Los sondeos de opinión pública indican que los partidos políticos, en su conjunto, se encuentra en serios procesos de legitimidad y confianza, apenas obtienen entre un dos y un seis por ciento de aceptación entre la población, un indicador que amerita de reflexiones profundas y respuestas rápidas e idóneas.
La crisis política de junio de 2009, a criterio de los expertos, fue el detonante de un proceso anterior acumulado desde hace una década y que está relacionado con la incapacidad de la clase política para garantizar crecimiento económico, seguridad y reformas congruentes con la situación de pobreza y desigualdad prevalecientes.
Según estadísticas oficiales, el año pasado Honduras tuvo 47 mil nuevos hogares que no pudieron cubrir con sus ingresos el costo de la canasta básica, ingresando así a la categoría de pobres. Este dato, equivale aproximadamente a unas 216 mil personas.
La regresión que se experimenta en algunas franjas de la pobreza, obedecen no solo a la crisis de 2009, sino que se remontan al mal manejo que del crecimiento y el desarrollo efectuó la administración liberal de los últimos cuatro años, al enfrentarse a una crisis económica interna e internacional con efectos visibles en el 2010, sin contar con un plan anticrisis; por el contrario, se vivió una especie de despilfarro que se llevó de encuentro los fondos de la condonación de la deuda externa y de la estrategia de reducción de la pobreza.
Pero los partidos políticos parecen concentrarse más en el bullicio del próximo proceso electoral, a calentarse entre sí por quienes serán los próximos candidatos, sin darse un alto obligado para analizar cómo los ven, cómo están y qué pueden hacer, más allá de las pegatinas y las canciones pegajosas.
![]() | Honduras vive actualmente una especie de reconfiguración de actores políticos y sociales, marcada por una polarización post crisis que lleva al actual gobierno del presidente, Porfirio Lobo, a centrar su desempeño en el manejo de los aspectos básicos para la gestión del conflicto político. Al menos, así lo expuso el director del Centro de Estudios para la Democracia (CESPAD), Gustavo Irías, al presentar un informe de análisis político prospectivo sobre los escenarios posibles en la actual crisis política hondureña. |
Irías, junto a los investigadores Eugenio Sosa y Francisco Saravia, presentaron esta investigación que fue precedida de una encuesta de opinión. Para el informe, utilizaron solo parte de la encuesta, que entre sus principales revelaciones indica que más de 60 por ciento de los hondureños se ubica dentro una postura centrista, es decir, ni en la izquierda ni en la derecha.
En la presentación del documento, ellos presentan al menos doce tendencias que marcan la situación actual del país, que van desde la ruptura del crecimiento económico de los años 2004-2008 hasta una lenta recuperación de la economía en el 2010; el incremento de la pobreza y la desigualdad, aumento de la conflictividad social, el tema de los derechos humanos, la postura de la resistencia zelayista en no reconocer el gobierno del presidente Lobo, la desconfianza en las instituciones, en especial en los partidos políticos, entre otros.
Según Irías, el país experimenta un creciente desencanto con la satisfacción de la democracia y sus instituciones, tras afirmar “que el país vive un momento de crisis de la democracia”.
