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Hace miles de años

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Por: Otto Martín Wolf

Si yo hubiera nacido en el Antiguo Egipto hace unos cuatro mil quinientos años, tendría la piel bastante quemada, creería que el Sol era dios, nada menos que Amón Ra y, con seguridad olería muy feo.



Los antiguos egipcios (y quizá también los modernos) no eran muy aficionados al baño, así que trataban de esconder sus olores corporales con aceites y otras cosas. Desde luego que no hay ningún aceite o perfume que oculte el mal olor después de una semanita sin baño, así que sin duda yo olería horrible.

Pero lo más importante de mi supuesto nacimiento en Egipto en esos tiempos considero sería la serie de estupideces que mis padres y toda la comunidad me harían creer.

Aparte de que el sol era dios, también pensaban que para alcanzar la vida eterna, después de morir mi cuerpo debería ser momificado mediante un costoso procedimiento aplicado por los sacerdotes de Amón Ra.

Convencido de eso yo pagaría cualquier cantidad para lograr ser momificado, de lo contrario iría al infierno o quién sabe qué otro horrible lugar.
De tener suficiente riqueza pagaría para llevarme a mis sirvientes conmigo y algunas de las esposas (no creo que nadie pagaría por la suegra, que conste).
Dinero extra? Hasta las mascotas, particularmente los gatos y los cuervos.
Moriría tranquilo sabiendo que el viaje a la vida eterna estaba garantizado por el procedimiento de momificación.
Estúpido, verdad?
Bastante estúpido, pero si eso es lo que le enseñan a uno, en qué otra cosa podría creer, cuando no había manera conocer la realidad científica sobre la vida y la muerte.
Hay un libro de Mika Walkari llamado Sinuhé el Egipcio, vale la pena leerlo pues se entera uno de cómo eran las cosas en esos tiempos.
En la actualidad nadie cree que la vida eterna se alcance pagando grandes cantidades a sacerdotes embalsamadores.

Pero hay otras creencias sobre la vida eterna y otros sacerdotes, con mucha labia y facilidad para convencer a la gente que son los representante de dios y, en su nombre, sacarle la plata a la gente.

Creer en cualesquiera de los actuales dioses y en sus sacerdotes es sólo una versión moderna de los embalsaestafadores.
En lugar de buscar la evidencia científica, la gente le entrega su dinero y sus esperanzas, parece que nada hemos avanzado desde los Egipcios, porque además, ahora sin agua pronto vamos a oler igual.

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