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Gary Lineker contra el pulpo Paul, duelo de profetas ingleses

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Johannesburgo- Gary Winston Lineker continúa siendo, a sus 49 años, el máximo goleador inglés en la Copa del Mundo (10), pero a medida que pasan los Mundiales debe su notoriedad, más que a su capacidad realizadora, a su famosa definición del fútbol, que lleva implícita una predicción eterna.
 

El fútbol, apuntó sagazmente Lineker, «es un deporte en el que juegan once contra once durante 90 minutos y al final siempre gana Alemania».

Lineker acertó a definir en pocas palabras la impresión que los aficionados de todo el mundo tienen acerca de la sempiterna presencia alemana en las fase decisivas de la Copa del Mundo, sea cual fuere el estado de forma con que llegó al torneo: ha estado diez veces en semifinales, siete en la final y ha ganado tres títulos y tres terceros puestos.

Alemania alcanzó los cuartos de final en 14 de sus 17 participaciones en la Copa del Mundo. Y eso que no compitió en la primera (1930) y fue excluida en la de 1950, la primera después de la II Guerra Mundial.

Por si fuera poco, Alemania terminará el Mundial de Sudáfrica a la cabeza de la lista de equipos con más partidos (99), adelantando a Brasil, que lleva 97 y se fue a casa el sábado pasado tras perder con Holanda.

Si el veredicto de Lineker resulta cierto, a España, un equipo novato en la penúltima ronda del Mundial, le espera una tremenda decepción mañana en el partido contra Alemania en Durban, pero otro «profeta del fútbol», el pulpo Paul, ha emitido un pronóstico que contradice al de su compatriota ex futbolista.

Porque el pulpo Paul, pese a estar radicado en el acuario Seelife de Oberhausen (Alemania), nació, como Lineker, en Inglaterra. Concretamente, en Weymouth.

En los cinco partidos que hasta hoy ha jugado Alemania en el Mundial sudafricano, el octópodo se ha mostrado infalible en sus predicciones, incluida la derrota contra Serbia. Ahora se ha inclinado por España.

Ante las cámaras de televisión, Paul prefirió zamparse una ostra contenida en un recipiente con la bandera española y despreció la que estaba al lado en un contenedor con la bandera alemana. El octópodo siempre ha comido, hasta ahora, la golosina expuesta en el envase revestido con la bandera del equipo que luego obtuvo la victoria.

Con una sola excepción: en la final de la Eurocopa 2008 predijo una victoria de Alemania, y sin embargo venció España gracias a un gol de Fernando Torres. En aquel torneo continental su porcentaje de aciertos se quedó en un «modesto» 80 por ciento.

El profeta marino, pese a su corta edad (dos años), acertó en este Mundial la victoria de Alemania sobre Australia, anticipó una derrota frente a Serbia, y luego devolvió la tranquilidad a los aficionados germanos al predecir el triunfo contra Ghana y, lo que es mejor, contra su país de origen, Inglaterra, en octavos.

También estuvo infalible al anticipar la eliminación de Leo Messi y sus compañeros al contacto con la Mannschaft en cuartos de final. Ahora, en la penúltima ronda, anuncia que ganará España porque se fue sin la menor vacilación, al cangilón de bandera española para engullir la ostra.

Gary o Paul. Uno de los dos echará un borrón mañana en su hoja de servicios y perderá prestigio como profeta del fútbol.

España, que ha vencido seis veces a Alemania y ha perdido ocho, aspira a desmentir la memorable frase del ex jugador que paseó su capacidad anotadora por el Leicester, el Everton, en Barcelona, el Tottenham y el Nagoya.

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