbol, además, tenía mi bicicleta y recuerdo que me iba en ella en mi secundaria al José Trinidad Reyes”, narró. Es aficionado del Real España y gusta del buen fútbol.


Describe a sus padres como personas amorosas, ambos ya fallecidos, uno en 2005 y el otro en 2009.
De origen humilde. Su papá –Raymundo Gutiérrez– un capataz de la Tele Railroad Company y de oficio ebanista, en tanto su mamá –Jacoba Andino– una ama de casa, un matrimonio que procreó a nueve hijos. La mayoría de sus hermanos están fuera de Honduras.
Casado con la doctora neuróloga Aleyda Rivera Arías, con quien tiene dos hijos: uno de 26 años –Eduardo Isaí– que actualmente está haciendo el servicio social de medicina y otro de 16 –Emilio Isaí– que cursa el décimo grado.



¿Por qué medicina?
Confesó que cuando era niño, su mamá se fue a quitar un yeso de la mano y la atendieron en el Hospital Leonardo Martínez, pero el que la atendió se lo cortó con una tijera grande y ella le decía que le dolía, a lo que le respondía que era imposible que le doliera. “Entonces cuando le terminó de quitar el yeso, mi mamá tenía sangre que le había provocado con las tijeras. Eso jamás lo olvido y es probable que ese suceso me empujó a estudiar medicina”, confesó.
Gutiérrez recordó que a los 17 años se mudó hacia Tegucigalpa, la capital de Honduras, porque en San Pedro Sula no se podía estudiar medicina. Logró culminar la carrera en seis años y cuando se graduó de médico retornó a la ciudad industrial, donde ejerció como residente en el Hospital Mario Catarino Rivas. También manejó un programa de salud con la municipalidad sampedrana que dirigía el alcalde Luis García en el gobierno de Carlos Roberto Reina.
En 1997 obtuvo su plaza en el sistema sanitario público y se trasladó de nuevo a Tegucigalpa para estudiar neurocirugía. Seguidamente viajó a México para especializarse en cirugía de columna.
“Lo hice porque las cirugías de columna tenían mala reputación. Siempre me preguntaba qué no estábamos haciendo bien y fue así como me fui al Instituto Nacional de Rehabilitación en México. Me formé con un equipo de ortopedas y neurocirujanos en la ciudad de México”, compartió.

Citó que comenzó su práctica privada en 2003 y estima que ha realizado alrededor de tres mil cirugías a sus pacientes. El galeno opera cerebro, neuro periférico, cirugías de dolor y columna.
Confesó que las cirugías de dolor son de las cosas que más satisfacción le generan. “Operamos neuralgia del trigémino que es un dolor en la cara que también es conocido como el dolor del suicidio. De las cosas más gratificantes que me ha dado la profesión es operar a este tipo de pacientes que están con mucho dolor y al siguiente día de la cirugía amanecen sin dolor. Nunca se me olvida un profesor que operamos que no se podía ni rasurar, andaba los dientes sucios, con mal aliento, deprimido, llevaba años con un dolor terebrante en la cara, y verlo que uno lo mete al quirófano y al siguiente día amanece sin dolor, esas son de las experiencias gratificantes. Lo vi a las tres semanas y me confesó que había resucitado porque andaba como muerto en vida”.

Su amor por el Hospital Escuela
Este especialista, entregado y humano, tiene dos plazas en el Estado, una de día y otra de guardia. Desde 2023 pidió licencia sin goce de salario por impasses presentados en el Hospital Escuela, donde no hay quirófanos y muchas otras eventualidades que impiden realizar con decoro la profesión.
“Yo al Hospital Escuela le tengo un agradecimiento, un cariño enorme… siento que le debemos al hospital porque nos formó. En Honduras, los que nos hacemos médicos somos privilegiados, prácticamente gratis le dan la carrera. En cualquier parte del mundo en países industrializados, la gente se forma y salen endeudados, y nosotros tenemos aquí ese privilegio. Yo con el hospital lo que tengo es sólo agradecimiento y de hecho estoy pensando en volver para retirarme. Estoy con el plan de querer formar y dejar establecida la cirugía endoscópica de columna que es un proyecto que quisiera dejar como legado. Probablemente en el siguiente mes de julio regrese al hospital de nuevo, por lo menos unos dos o tres años más”, describió.
Abogó por la construcción de nuevas instalaciones para albergar al Hospital Escuela. Es el momento de tener un nuevo hospital que venga a responder a las necesidades de los pacientes en este siglo XXI, adicionó. Este nosocomio comenzó a construirse en 1958 y concluyó las obras en 1967, es decir nueve años después.

