Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Tras una jornada electoral para el olvido en cuanto a organización y cumplimiento de sus deberes de las instituciones responsables como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y las Fuerzas Armadas (FFAA), fue el propio pueblo que salvó sus elecciones y dio un claro aviso a los dirigentes e instituciones políticas de no estar dispuesto a dejar la vía democrática como su forma de gobierno y contrato social entre ciudadanos y gobernantes.
El domingo, día de las elecciones primarias e internas para el tripartidismo conformado por los partidos Libre, Liberal y Nacional, la sorpresa fue mayúscula para los votantes cuando al acudir a sus centros de votación encontraron en Tegucigalpa y San Pedro Sula que las mismas no habían sido trasladadas.
Acostumbrados por más de tres décadas a que el material electoral se encontraba en los centros la noche antes de la elección, el domingo las cosas fueron diferentes, los votantes se presentaron a la Juntas Receptoras de Votos, pero las urnas y papeletas no habían sido trasladadas a tiempo, mientras las autoridades electorales llamaban a la calma y señalaban que todo era un contratiempo.
Pero al pasar las horas, los votantes acudían al centro y se retiraron sin que las urnas y papeletas llegaran, causando primero sorpresa, pero después indignación entre los votantes que por primera vez no entendían como el material no estaba en el centro electoral, pero sí a través de las redes sociales se mostraban urnas en los buses de transporte urbano, conocidos como “rapiditos”, y en otros lados sencillamente estaban en vías públicas.
Las denuncias y primeras protestas no se hicieron esperar y pasado el mediodía las autoridades se dieron cuenta que el proceso normal y la planificación había fallado y que las alertas nunca se activaron, porque los militares no acompañaron el transporte de las urnas, tampoco estaban los llamados custodios electorales que los proporcionaron los propios partidos en contienda.


Ya por la tarde se conoció que a algunos centros electorales llegaban las urnas, pero solo las del partido oficialista y las de los dos opositores no fueron llevadas.
Pero la resistencia ciudadana ya estaba instalada en el corazón de cada votante que nunca estuvo dispuesto a retirarse definitivamente y reclamaban con mayor vehemencia el traslado de las urnas.
A pesar de la ausencia de las papeletas y urnas, los votantes mantuvieron su firmeza y permanecieron en los centros de votación, hasta altas horas de la noche, ya que a algunos sitios las urnas llegaron a las nueve de la noche, 12 horas después que debía iniciarse el proceso.
La resistencia ciudadana llevó a los electores a votar hasta las primeras horas de la mañana del lunes, salvando sus elecciones y dando el mensaje fuerte que no están dispuestos a que sean despojados de su derecho a elegir sus candidatos y con ello a dotarse de las autoridades que ellos designen, rechazando con ello la imposición que ha caracterizado a regímenes como el de Venezuela y Nicaragua.
El colmo del desorden
Todavía la población no se explica y lo pone como ejemplo cómo es posible que las urnas llegaron a tiempo a la lejana Mosquitia hondureña, un departamento selvático en el Caribe, o poblaciones del interior del país, para lo cual se debieron utilizar aviones, pipantes o burros para trasladar el material, y en el propio INFOP, donde estaba el almacén central, no pudieron trasladar a pie las urnas que son habilitadas en el mismo centro de formación.
Tampoco se explican como colonias cercanas como Miraflores, Kennedy, Las Palmas y otras cercanas, que a pie no están a más de 20 minutos, las urnas nunca estuvieron a tiempo y al buscarlas habían sido trasladadas a otros puntos de la capital.
En San Pedro Sula tampoco se explican que las urnas trasladadas a Cofradía tardaron cinco horas en llegar, cuando el trayecto normal no supera los 30 minutos.

En una hora el CNE resolvió
En horas de la tarde y noche los funcionarios electorales comenzaron el proceso de búsqueda de las urnas a fin de trasladarlas a los centros de votación.
En ese sentido, la consejera Ana Paola Hall se lamentó que el CNE encontró en una hora y entregó las urnas lo que a las Fuerzas Armadas le tardó ocho horas, con lo cual dejaba en evidencia el malestar con la institución armada.
Y es que la Constitución en su Artículo 272 establece “que el Presidente de la República pondrá a disposición del Tribunal Supremo Electoral (hoy CNE) el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (Ejército, Fuerza Aérea y la Fuerza Naval) en todo el territorio nacional un (1) mes antes de las Elecciones Primarias hasta la declaratoria de las mismas. Son los encargados de brindar la seguridad, el transporte, custodia y vigilancia de las maletas electorales y los Kit Tecnológicos antes, durante y después del proceso”.
El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Roosevelt Hernández, insistió durante el domingo que cumplieron su rol, pero nunca logró explicar porque las urnas fueron trasladadas en buses de transporte de personas, sin custodios y que las mismas fueron llevadas a otros centros y no al indicado según la planificación hecha y que los militares en los procesos anteriores habían cumplido diligentemente.

Este lunes fiscales del Ministerio Público interrogaron al general Hernández sobre la responsabilidad castrense en el desastre del domingo y que fue salvado por los ciudadanos que se mantuvieron firmes en la defensa de su voto y de la democracia.
El malestar ciudadano responsabiliza a los militares y al pleno del CNE por la jornada del domingo y clama por responsabilidades a los autores y responsables de hacer casi malograr la democracia hondureña, salvada una vez más por la población.
Algunos se interrogan qué estará pasando en los mandos medios del instituto armado, que vieron que su institución se vio manchada por primera vez y no cumplió la misión constitucional de transportar y custodiar el proceso electoral.
La esperanza ciudadana que la lección quedó aprendida y que el mensaje sea claro para el 30 de noviembre cuando los hondureños acudan a las urnas para elegir el nuevo presidente para el mandato 2026-2030, así como los 128 diputados al Congreso Nacional, los 298 gobiernos municipales y los 20 al Parlamento Centroamericano (Parlacen). (PD)