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Historias de un taxista amigo del presidente Lobo y del “Tigre” Bonilla

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Tegucigalpa – No es con un alto funcionario de gobierno, economista o experto en temas de país, aunque a decir verdad, don Guillermo tiene un poco de todos esos ciudadanos.
 

Conductor de un taxi en los últimos 18 años de su vida, su rutina comienza a las 6:30 de la mañana y concluye a eso de las 9:00 de la noche, los siete días de la semana.

A don Guillermo, así como a una buena parte de los 40 mil taxistas a nivel nacional, le toca pagar 1,200 lempiras mensuales por concepto del mal llamado “impuesto de guerra”, cuota que cobran los mareros, como extorsión, para dejarlos trabajar en paz.

Este taxista no juega a seducir a la vida, como dicen las “Historias de un taxi”, cantadas por Ricardo Arjona. Lo que pretende este humilde hondureño es algún día llegar a tener una unidad de transporte de su propiedad y que le sirva de patrimonio para enfrentar los años que le quedan de vida.

Pese a su humildad, se jacta de ser amigo del presidente Porfirio Lobo y del jefe de la Policía Juan Carlos Bonilla.

Proceso Digital abordó el taxi que con orgullo maneja don Guillermo. Anécdotas, historias, conceptos, valoraciones y reflexiones dejó la plática con este crítico y bien informado taxista que recorre las calles de la capital hondureña.

¿Usted es de punto o ambulante?

Soy de punto, pero constantemente estamos cambiándonos por la elevada renta que cobran los muchachos (se refiere a los mareros), pagamos hasta 300 lempiras semanales por unidad.

¿En el punto que usted trabaja todos lo pagan?

Absolutamente. El que no la paga se atiene a las consecuencias.

¿Cuánto le paga de tarifa al dueño del taxi?

Yo pago 300 lempiras porque el dueño del taxi es consciente, pero hay otros que son voraces y cobran de 350 a 400 lempiras.

El día que nos va bien ganamos 200 lempiras aunque hay que decir que hay algotros (algunos otros) a los que no nos va tan bien y eso que siempre hay que pagar los 300 pesos (lempiras) semanales a los mareros. El combustible sigue estando caro y gastamos más o menos unos 600 lempiras diarios en gasolina.

¿Después de 12 rebajas en las gasolinas estaría de acuerdo en bajar la tarifa?

No, para nada. Aún cobrando los trece lempiras que cobramos en el colectivo sigue siendo una tarifa baja. Yo estaría de acuerdo en bajar el precio del pasaje si el galón de gasolina llegara a 75 lempiras, créame que allí con mucho gusto lo haríamos.

¿Como taxista le genera alguna expectativa que este año haya elecciones primarias en Honduras?

No me genera ninguna expectativa. Como ciudadanos comunes y corrientes hemos tenido malas experiencias con las personas que nos han gobernado y ya no confiamos porque solo son promesas, promesas… este país así como va, ellos siempre cuidan sus intereses personales, no les interesa nada del país.

En lo personal, ¿le preocupa la violencia que hay en Honduras?

Bastante. Es preocupante la situación… asesinatos, secuestros, violaciones, asaltos y la verdad de las cosas, es que nadie controla esto porque la justicia en nuestro país no prevalece.

Los abogados sinvergüenzas, se prestan a sacar al delincuente porque para ellos es más rentable sacar al delincuente que a una persona honrada. El delincuente tiene más facultad para salir libre que un honrado.

¿Cómo es que usted conoce al presidente Porfirio Lobo?

Somos amigos con el hombre y nos conocemos bien. Yo lo conocí desde 1979 en el INA (Instituto Nacional Agrario) cuando él llegaba a arreglar asuntos de tierras.

¿Qué le gustaría decirle al presidente Lobo a través de esta entrevista?

Que cumpla con las promesas que le ofreció al pueblo, porque es de lo que le hablaba que todos prometen y cuando llegan al poder se olvidan del pueblo; cuando están gobernando si te he visto no me acuerdo.

¿Le gustaría que lo atendiera, hablar con él y decirle un par de cosas?

Por supuesto que me encantaría. Yo le mandé una nota hace siete meses, no sé si le llegaría y sí me gustaría mirarlo porque diez meses antes de las elecciones nos miramos allí por la Tepeyac y nos saludamos. Tenía la esperanza de seguirlo viendo, pero al sol de hoy no he vuelto a encontrármelo.

¿Cómo cataloga usted al Presidente?

Él es una persona sociable, es accesible… y si no lo he podido contactar es porque ahora es el presidente de Honduras y me imagino que tiene muchas cosas que atender.

¿Lo ha decepcionado como presidente?

Tenemos fe porque todavía falta tiempo. Me parece que los colaboradores que tiene no lo han ayudado.

¿Y cómo es eso que es amigo del Tigre Bonilla (Juan Carlos Bonilla, jefe nacional de la Policía)?

Nos conocimos en el 80 (1980) con él en El Taladro, Comayagua.

Tengo bastante confianza en Juan Carlos Bonilla porque lo conozco perfectamente bien. Es una persona humilde, accesible y tenemos esperanza que hará una buena labor. Ojalá Dios le ilumine el camino para que se desempeñe bien en el nuevo puesto que él tiene. Él es recto y serio en su carrera policial, viene de un batallón y no de esta Policía que tenemos.

¿Qué le diría al Tigre Bonilla?

Estamos para apoyarlo, creemos en él, tenemos la fe que nos sacará de estos problemas grandes que tenemos en el país siempre y cuando sus colaboradores le ayuden porque una sola golondrina no hace verano.

Usted que anda en la calle todos los días ¿es cierto que hay tanto policía mordelón?

