Para los latinoamericanos no hay ninguna fiesta que unifique de tal forma y, en cualquier lugar en donde alguien se encuentre, la tradición más fuerte gira alrededor de las fiesta para celebrar el nacimiento del niño Jesús, en Belén de Judea, hace 2010 años, matizada por una mixtura de eventos que conjugan las tradiciones prehispánicas con las cristianas.
Al margen de los análisis sociológicos sobre el consumismo, las modas importadas, los excesos individuales y un sin fin de detalles, nadie puede desconocer las sonrisas, los sueños y la magia de los niños y las niñas, las especiales reuniones familiares y de amigos y la música de temporada con los más entráñales ritmos.
El jovial San Nicolás, esa medieval figura, capaz de despertar la imaginación de los pequeñitos, ha inundado las ciudades y su presencia puede apreciarse en plazas públicas, en los mercados y en los centros comerciales. Su estampa ya no se reserva exclusivamente para bajar por el tejado en la nochebuena.
En Honduras, este año las fiestas navideñas parecen ayudar a que la gente recobre la tranquilidad pérdida durante el último medio año, luego de los sucesos que terminaron con el mandato del depuesto Manuel Zelaya, dijo una psicóloga consultada por Proceso Digital.
![]() | “Si las dificultades han sido grandes que las esperanzas sean mayores” reflexionó, en un mensaje de navidad, el obispo Ángel Garachana, a sus feligreses en la norteña ciudad de San Pedro Sula, para referirse a la confrontación y a las dificultades que han enfrentado a los hondureños. Han ocurrido eventos que al final del año han logrado ocasionar satisfacciones en medio de la crisis: el triunfo de la selección hondureña que logró su clasificación a Sudáfrica 2010; las elecciones generales que se celebraron en tranquilidad, donde la población participó masivamente y la llegada de la navidad que permitido a la gente recobrar sus espacios públicos y sus costumbres. |
Así, en medio de tradiciones, alejados brevemente de la realidad cotidiana, que les envuelve en inseguridad, sequía, crisis financiera, desempleo y pobreza, los hondureños han dado paso a la tradición, sus festejos y especialmente esperanzas.