“Hay una especie de impugnación ciudadana de la democracia electoral, así como a los detentores del poder político, por lo que nos atrevemos a plantear escenarios prospectivos, sin ser adivinos, sobre cómo podría andar el rumbo del país en el 2011”, argumentó Irías.#
- El primer escenario
- Acuerdos mínimos, segundo escenario
- Crisis se agudiza, un tercer escenario
- Lo posible y lo factible
#El primer escenario Esos escenarios que propone la CESPAD pasan el primero, porque la crisis política no se supere en el 2011, sino se logran cumplir las condicionalidades de la OEA para el retorno del ex presidente Manuel Zelaya, quien funge como “huésped especial” en República Dominicana. Esto llevaría a que Honduras “mantiene su situación de Estado excluido de la OEA. Igualmente persiste la presión sobre el gobierno hondureño en el tema de derechos humanos por parte de organismos internacionales especializados y de algunos países”· Ello puede incurrir en aumentar o mantener la imagen de descrédito del país en la materia. Siempre en este primer escenario, plantean que el sistema político hondureño no logra estabilizarse ni recuperar credibilidad ante la ciudadanía, que pasa porque el Partido Nacional no aumente su caudal electoral, el Partido Liberal vaya al descalabro y el llamado Frente Nacional de Resistencia zelayista tampoco logre consensos acerca de la estrategia a seguir y sea parte—como lo está—de una profunda división interna de enfoques y protagonismos. Este panorama de disgregación de las fuerzas políticas, puede ahondar en crisis de gobernabilidad futuras, al margen de que el próximo proceso electoral estaría signado por un ambiente de insatisfacción que perfilaría un gobierno de “abierta minoría”. ¿Qué posibilidad tiene este escenario de concretarse? Se preguntan los investigadores, para concluir que son altas, pues con el reconocimiento diplomático de un amplio número de países y con el restablecimiento de los flujos financieros de los organismos internacionales, “tienen la percepción de que lo más duro ya pasó y que sólo es de esperar que el tiempo diluya o debilite la oposición política”, en donde los factores externos en la relación con Estados Unidos será decisivo. Pero ello no garantiza que no habrá nuevas crisis, porque los problemas estructurales de fondo persistirán y se pueden agudizar, según el planteamiento. |
#Acuerdos mínimos, segundo escenario El segundo escenario político para Honduras es el de los acuerdos mínimos orientados hacia la transición de una salida democrática a la crisis política y estructural.
Obviamente, el retorno de Zelaya y su protagonismo en la escena política conllevará a un reposicionamiento de la Unión Cívica Democrática (UCD) y a levantar su perfil para neutralizar las acciones zelayistas. No obstante, prevén que la conflictividad social tiende a estabilizarse y mejorar sus niveles de articulación, aunque seguirá siendo precaria. La fase de los acuerdos mínimos será un paso necesario para avanzar en un futuro a mayores niveles de gobernabilidad, pero en especial a una gobernabilidad democrática. Las posibilidades de que se concrete este escenario, son de término medio, pues en el corto plazo, la presión internacional sobre el tema Zelaya y los derechos humanos se mantendrá. La disyuntiva en este escenario es hasta dónde las fuerzas tradicionales del país apostarán al fortalecimiento o la ruptura del bipartidismo político, y hasta dónde la resistencia zelayista es capaz de dar un paso adelante en una propuesta viable y creíble más allá del discurso de la “refundación” de Honduras. |
#Crisis se agudiza, un tercer escenario Finalmente, el tercer escenario que se vislumbra para Honduras, a manera de prospectiva política, es el de que la crisis política se agudiza, se produce un mayor deterioro de la democracia y por ende más ingobernabilidad. Aquí el retorno de Manuel Zelaya, por la imposición internacional, jugaría en su contra en cuanto a brotes de polarización entre sus adversarios y partidarios. Zelaya puede venir no en posición de diálogo, sino de demandas por la fuerza y aglutina entre sus simpatizantes presiones populares en las calles para exigir la asamblea nacional constituyente, entre otros.
El presidente Lobo pondría a prueba su capacidad de gestión y manejo del riesgo con probabilidades de deslegitimar sus acciones si opta por la vía de la represión y se aumentan las violaciones a los derechos humanos, dejando así nulas cualquier opción a la construcción de mínimos consensos. Las posibilidades de que estas acciones se produzcan son de término medio, y no es precisamente el más favorable en la actual coyuntura para Honduras. |
#Lo posible y lo factible Pero de acuerdo al análisis, estos escenarios planteados no son hechos que se darán a pié juntilla, “plantean lo que podría ocurrir de acuerdo a las tendencias actuales del contexto, pero no es lo que en realidad ocurrirá”.
Para el politólogo, Ernesto Paz, a estos escenarios prospectivos se deben agregar otras categorías que caen en “lo real, lo simbólico y lo imaginario”. “El documento no dice que pasará, señala lo que podría pasar, pero incorpora el elemento de la viabilidad y la factibilidad, donde lo posible es lo factible técnicamente”, señaló. Para Paz, académico universitario, la crisis del 2009 es el reflejo de una nueva dinámica de las relaciones de poder, donde se produjo una ruptura y es “preciso una salida negociada del conflicto, antes que se apodere el miedo entre todos los actores”. |