Tegucigalpa (Especiales Proceso Digital/Por Verónica Castro) – La Iglesia y la feligresía católica del oriente del país recuerda este miércoles 27 de noviembre la muerte del padre Manuel de Jesús Subirana, el Santo Misionero o la Santa Misión, como es conocido en otras regiones del país donde evangelizó, y donde su vida y obra ha trascendido mediante la tradición oral y que ahora la iglesia trabaja para elevarlo a los altares.
Gracias a la investigación del padre Enrique Medina se conoce que nació en Manresa, municipio de la comarca del Bages, en la provincia de Barcelona, comunidad autónoma de Cataluña, España, un 12 de julio de 1807, bajo el nombre de pila Manuel Salvador Francisco Subirana y Pala.
Cumpliendo la petición del religioso, sus restos descansan en Yoro, su última morada tras una larga historia de peregrinaje del español que comenzó en Cuba, lo llevó a Guatemala, El Salvador, Nicaragua, la zona de La Mosquitia de 1800, cuando la zona no tenía límites que separará a Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Este año, en el mes misionero, la diócesis de Yoro y la Arquidiócesis realizaron una nueva peregrinación desde Subinara el Olivar, que en la época en la que Manuel de Jesús Subinara, caminó por esta parte del mundo, se conocía como El Potrero de los Olivos, hacia Yoro.
Parte de la peregrinación 2024 realizada desde Subinara el Olivar hacia Yoro
La primera peregrinación data del 2022, y desde hace 39 años, la Arquidiócesis de San Pedro Sula recuerda con una misa, la partida del santo misionero. Aunque debido a que la fecha coincide con la fiesta de Cristo Rey, la misma se adelanta un mes, para no coincidir.
Para este miércoles, la iglesia tiene organizada actividades en Yoro, las que finalizarán con una eucaristía a las 6:00 de la tarde para celebrar el paso a la inmortalidad del primer misionero de Honduras.
Una figura reconocida
El escritor y periodista, Walter Ulloa, un estudioso de la vida de Subirana destaca que además de su papel de evangelizador, los registros históricos revelan que el misionero también fue un educador, agrarista y protector de los derechos del pueblo indígena, especialmente de Olancho y de Yoro.
“El título de tierra del municipio de Tela lo dejó el misionero Manuel de Jesús Subirana, porque ahí habían xicaques o tolupanes, pues Tela y La Ceiba fueron aldeas del departamento de Yoro”, refirió.
En estos sitios hay vestigios, como estampas, camándulas, cruces que el Padre Subirana dejó a los feligreses de la Honduras del Siglo XIX y que sus descendientes aún guardan.
A su llegada a Honduras, la Honduras de 1825, a través de Trujillo, cuando la ciudad puerto pertenecía a Yoro como parte de la distribución del país según la primera división territorial que hizo Dionisio de Herrera, la misión de Subirana inició en La Mosquitia ya que él hablaba inglés, relata el historiador.
En el haber del misionero, los registros también indican que gracias a revelaciones que tuvo, fundó varios poblados, al advertirle a las personas que donde vivían iba ser destruido, en la mayor parte de las veces, por inundaciones.
Ulloa ha recopilado el relato de pobladores de Santa Cruz, “en ese recorrido que él tenía entre Comayagua, Meambar, Trinidad, Pueblo Nuevo, que era una aldea de Yojoa les dijo que en lugar iba a haber una laguna, él colocó siete cruces indicando hasta dónde podía llegar la laguna, la que para 1978 ya existía y hoy es conocida como la represa El Cajón”.
Situaciones similares se repitieron con poblados como Guaimaca, Taulabé, en pobladores de Nicaragua y El Salvador. Otras visiones que tuvo en Santa Bárbara también se cumplieron con el tiempo. «Subirana es un personaje de muchas convicciones», concluye el escritor.
Un catequista innato
El primer Arzobispo de la Arquidiócesis de San Pedro Sula, Monseñor Miguel Lenihan, destaca que al Santo Misionero le gustaba mucho la catequesis, “le gustaba catequizar a los niños, a los jóvenes y también los adultos, esto fue parte importante de su misión, la catequesis”.
Hace poco en un discurso en Roma, en la audiencia del miércoles, el papa Francisco habló con los confesores y les dijo tres cosas importantes: hay que ser humildes y nunca humillar a un penitente; hay que ser sacerdotes capaces de escuchar a los demás y en tercer lugar ser sacerdotes misericordiosos.
“Creo que Manuel de Jesús Subirana también tenía estas cualidades de un hombre sumamente humilde, un hombre que no humillaba a nadie, un hombre muy preparado, con gran intelecto y alguien que supo escuchar a los fieles. Él transmitía la misericordia del señor”, dijo Lehihan en la eucaristía en el marco del XXVI Encuentro de Zona Subirana, celebrada en Santa Cruz de Yojoa, en el lugar donde murió el religioso.
“La gente lo quería mucho”, afirmó al agregar que también logró bautizar muchos del pueblo indígena, como lo indican los datos que muchos historiadores están recopilando y que señala la vida del padre Subirana.
Esta misión de recuperación bibliográfica de la vida de Subirana fue asumida por la Asociación de Escritores Locales de Honduras.
En la actualidad, entre los escritos que rescatan el aporte del sacerdote está un escrito del desaparecido Guillermo Castellanos Enamorado, otro del padre Valentín Villar de El Salvador, en los Claretianos de Cuba, entre otros, y para el 2025 está pendiente de publicarse un nuevo texto sobre el Padre Subirana, dijo Ulloa.
“Para 1964, en el aniversario 100 de la muerte del misionero, el Estado de Honduras publicó seis estampillas de Subirana”, recordó el escritor.
Por su parte, la Iglesia Católica, indicó el arzobispo de San Pedro Sula, está en el proceso para promover sus causa para ser beatificado y ser canonizado y tener un día “santo Manuel de Jesús Subirana, es el sueño que tenemos, que se convierta en un santo, otro intercesor para nosotros en el cielo”. VC