

Tegucigalpa (Especial por Ronald Ordóñez) – En el corazón del istmo centroamericano, donde el sol tropical besa las tumbas adornadas y el aroma de las flores de muerto se entremezcla con el humo de las velas, Honduras se convierte este 2 de noviembre (Día de los Difuntos) en un puente entre la cultura, tradición y la herencia.
– Centroamérica, mosaico de volcanes y costas, celebra el Día de Difuntos con una diversidad que refleja su herencia multicultural.
El Día de los Difuntos, o Día de Muertos, no es sólo una fecha en el calendario católico: es un sincretismo vivo, un abrazo cultural entre países de la región, que honra a los ancestros con colores vibrantes, sabores ancestrales y un respeto profundo por la muerte como extensión de la vida.

Desde México hasta Honduras, las culturas se mezclan esta fecha, pero el propósito es uno solo, honrar a los que ya partieron del plano terrenal. Pero si hay un país donde este homenaje late con una devoción callada y emotiva, es Honduras, tierra de garífunas y lencas que teje la memoria en cada pétalo y cada corona, de hecho este día también se le conoce como día para coronar en las tumbas, por lo que cintos de familia pasan el día en los cementerios.

El origen de esta fecha no sólo evoca cultura y tradición sino también historia, se remonta a las antiguas cosmovisiones mesoamericanas -mayas, aztecas y pipiles- que veían la muerte no como fin, sino como un viaje al inframundo, al que se guiaba con ofrendas para que las almas regresaran en paz.
Honduras ha avanzado en la idiosincrasia sobre el tema, dijo a Proceso Digital, la directora del Museo Para la Identidad Nacional (MIN), Eva Gómez, quien resaltó que incluso ahora honra a sus muertos con caracterizaciones como las catrinas, una costumbre muy arraigada en México, pero que ahora abraza la población hondureña.

En ese sentido, contó que el MIN lleva ya 10 años celebrando un festival de las catrinas todos los días previos al Día de los Muertos. “Yo ya he estado en Copán Ruinas, dónde todas las personas van a ofrecer ofrendas a sus muertos, nosotros en la misión del Museo de promover la cultura universal, hacemos el festival de las catrinas donde festejamos la muerte ya que vivimos para morir”, expresó.
Homenaje a los muertos
Julio, un guatemalteco que hace varios años vive en Honduras dijo a Proceso Digital que todos los países tienen diferentes tradiciones, pero todas tienen el mismo objetivo: rendir homenaje a los muertos.

México tiene las catrinas, Guatemala lo celebra con fiambre, una comida especial que solo se hace en esta época y en Honduras se va a coronar a las tumbas, pero todas estas tradiciones tienen el mismo propósito que es rendir homenaje a los muertos.
Contó que ha conmemorado esta fecha en todos estos países, pero desde hace varios años lo hace en Honduras.
“Recordamos a los que murieron, por creencias religiosas podemos pensar que se fueron al cielo, pero se trata de no olvidarlos”, consideró.
Cultura
Honrar a los muertos trasciende cualquier religión y cualquier creencias, independientemente de las personas a las que no les gusta disfrazarse, se trata de recordar a los muertos, dijo a Proceso Digital la hondureña Paola, quien optó por honrar a sus muertos disfrazándose de catrina.

Disfrazarse es una tradición de toda Centroamérica y me encanta porque no es una fiesta que no irrespeta a ninguna religión, entonces se convierte en un tema cultural.
Disfrazarse de catrina es una forma de rendir tributo a los muertos, ya es tradicional, acotó. La catrina nos recuerda la mortalidad, es decir que ricos y pobres vamos a morir, dijo.
Honduras requiere de más espacios culturales
De su parte, la hondureña, Meilin Yusan, señaló a Proceso Digital que el país requiere de más espacios culturales.
En ese contexto, agradeció que el MIN abra sus puertas a un festival de las catrinas.
Este año decidió caracterizarse como una catrina, fue su primera vez, y compartió que disfrutó la experiencia.
Consideró que su caracterización sólo es otra forma de no olvidar a los que ya partieron del mundo.
Sin embargo, también visitará los cementerios donde tiene enterrado a sus parientes ya que esta es también una tradición que se hereda.

Llamado a no olvidar
Mientras el sol se pone sobre los panteones centroamericanos, dejando un rastro de humo y pétalos, queda claro que el Día de Difuntos trasciende el luto.
Es una afirmación de identidad, un recordatorio de que las raíces indígenas y la fe importada han forjado un continente donde la muerte se celebra con la misma pasión que la vida.
En Honduras, ese latido es particularmente fuerte: un llamado a no olvidar, a reunirse, a endulzar el recuerdo. Porque, al final, como susurra el viento entre las tumbas, los difuntos no parten; solo esperan la próxima ofrenda o recordatorio para volver a casa. (RO)











