Serie Ni cuentos ni leyendas de Honduras (entrega 1)
Tegucigalpa. En aquel tiempo, “Juan, El Bautista de las ZEDE”, dirigía oficialmente el Congreso Nacional y extraoficialmente la presidencia de la República. Eran los años 2010 o, lo que es lo mismo, 3 años AdC (Antes de las Ciudades Modelo, que posteriormente pasarían a llamarse RED y luego ZEDE).
La tierra prometida de Juan atentaba contra la soberanía de otra. Pero no importaba, porque los profetas azules que parlaban martes, miércoles y jueves, vaticinaban riqueza, empleo y desarrollo, tres componentes que los habitantes de aquellas honduras solo conocían a través de las revistas satinadas que les llegaban del nuevo mundo.
Allá, en la sinagoga, los jueces se reunían para decidir qué permitían y qué no; y a quienes osaban disentir, los desterraban con la marca del pecado tatuada en la frente, por no apegarse a los mandatos del templo. Fueron cuatro los magistrados desterrados de la casa de la injusticia.
Mientras tanto, los fariseos del desarrollo se reunían con las mentes fundadoras para imaginar con exactitud el paraíso (fiscal). No es lo mismo expiar los pecados entre flamas que desde un jardín edénico creado a tu imagen y semejanza.
Las mentes fundadoras pidieron dispensa del primero y segundo debate, y todos dijeron ¡amén! Las ZEDE quedaron aprobadas. ¡Ni siquiera tuvieron que soplar para darles vida!
Contemplaron su creación. Y vieron los dioses que todo era bueno.
No habían pasado seis días, pero descansaron el resto.
Sonrieron ante las deidades extranjeras; los dioses del dólar y las criptomonedas asintieron complacidos.
Pero el dios de la avaricia quería más… Porque en el principio era la ausencia y la ausencia no da ganancias. Así que se creó la ZEDE Próspera, ubicada en Roatán y José Santos Guardiola, Islas de la Bahía y el Puerto de La Ceiba, Atlántida. En el segundo principio se creó la ZEDE Morazán, ubicada en Choloma, Cortés. En el tercer principio se creó la ZEDE Orquídea, ubicada en San Marcos de Colón, Choluteca.
El primer nombre (Próspera) anunciaba las buenas nuevas; el segundo (Morazán) ironizaba con el general unionista impulsor de la “patria grande” y el tercero (Orquídea) usurpaba el nombre de nuestra Flor Nacional. Poderosa arma es la ironía…
Pasaron 11 ADdC, cuando la anunciada venida se hizo realidad. Septiembre de 2024 (mes de la independencia patria) despidió a las polémicas ZEDE, a través de un mensaje de la presidenta de la nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Lo curioso es que cuando la declaratoria se oficializa, salen los antiguos detractores con que quien esté libre de pecado lance la primera piedra (lejos de las ZEDE, ¡claro!). Que siempre no. Que sí, pero no. Que no es la forma. Que no le compete a la CSJ. Que nunca se ratificó su derogación en la siguiente legislatura del Congreso; que siguiente no necesariamente significa el que sigue, sino el que ya casi viene o que está cerquita del que sigue… y una absurda cantidad de cantinfleadas mezcladas con leguleyadas.
Aquí la cuestión es que Honduras se conforma por 18 departamentos (más el 19, que sostiene al país); que tenemos (léase con voz de escolares repasando la lección del día) 112,492 kilómetros cuadrados. Que cada parcela de tierra nos corresponde a los hondureños, quede cerca del mar, en zona fronteriza, en sus valles y agrestes montañas, sea fértil o no.
Y que en cuanto se empiece a “zeder”, nos quedamos sin patria, ¡carajo! Así que a llorar a La Dalia (que también es territorio soberano).
Y, pasando al día del juicio final, es así como con brazo duro se juzgará a vivos y muertos por fariseos, por falsos profetas, por entreguistas, por vendepatria, por traidores. Así está escrito en las sagradas escrituras de la norma constitucional que custodia la soberanía nacional.
Palabra del soberano.