Iglesia Católica: la ambición de poder genera injusticia en Honduras

Tegucigalpa – La Iglesia Católica dijo hoy que la condición humana y el deseo de ser los primeros, la ambición de poder, los celos, las envidias y la competitividad, están generando injusticia en Honduras.

– La ambición existe hasta en la iglesia y es lo que ha generado este mundo injusto, exclamó el líder católico.

La homilía dominical celebrada en la Catedral Metropolitana, fue brindada por el padre Juan Carlos Martínez, quien lamentó que la ambición y el deseo de poder “sobrepasa a algunas personas” en este país centroamericano.

Manifestó que “hasta cierto punto es comprensible porque a todos nos gusta estar cerca de las personas importantes y ocupar los primeros puestos”.

No obstante cuestionó que “¿Por qué tenemos que ser los primeros?”.

El líder católico reconoció que “a todos nosotros nos han educado para ser los primeros, el primero de la clase; en la profesión; el número uno de la carrera”.

Consecuentemente refirió que “todo eso conduce irremediablemente a la ambición de poder, a buscar prestigio social y el dinero que nos da poder y crea un mundo injusto y duramente competitivo en el que estamos insertos”.

Según Martínez, “en el ámbito civil, lo normal es ejercer el poder, tiranizando y oprimiendo a los demás, nuestra sociedad funciona así, gente ambiciosa que logra imponerse sobre nosotros, ocupar puestos importantes, éxito profesional y ejercer el poder”.

No obstante subrayó que en la vida cristiana “se da vuelta a esa perspectiva”, al enfatizar que “lo más importante en la vida, no es tener éxito, ni ser más importante que los demás, lo verdaderamente importante es crecer en lo que somos y vivimos plenamente”.

“¿De qué sirve lograr ser los primeros, si nos perdemos de lo esencial?”, exteriorizó.

Además dijo que “la grandeza no consiste en ocupar un cargo importante, en triunfar, en lograr prestigios sociales, sino que se basa en el servicio por el amor”.

Delimitó que “la ambición está en todas las instituciones, en todos los grupos, en nosotros mismos y en la iglesia”.

Para concluir recalcó que “la ambición es lo que ha generado este mundo injusto y competitivo”.

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