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Homilía: El Evangelio es la única fuerza capaz de enderezar lo que está torcido e iluminar lo que está oscuro

Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher Tatay, reflexionó este domingo que el Evangelio es la única fuerza capaz de enderezar lo que está torcido e iluminar lo que está oscuro.

Durante la homilía dominical el también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), señaló que la predicación del Evangelio, con toda su fuerza redentora, no es una opción añadida para los cristianos, ni es una oferta más para el mundo, es en cambio la única fuerza capaz de enderezar lo que está torcido e iluminar lo que está oscuro. 

Caviló que el significado de la Ascensión de Jesús radica en que Él ya no está como antes, pero ahora es mejor conocido y más amado que antes.

Ellos, los primeros cristianos, somos también nosotros, que, al celebrar la santa misa en asamblea dominical, en cada barrio y cada aldea, en una catedral o capilla, en una Ermita o Santuario, vivimos la presencia del Resucitado en cada rincón de la tierra, dijo.

Donde termina la misión de Jesús, empieza la misión de su iglesia, acentuó.

La ascensión de Jesús a los cielos abre el camino a dos importantes acontecimientos: el envío del Espíritu Santo y su segunda venida gloriosa, explicó.

La última y gloriosa venida de Jesús evidenciará la enorme responsabilidad -eclesial y personal- de vivir en santidad como discípulos suyos, enfatizó.

Finalmente, invitó a “quién en su vida quiera conocer el cielo, que venga con nosotros a misa, en ella se encontrará con el amor verdadero, con Cristo vivo, con el Señor Resucitado”.

A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del santo Evangelio según San Lucas 

Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”.

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios. (RO)

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