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Hondureños celebran XIII Festival del Choro, el «caviar de los lencas»

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Tegucigalpa – Los hondureños están celebrando desde el jueves, hasta el domingo, el XIII Festival del Choro y el Vino, el primero un hongo comestible que es común en el occidente de Honduras y que, para algunos comensales, es «el caviar» de la etnia lenca.

En honor al choro, una especie de setas que crece en las partes altas de los departamentos de Intibucá y La Paz, este año el festival incluye la elección de su reina, música, exposiciones, un desfile hípico y de carrozas, una variada gastronomía y otras actividades cívicas y culturales.

Los anfitriones del festival son las ciudades gemelas de Intibucá, departamento del mismo nombre, y La Esperanza, ambas separadas por una calle.

chorroEl choro es tan viejo como la historia de los pueblos del occidente de Honduras y su temporada se da con la llegada de las primeras lluvias, entre mayo y junio.

Durante algún tiempo algunos sectores de la zona llegaron a creer que consumir el choro era algo propio de las familias pobres, principalmente de los lencas.

Pero qué «equivocados estuvieron», porque el choro para algunos conocedores como el periodista Enrique Guzmán, el popular hongo «es el caviar de los lencas», uno de los nueve grupos étnicos que tiene Honduras.

«Comer choro es un lujo, este platillo realmente es un manjar», indicó a Acan-Efe Guzmán, quien conduce un programa de televisión en la ciudad de Marcala, departamento de La Paz.

Los lencas tienen en el choro una delicia, que completan con su «atol agrio», bebida caliente a base de maíz, que viene siendo «su yogur», indicó Guzmán, también conocido como el cronista de Marcala por sus aportes históricos sobre su ciudad.

Guzmán señaló además que, con su esposa, Lorena Melghem, también periodista, preparan el choro con chile verde, ajo, tomate, cebolla y especias, todo sofrito en aceite de oliva, a lo que luego le agregan los choros y un poco de mantequilla.

«Modestamente, porque no somos expertos en la cocina, nos quedan de chuparnos los dedos», comentó Guzmán mientras limpiaba unos choros para la comida de hoy.

Agregó que «hay varias formas de preparar los choros» y que en algunos restaurantes los sirven solamente con ajo y aceite de oliva, o fundidos con quesillo en un «anafre» (hornillo portátil de barro).

Hay quienes también lo añaden a otras comidas como el pollo guisado, lo que para Guzmán hace perder un poco la textura y el sabor natural del choro.

El nombre científico del choro es «amanita caesarea»). Su color es rojo y amarillo.

El platillo que, para algunos también es «manjar de dioses», atrae todos los años a turistas nacionales y extranjeros que se dan cita en el Festival del Choro y el Vino.

En lo que respecta al vino, los nativos de Intibucá y La Esperanza lo elaboran artesanalmente a base de diversas frutas propias de la zona como moras, manzanas y durazno, entre otras.

Los lencas también ofrecen a propios y extraños su fina alfarería y tejidos a mano en vivos colores, que traen a las ciudades de Intibucá y La Esperanza.

Algunos turistas prefieren ir a visitarles en sus comunidades como Chiligatoro y El Cacao, donde tienen sus telares hechos de madera y obtienen mejores precios por las piezas.

Los tejidos son hechos por mujeres lencas, quienes elaboran manteles, abrigos, pañuelos y otras piezas para mujeres y hombres.

Sus manualidades también serán parte del Festival del Choro y el Vino en Intibucá y La Esperanza, que desde hace trece años aglutina a miles de hondureños y extranjeros en una de las regiones más altas de Honduras.

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