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Honduras, uno de los países latinoamericanos que se mantienen fieles al régimen de Maduro

Caracas – Las relaciones diplomáticas de Venezuela se han deteriorado en los últimos meses, con un notable recrudecimiento tras las presidenciales del 28 de julio, cuyo resultado oficial dio la victoria a Nicolás Maduro, que el próximo día 10 espera asumir de nuevo la Presidencia, a pesar de las denuncias de fraude electoral vertidas por la oposición.

En los últimos años, Venezuela había sumado importantes logros en su política exterior, en unos casos, por los cambios de Gobierno en naciones de peso para el país caribeño, como Colombia, Brasil o Chile, y en otros, gracias al trabajo bilateral de normalización o restablecimiento posterior al quiebre de 2019, originado también por unos comicios presidenciales.

Pero en 2024, vivió un nuevo retroceso, especialmente en el continente americano, con la ruptura de relaciones, en un solo día, con Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay, cuyos gobiernos rechazaron el resultado oficial de las elecciones, lo que llevó a la suspensión inmediata de contactos diplomáticos por decisión de Venezuela.

Paraguay se sumó ayer, lunes, a la lista de países con los que Caracas ha roto relaciones, después de que su presidente, Santiago Peña, mostrara su apoyo al candidato presidencial opositor, Edmundo González Urrutia.

También hubo distanciamiento con Estados Unidos, sin vínculos diplomáticos desde 2019, pero con un importante acercamiento desde la llegada a la Presidencia de Joe Biden, en enero de 2021, que dio paso a negociaciones y acuerdos, fruto de varios encuentros entre las partes.

Brasil y Colombia, ‘amigos’ críticos

Después de varios años de disputas con los Gobiernos de Colombia y Brasil, Venezuela recuperó los vínculos con los dos, con la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia del país cafetalero en 2022, y de Luiz Inácio Lula da Silva a la del gigante latinoamericano en 2023.

Sin embargo, en 2024, las críticas de Petro y Lula a la Administración venezolana por las inhabilitaciones de opositores, que impedían inscribir su candidatura para las presidenciales de julio, originaron los primeros roces.

La tensión se incrementó considerablemente desde las elecciones, debido a que el Consejo Nacional Electoral (CNE), que otorgó la victoria a Maduro entre acusaciones de fraude, nunca mostró pruebas del proclamado triunfo ni publicó los resultados desglosados.

Mientras, la oposición mayoritaria, representada en los comicios por González Urrutia, reclama la victoria, que avala con el 85 % de las actas, que asegura haber reunido mediante testigos y miembros de mesa de votación, documentos que el Gobierno tacha de falsos.

Lula y Petro reclamaron al CNE la publicación de las actas oficiales, con el fin de poder posicionarse, y reconocer la victoria de Maduro o de González Urrutia, ya que, hasta el momento, no dan por válida la victoria de ninguno de los dos, frente a otros países que consideran al líder opositor el «presidente electo».

Ambos consideran que «si no hay actas oficiales, no hay reconocimiento» para Maduro, que prevé asumir el cargo el 10 de enero, mientras que González Urrutia asegura que será él quien asuma la Presidencia.

Aliados fieles

Entre las críticas de la gran mayoría de los países del continente, Maduro mantiene a sus aliados incondicionales, fieles al chavismo contra viento y marea.

La Cuba de Díaz-Canel, la Nicaragua de Daniel Ortega y la Bolivia de Luis Arce lo tienen claro, sin necesidad de prueba alguna. Si el CNE, liderado por magistrados chavistas, dice que ganó Maduro, no hay nada que debatir.

También Honduras, con Xiomara Castro en la Presidencia, reconoció a Maduro como mandatario electo, pero con menos contundencia que Díaz-Canel, Ortega y Arce, que aprovechan cualquier oportunidad para reiterar su defensa al liderazgo chavista y a la controvertida victoria.

Aparte de los aliados de la región latinoamericana, la Venezuela de Maduro cuenta con el apoyo de China, Rusia, Irán o Turquía, entre otros, aunque sus relaciones están más centradas en el ámbito económico y comercial que en coincidencias políticas, con menor protagonismo en el tablero internacional.

Restablecimiento de vínculos, una tarea necesaria

De cara al período presidencial 2025-2031, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con los actuales ‘enemigos’ es una cuestión urgente, tanto por cuestiones políticas como, sobre todo, económicas.

Pese a la crisis de los últimos años, la riqueza y el potencial de la Venezuela próspera de los años 80, se mantienen intactos.

El petróleo, los minerales, el diamante, el oro, el cacao, el gas, o la pesca, entre otros, necesitan buscar salida a la exportación y, para ello, son necesarios los vínculos ahora rotos.

Más allá de relaciones cercanas en el ámbito político, a Venezuela le interesa restablecer los lazos por la prosperidad del país, y a las naciones ahora alejadas también les importa la amplia oferta venezolana. EFE

(vc)

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