Irrespeto y anarquía

Luis Cosenza Jiménez

El recién pasado 23 de julio la televisión y la prensa nos presentaron un bochornoso acto que jamás pensé que presenciaríamos. Un grupo de políticos que militan en Libre dirigieron una turba para que físicamente removieran a un periodista de un Tribunal donde se le juzgaba por una acusación en su contra.

Independientemente de lo que uno pueda pensar del periodista en cuestión, la conducta de los dirigentes de Libre, y de la turba que los acompañó, merece ser condenada en los términos más contundentes. Se trata, ni más ni menos, de un total irrespeto por nuestras débiles instituciones y de un intento por sembrar la anarquía en el país. Acepto que muchos de nosotros nos hemos resignado a esperar lo peor de estos dirigentes, pero confieso que jamás pensé que podrían rebajarse a ese nivel. Confieso igualmente que me ha sorprendido, muy negativamente, la escasa importancia que la población, en general, y la prensa, en particular, han concedido al vergonzoso acto. No obstante, si el acto permanece impune estaríamos aceptando la tiranía de la turba, el yugo de la anarquía y el imperio de la ley de la selva. Permítanme explicar por qué.

Acepto que nuestras instituciones son débiles, pero aún así, el Poder Judicial es la última instancia para dirimir nuestras diferencias de manera civilizada. La alternativa es recurrir a la justicia por nuestras propias manos y todos sabemos las consecuencias que sufriremos si optamos por esta vía. Además, el sistema de justicia cuenta con instancias para apelar la decisión de los Tribunales y por último, en lo referente a los derechos humanos, podemos recurrir a instancias internacionales, tales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Disponiendo de todas esas instancias, lo prudente, lo civilizado, es recurrir a ellas, hasta agotarlas. Si al final no se nos da la razón, pues habría que concluir, con hidalguía, que no pudimos probar nuestra tesis. Por el contrario, recurrir a la violencia, a la destrucción de bienes públicos para física y violentamente extraer a un imputado para impedir que se le juzgue es retroceder a impartir justicia por nuestras propias manos y al imperio de la barbarie.

Uno esperaría que de oficio e inmediatamente el Ministerio Público proceda en contra de quienes lideraron este irresponsable e ilegal acto. De no hacerlo se estará aceptando que el Estado se encuentra postrado e indefenso frente a los ataques de los bárbaros. La estimada lectora podrá fácilmente concluir que de permanecer impune esta bochornosa acción próximamente veremos otras iguales o peores y que como sociedad caeremos en la anarquía. En esa situación, cada quien tenderá a protegerse por los medios a su alcance y se entronizará el caos y la violencia. En efecto, estamos frente a una coyuntura sumamente preocupante, en la cual un grupito de facinerosos ha decidido desconocer nuestras instituciones, imponer por la fuerza su voluntad y secuestrar nuestro país. Triste lo que el futuro nos depara si este acto permanece impune.

Por otro lado, entendemos que el imputado ahora se encuentra hospedado en las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Si bien el Comisionado puede decidir darle posada indefinida en su propia casa o en sus oficinas, lo procedente es que lo ponga nuevamente, y de inmediato, en manos de los Tribunales competentes para que el juicio pueda continuar. Puede también asignar a uno de sus colaboradores para que acompañe al imputado durante el juicio y así asegurar el respeto a sus derechos humanos. Si no se procede de esta forma, si se impide el curso normal del juicio, el Comisionado fomentaría el desacato a la autoridad y promovería el retorno a la barbarie, y que los diferendos se zanjen mediante la fuerza bruta. En todo caso, se ha sentado un pésimo precedente ya que ahora cualquier persona que tenga cuentas pendientes con la justicia podrá refugiarse en la casa o las oficinas del Comisionado, buscando de esa manera eludir la justicia. Pregúntese usted, estimado lector ¿estarán los extraditables empacando sus maletas para convertirse en huéspedes del Comisionado? Es realmente increíble lo que nos sucede.

Triste situación a la que hemos llegado por culpa de políticos pueriles, irreflexivos y, generalmente, corruptos. Y no me refiero únicamente a quienes participaron en este ignominioso acto, sino que también a aquellos que con sus actuaciones han minado el estado de derecho y destruido la credibilidad de nuestras instituciones. Por cierto que los ciudadanos también somos al menos parcialmente responsables de la calamidad que padecemos. Nuestra indiferencia y nuestro silencio ensordecedor se tornan en valiosos aliados de quienes buscan destruir nuestro país y subyugarnos. Todavía hay tiempo y espacio para hacer escuchar nuestro clamor de protesta y nuestra sed de justicia. Sin embargo, el tiempo apremia y los enemigos de la libertad y del estado de derecho, ubicados tanto en la llanura, como en el gobierno, acechan el momento propicio para propinarnos el próximo zarpazo. No dude, estimada lectora, que próximamente recibiremos otro golpe, y que esa práctica continuará salvo que enérgicamente protestemos.

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