En torno al juramento hipocrático, caviló que es probable que la salud en alguna medida está mercantilizada. Ese juramento –citó– no dice que tenemos que atender a todas las personas sin distingos de raza, credo, filiación política… Soy actualmente el secretario de colegiación del Colegio Médico y a mí me toca dar discurso cuando recibimos a los colegas y les remarcó a los jóvenes que tenemos que pedirle a Dios que nuestras decisiones no estén influenciadas por lo económico.
“Nos toca pagar deudas como cualquier ciudadano, pero lo que nunca debe hacer un médico es poner el dinero por delante, porque desde el momento que ponemos el dinero por delante, en ese momento perdemos la ética. Tuve un profesor suizo que decía: ‘medicina y dinero es una mala mezcla’ y me parece que sigue siendo cierto, reflexionó.
En contra de brigadas médicas cubanas
Sobre la operación de las brigadas médicas cubanas en Honduras, respondió que el problema es que en Honduras no cumplen con lo establecido en la ley bajo la complicidad del Estado.
Explicó que nadie en su sano juicio se opone a que vengan al país médicos extranjeros a ayudar a la población prestando sus servicios profesionales, sin embargo, no cumplen la normativa vigente. Estos galenos no demuestran con documentos que son lo que dicen ser, además una brigada médica no puede durar más de tres meses, de acuerdo con la ley.
Defendió que en Honduras hay muchos médicos desempleados y algunos ganando sueldos irrisorios.


El doctor Gutiérrez recapacitó que “si me preguntaran qué escuela de medicina quisiera establecer en Honduras, buscaría una europea, y si no tenemos recursos para mandarlos allá, los mandó a Chile, México, Costa Rica. Con el cariño que me merecen los médicos cubanos, cuando uno participa en congresos internacionales, uno no ve a cubanos exponiendo. Miramos que exponen japoneses, gringos, europeos. Existe la concepción de que los cubanos tienen buena escuela, pero en la parte hospitalaria no lo son. La medicina actual depende de la tecnología”.
Ejemplificó que tuvo un paciente que se operó en Cuba de la columna y a los tres meses se le salieron los tornillos. Su madre narró que vivió un infierno porque no había morfina, tramadol y el joven estaba postoperado con una herida de 20 centímetros y 18 tornillos, y lo trataban con acetaminofén. “Esa es la medicina de Cuba y no es que estamos en contra de ellos, pero estamos obligados a decir la verdad”, mencionó.

Papel de los médicos en política
El entrevistado excusó que muchos de sus colegas incursionan en política porque en sus trincheras de médicos se frustran cuando se enfrentan a muchos problemas estructurales.
“Uno de forma inocente queriendo ser un Sancho Panza, un Quijote que cree que va a mover los molinos, entonces uno accede a buscar estas posiciones políticas. Me tocó dirigir el Hospital Escuela como año y medio, y nos dimos cuenta que ahí hay estructuras enraizadas que no se pueden mover fácilmente porque uno cree que puede cambiar las cosas. A los diputados creo que también los ha de mover eso”, expuso.
Subrayó que “me convencí y creo que podemos hacer más tratando a nuestros pacientes. Los médicos en el Congreso la experiencia ha sido que la ley orgánica de ese poder del Estado es una norma autoritaria que niega la palabra a los opositores. Muchos de los colegas médicos han chocado con esa muralla y se han visto frustrados”.
Criticó que en el tema de la salud el actual gobierno se ha manejado con muchos errores porque se han tomado decisiones desde el punto de vista ideológico y no ha predominado lo científico.

Valoró la construcción de hospitales que lleva a cabo la actual gestión gubernamental y deseó que las edificaciones sanitarias se culminen con éxito.
El entrevistado se pronunció en contra de haber quitado los fideicomisos en la compra de medicamentos para la red pública. “Fue un grave error haberlo quitado de forma abrupta. Esas compras tardan seis meses a un año y a eso se debió la crisis en el primer año de este gobierno, fue una decisión estrictamente política, visceral y sin analizar”, estimó.

Sobre la carencia de médicos especialistas, analizó que es una problemática mundial. Solamente en las áreas quirúrgicas en el mundo hay un déficit de 2.2 millones de cirujanos (generales, ortopedas, neurocirujanos, ginecoobstetras, anestesiólogos) mueren 18 millones de personas al año esperando una cirugía.
El galeno envió un mensaje a los jóvenes que abrazan la carrera de medicina: “Yo les digo que estudien medicina, es la mejor carrera del mundo. Existen gratificaciones grandes, servimos a la gente. Cuando estudiamos, indefectiblemente vamos a triunfar. Podemos no ser tan geniales, pero si somos persistentes se logra alcanzar el éxito. A los médicos generales, les digo que se especialicen, la especialidad le cambia la vida a uno y uno le cambia la vida a la gente. Estudien medicina porque hay espacio y cada vez hay un relevo generacional. Si lo hacen de buena manera les irá bien si lo hacen con devoción y servicio”.
Alguien tocó la puerta del consultorio que atiende el doctor Gutiérrez. La entrevista llegaba a su fin. Apresuradamente tomó la bata blanca porque lo requerían en la sala de urgencias médicas para supervisar a un paciente. Así se marchó el galeno que todavía sueña con entregarle al país un poco de lo mucho que le dio en su formación médica. JS