Hay bastantes. Al menos yo, así como muchas personas, no confiamos en la policía. Este es un problema que viene desde muchos años, pero nadie había tenido el valor moral para descubrirlos y ponerlos donde deben de estar, que es en el banquillo de los acusados.

Si un policía va para afuera hay que ver si éste tiene deudas pendientes con la justicia, entonces debe ir preso y no tiene porque estar devengando un sueldo. Me pregunto, – ¿porqué los policías separados caminan en un doble cabina (vehículo) de lujo y con el arma de reglamento que han tenido siempre en su puesto como policía? – , esto tiene que ser visto por los jefes.

Soñemos un poco, sí el Tigre Bonilla le dice que le dé un consejo ¿cuál sería?

Que sepa quienes lo van a rodear en la cúpula y si alguien le falla que lo separe inmediatamente del cargo porque si no le harían un enorme daño.

¿Le parece que será la última carta que nos queda en materia de Seguridad?

Creo que sí porque la única persona capacitada es Juan Carlos Bonilla, en quien tenemos fe y una enorme esperanza.

¿Hay tantos taxistas que coludidos con la delincuencia común?

Mire muchas veces es la ambición de llegar a tener lo que no se puede, el sueldo de un taxista no es la gran cosa, pero esa ambición… no les importa llevarse de encuentro al compañero taxista que trabaja con honradez de sol a sol.

¿El tema económico y de seguridad como los valora?

El país en si… la economía está súper baja, no hay evolución de la moneda, o sea que haya movimiento de dinero.

Dinero hay, pero está estancado porque no hay confianza en la inversión, en primer lugar por la inseguridad que a todo mundo le da miedo invertir, la extorsión, el secuestro, el sicariato, todo eso lo que produce es que cierren empresas y la gente se encierre en sus casas, en pocas palabras la moneda está estancada.

Imagínese el “impuesto de guerra”, el impuesto de la DEI, lo asalta uno, lo asalta el otro… ese miedo está y esa persona vive con bastante tensión. Hay fábricas que mejor cierran porque no pueden con todo esto.

¿El conflicto de tierras, le parece que es una lucha justa?

En eso más que todo es pura política, todo es una jugada política.

Es una sinvergüenzada de este hombre que puso el señor presidente en el Instituto Nacional Agrario que era un hombre que al principio lo insultaba, lo ofendía y él lo premió mandándolo al Instituto Nacional Agrario, mas no sabiendo el daño que le iba a hacer.

Yo le voy a decir algo, si usted compra una propiedad y luego compra otra, esas propiedades son suyas y nadie tiene porque ir a invadirlas, máximo si aquella propiedad está cultivada ¿por qué se va a ir a invadir esa propiedad?

Aquí el campesino busca a invadir la propiedad a como dé lugar. Yo conocí un caso hace muchos años, se llama don Efraín Zepeda que es de San Luis, Comayagua. Él tenía ganado en su propiedad, tenía empastada su propiedad… vino el INA y le expropió las tierras, se las pagaron no sé a qué precios y se las pasaron a los campesinos. No fue justo lo que le pasó y eso solo es para mencionar un caso.

Los campesinos invaden aquí y luego ganan el caso y quedan vendiendo las tierras al terrateniente y se van a «chingar» a otro lado a recuperar tierras a otro lado, ese ha sido un caballito de batalla de todo el tiempo porque el campesino no trabaja como debe trabajar la tierra.

¿A su juicio cuál es el mejor y el peor ministro de este gobierno?

Para mí el peor ministro ha sido César Ham y el mejor… la verdad de las cosas no lo hay, no tenemos ninguno.

¿Y los mejores gobiernos que le tocó vivir?

Ha habido gobiernos que no han hecho la gran cosa, pero por lo menos hicieron algo. José Azcona del Hoyo, Rafael Leonardo Callejas dejó todas las calles pavimentadas y en buen estado. Ricardo Maduro dejó en país estable económicamente… Y de los peores han sido, este que pasó antes de Porfirio Lobo Sosa; el hombre iba bien y pudo ser un buen gobierno, pero desgraciadamente el hombre se dejó llevar por sus asesores que tenía, un asesoramiento malo, eso lo llevó al fracaso.

¿Qué escucha usted en esas pláticas diarias en su taxi?

La gente está inconforme. Uno monta infinidades de personas, hay unos que están conformes porque tienen su trabajito y tienen de que vivir, pero algotras (algunas otras) no tienen trabajo y sí hay tristeza en las personas.

El tema de los hospitales públicos, ¿cómo los valora?

Mucha ineficiencia, no hay medicinas. Las personas salen a las farmacias a comprar sus medicinas. Imagínese la gente humilde que viene del interior con la esperanza que le ayuden en sus enfermedades, pero más bien se van peor de lo que viene.

¿Y usted es de los que ejerce su voto?

He acostumbrado ir a votar, he levantado a mis hijos temprano, pero de aquí para allá quien sabe porque estoy muy decepcionado.

¿Usted es feliz trabajando como taxista o le gustaría hacer otra cosa?

Por supuesto que sí, aunque como taxista he preparado a mis hijos y los he sacado adelante, perdí a mi esposa hace diez años producto de un cáncer. Me siento orgulloso de ser taxista, lo que sucede es que muchos no lo valoramos……

Suena el claxon. Así entre recorrer calles congestionadas y paisajes urbanos, Proceso Digital abandonó el automóvil de don Guillermo, un hombre que más allá de pilotear su taxi, también es capaz de conducir su vida, pese a la carga de ajustar, cada día, la tarifa que le tiene que pagar al dueño de la unidad de transporte que conduce, la otra tasa que es la que más le preocupa y que podría costarle la vida: “el impuesto de guerra”.

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