Tegucigalpa – “Si pudiera retroceder el tiempo, no enviaría mi hijo a Honduras, me arrepiento con mi vida, porque aquí estábamos bien, nunca me imaginé que esto sería una tragedia”, manifestó Dunia Karina Chinchilla de 31 años, madre del desparecido niño Enoc Pérez, en conversación con Proceso Digital.
Dunia Karina es la madre de Enoc Pérez, quien fue raptado el pasado 2 de diciembre de 2019, junto a su niñera, en ese suceso también asesinaron a un tío y al abuelo del menor en el barrio Campo Elvir en la ciudad de Tela, Atlántida, norte de Honduras.
Recordó que se cumplieron nueve meses desde la desaparición de su único hijo y se tienen muy pocas respuestas de su paradero, así como de los responsables de asesinar a su hermano y al abuelo. “Ese día comenzó nuestra pesadilla, tenía muchos mensajes en teléfono”, apuntó.
Detalló que no sabe con exactitud a qué obedece ese ataque desmedido contra su familia que culminó con el rapto de Enoc, aunque admite que uno de los que participó es un conocido suyo desde la infancia. “Fuimos compañeros en la escuela, él nos conoce a la perfección, me imagino que querían dinero, porque no hizo todo ese desastre solo”.
Tengo mucha esperanza y fe
No obstante, la joven madre, se aferra a la esperanza y la fe en Dios, para creer que su hijo está con vida, aunque asegura que, el menor “no la está pasando nada bien, sé que está sufriendo por no estar conmigo, yo quisiera estar en Honduras para buscarlo”.
El temor se apoderó de Karina en España, cuando autoridades de la Policía Nacional, informaban sobre el hallazgo de una osamenta en una zona del municipio de Tela; pero la Fiscalía le comunicó que el cuerpo hallado presenta una antigua factura en un brazo y eso descarta que sea Enoc; sin embargo se hará un ADN a otro cuerpo encontrado.
“Yo sé que muchas personas están orando por mí, las oraciones de mi madre tienen poder, las ganas que tengo de estar nuevamente con mi hijo son las que no me permiten rendirme, aunque reconozco que, yo no la he pasado nada bien, esto ha sido un martirio”, relató.
El último día que Karina se comunicó con su hijo fue el 1 de diciembre. “Siempre hablábamos todos los días, pero un día me extraño que él no me escribió, le consulte que porque no había escrito y me respondió que no podía hablar que iba para el baño y eso ya era raro para mí”.
La última conversación con su hijo
Describió que luego le puso un mensaje por WhatsApp para avisarle que había le depositado dinero a su hermano, para el pago de la niñera, “además, él lo que quería era comprar juguetes, le mandé los mensajes a su teléfono sin saber que él ya no lo tenía en sus manos, ya no era él hablando conmigo; esas personas (secuestradores) estaban enterados de que mi hermano tenía dinero, sabían toda la información”.
“Lo último que escuché de él fue: no puedo contestar mami, voy al baño; y cuando le dije que había enviado el dinero solo respondió “okay”, ese ya no era mi hijo; la comunicación siempre fue fluida con él; me dormí tranquila pensando que todo estaba bien, pero al siguiente día vi todos los mensajes y ahí fue cuando mi mundo se me vino abajo”, relató.
Después de eso, intentó comunicarse muchas veces al teléfono de su hijo como al de su hermano, pero nunca hubo respuesta. Desde entonces, su vida ha perdido sentido y manifiesta que si pudiera retroceder el tiempo, no enviaría a su hijo a vacacionar a Honduras; porque además sostiene que el caso “no ha sido atendido como debería por parte de las autoridades de mi país, incluso las pruebas que han encontrado, es porque los vecinos se las dieron, pero no ha habido interés”.
Hace falta voluntad para investigar
Recriminó que “si desde un inicio se hubiese atendido el caso como corresponde, hoy se tuvieran respuestas, por la muerte del tío y del abuelo, así como también del paradero de mi hijo, pero lo que nos han dicho es muy poco para un crimen tan grande”.
Karina recordó que hace un tiempo ofreció una recompensa por información del paradero de su hijo, pero ese mecanismo no funcionó porque “lo que ha pasado es que muchas personas sin corazón han querido aprovecharse de la situación, pero tengo fe que la verdad va salir a la luz pública, tengo la esperanza que las autoridades de España me ayuden, estamos haciendo todo lo posible”.
Y es que los ojos de Karina no pueden evitar derramar una que otra lagrima, cuando tienen que hablar sobre su vástago. “Lo sigo esperando y no pierdo la esperanza en que vuelvan esos días tan felices con él; su padre también la está pasando mal, somos dos padres desbastados”.
“Yo quiero que esto termine, porque hasta hoy no tenemos respuestas de nadie, no entendemos porque no entregan a mi hijo; espero que las autoridades se movilicen más, porque se trata de un niño inocente que quiere estar conmigo”, concluyó. JP