Roma- El Nápoles del argentino Gonzalo Higuaín, de los españoles Pepe Reina, Raúl Albiol y José María Callejón, bajo la dirección del desconocido Maurizio Sarri, ilusiona al igual que lo hizo el equipo napolitano del astro Diego Armando Maradona, volviendo veinticinco años después al liderato en solitario de la Serie A.
La victoria en el napolitano San Paolo, que vivió a vestirse con sus mejores galas, ante un Inter de Milán (2-1) que llegaba como líder, ha devuelto no sólo al conjunto partenopeo a lo más alto de la clasificación, sino que ha también ha devuelto el orgullo a la ciudad sureña.
Han pasado 25 años desde que el Nápoles no volaba tan alto en solitario. Justo desde 29 de abril de 1990, cuando el equipo festejó su segundo, y último, «scudetto».
Era el Nápoles de Maradona, de Ciro Ferrara, de Alemao, de Gianfranco Zola, de Antonio Careca; del propietario Corrado Ferlaino; del técnico Alberto Bigon. Pero, sobretodo, era el «MaraNápoles».
Un equipo liderado por una Maradona al que se le elevó a los altares en una ciudad que aún, veinticinco años después, conserva en su zona «vecchia» (vieja), en esquinas de calles de la parte del denominado «Quartiere Spagnoli» (barrio de los españoles), en pleno centro, imágenes del astro argentino como si fuera todo un Santo.
Tras ese segundo «scudetto» el Nápoles, el propio Maradona, fue cayendo en picado, en críticas y en una negativa espiral; incluidos descensos de categoría. El orgullo de los napolitanos, gente amable, alegre, muy dada al sufrimiento pero a celebrar como nadie cualquier éxito por pequeño que sea, quedó muy tocado.
Con Maradona habían paseado su orgullo napolitano en toda Italia, incluso en el «orgulloso y rico Norte»; pero también la cuesta abajo de Maradona había llevado al equipo al ostracismo. Tanto que el club desapareció por deudas en 2004.
Para su fortuna, pocos meses después, llegó Aurelio De Laurentiis, uno de los productores cinematográficos más importantes de Europa, y a base de millones fundo una nueva entidad, que comenzó en la Tercera división. Tras varios años en las divisiones inferiores, en abril de 2007, el equipo logró el ansiado ascenso a la Serie A.
El equipo, en base a los millones de De Laurentiis, fue hacía arriba, entró en competiciones europeas, y se fue asentando de nuevo entre los importantes del «Calcio». Pero le faltaba la «guinda» del liderato en solitario.
Una «guinda» que le ha llegado anoche, con el triunfo del Nápoles sobre el Inter, en decimocuarta jornada. Y, además, de la mano de otro argentino, el exmadridista Gonzalo Higuaín, autor de los dos tantos. Se convertía en líder en solitario, lo que no acontecía desde 1990, con un punto de ventaja sobre el propio equipo interista.
El «Pipita» lleva ya doce dianas esta campaña en la Serie A, de la que es máximo anotador. Además, el argentino igualó al histórico registro de Diego Maradona, al marcar en ocho partidos seguidos en casa, y se colocó como máximo goleador del fútbol italiano en el año solar 2015, con 23 tantos.
Pero buena parte del éxito de este Nápoles tiene también «sapore spagnolo» (sabor español),especialmente en la portería. Pepe Reina, en su vuelta al club tras su paso por el Bayern Múnich, está batiendo récords. Anoche batió la plusmarca de imbatibilidad, con 534 minutos consecutivos sin encajar gol alguno.
El portero madrileño, de 33 años, único guardameta en jugar en las cuatro «grandes ligas» (España, Inglaterra, Italia, Alemania), está viviendo una segunda juventud y fue decisivo en la victoria ante el Inter; especialmente con una fenomenal intervención, tras un cabezazo del brasileño Joao Miranda, en el último minuto.
La imagen de Reina, arrodillado con lo puños apretados por alegría, garra y genio, mirando a la grada de unos aficionados en pleno delirio de grandeza, fue la postal perfecta de lo que es este Nápoles.
Un conjunto donde también son muy importantes el veterano defensa Albiol, curtido en mil batallas, como Reina todo un bicampeón de Eurocopa y de un Mundial con la selección española, y que está poniendo su sobriedad y orden. Y también un José Callejón que lleva la «chispa», la velocidad a la zona ofensiva, y en trabajo en cobertura.
Y al mando de todo ello, el desconocido Sarri. Un técnico de 56 años, que sustituyó a Rafa Benítez, que vive su primera experiencia con un club importante, y que, para mayor gloria de los napolitanos, es nacido en Nápoles.
Sarri, tras unos inicios no exentos de crítica, que pusieron muy en duda su elección como entrenador, está cuadrando el círculo de este Nápoles. El premio: volver al liderato el solitario tras 25 años. Y, sobretodo, que «Napoli» ciudad vibre y sueñe con repetir la gesta del «MaraNápoles».