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Funes utiliza Conejo para desviar sus problemas internos

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Tegucigalpa/San Salvador – El presidente salvadoreño Mauricio Funes parece haber optado utilizar los últimos dos meses de mandato que le quedan para usar a Honduras como el centro de su política que desvié la atención de sus gobernados de los problemas económicos y sociales que heredará a su sucesor Salvador Sánchez Cerén, además de sus enredos personales que mancharon su mandato y quedarán como una nebulosa de su legado presidencial.
 

El fracaso de la política de seguridad, la violencia se incrementó vía extorsiones, en especial de la rendición del Estado por medio del pacto de las maras sienta mal a los salvadoreños.


El 59 por ciento de los salvadoreños consideran que el principal problema de su país es la inseguridad, lo cual se vio agravado durante el mandato de Funes, quien en una maniobra intento restarle importancia al avalar el llamado “pacto” entre dos poderosas y temibles pandillas y cuya intención fue reducir el número de muertes violentas, pero traslado a los ciudadanos el tema de las extorsiones y asaltos.

Utilizar a Honduras y cuestionar su soberanía sobre la isla de Conejo parece ser la hábil estrategia elegida por su grupo de asesores de mercadeo político que le permita salir del poder con una cuota de popularidad aceptable, dicen expertos en temas de política exterior.

El expediente de exaltar el nacionalismo y unir a la nación en torno a un supuesto adversario externo ha sido la regla número uno del manual de los políticos para hacer frente a las crisis internas que no tienen capacidad de enfrentar sus realidades, un caso que pudiera estar ocurriendo con el salvadoreño Funes.

Durante los primeros cuatro años de su mandato, Funes se concentró en sus tareas domésticas y excepto la tradicional posición salvadoreña de negarle a Honduras la salida al Océano Pacífico, sus relaciones con Honduras fueron normales.

Pero a medida sus problemas personales fueron creciendo y el malestar de la población contra la inseguridad y su fracasada política de cortejar a las maras para contener la violencia era evidente, el mandatario salvadoreño optó por el expediente Honduras para ganar fuerzas y poder impulsar la victoria de su partido el FMLN en los comicios generales pasados.

El “efecto Michy”

La cada vez más comentada presunta relación personal del presidente con una jovencita conocida como “Michy”, que fue saliendo de las redes sociales, a los blogs y espacios de información salvadoreños hasta instalarse en las conversaciones diarias en las oficinas públicas y privadas, además de los hogares.

“Michy” es una escultural joven que trabajó como “stripper” y que luego saltó a la vista tras su supuesta relación sentimental.

La jovencita, de apenas 22 años, se convirtió en madre de familia recientemente, según la misma telaraña de la red en Internet, que incluso publicó una foto de “Michy”, en estado avanzado de embarazo.

La Presidencia de El Salvador y el propio Funes han evitado hablar públicamente del tema; pero el escándalo “Michy”, una joven “stripper” que paso a llevar una vida ostentosa y con lujos fuera de lo normal, ha calado en la mente colectiva donde su efecto es desfavorable.

El escandaloso accidente en el Ferrari según denuncias de opositores


Igualmente es conocido que en febrero pasado Funes fue señalado por dos diputados de la opositora Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Vilma Escobar y Roberto D´Abuisson, de haber chocado un lujoso auto Ferrari, cuyo valor era de casi 300,000 dólares y apenas tenía un mes de haber sido ingresado a El Salvador, y coincidentemente ese mismo día fue operado de la cadera.

Tanto la primera dama Vanta Pignato, que además de ostentar dicho cargo también es la representante para Centroamérica del izquierdista Partido de los Trabajadores de Brasil, así como el gobierno salvadoreño, desmintieron que Funes estaba al frente del volante del Ferrari chocado.

De hecho el gobernante salvadoreño anunció que demandará a los dos diputados y otras dos figuras de Arena.

Lo curioso es que el vehículo está a nombre de un joven miembro de una de las familias más poderosas de El Salvador y al que el supuesto mandatario de izquierda critica por la concentración de la riqueza.

Elecciones y Conejo

Ante esta baja popularidad y teniendo de cara las elecciones presidenciales cerca, Funes sacó el expediente de la isla Conejo aprovechando que las pasadas fiestas patrias del 2013 el destacamento militar hondureño en la misma izo la bandera para celebrar la efemérides del 15 de septiembre.

A partir de ahí Funes lleva casi ocho meses poniendo el tema de la supuesta soberanía salvadoreña en la referida isla en el accionar del gobierno y con ello desviar la atención sobre sus problemas internos y fallas de gobernabilidad.

Para ello el mandatario salvadoreño se ha valido de todas las herramientas del poder y con ello ha llevado al resto de las instituciones de la sociedad a replegarse a su iniciativa, ya que es difícil que en un tema de soberanía alguien ataque la figura presidencial.

Iglesia, Congreso, empresarios y militares han hecho causa común a esa iniciativa.

Pero lo anterior no impidió que la mala imagen de Funes llevara a poner en aprietos al partido FMLN y que casi pierdan las elecciones presidenciales ante Arena.

A pesar que el entonces candidato del FMLN Sánchez Cerén ganó la primera ronda con 10 puntos de ventaja y que el tercer partido en discordia una alianza de Gana y otros partidos que postulaban al ex presidente Antonio Saca, virtualmente adhiriera al Frente, el día de la segunda ronda electoral representó una sorpresa mayúscula, ya que apenas ganaron con 0.2 por ciento de diferencia o menos de 7,000votos.

Muchos expertos electorales y no pocos dirigentes del FMLN consideraron que la imagen y actuación del presidente Funes fue responsable de la ajustadísima victoria y casi se convierte en una debacle electoral, ya que las instituciones controladas por el Frente, como el tribunal electoral, se negaron a realizar un conteo de voto por voto y optaron por refrendar el conteo físico de las actas, las mismas que habían hecho digitalmente la noche de las elecciones.

Armamentismo

Para ganarse el apoyo de los sectores más conservadores salvadoreños y que se unieran tras su mandato, Funes no solo optó por desenvolver el expediente de la reivindicación de la isla Conejo, sino que también quiso avalarlo con un repotenciamiento militar.

Para ello dio el paso de adquirir de Chile 12 aviones de ataque A-37 Dragonfly, con el cual busca romper el equilibrio armamentístico, ya que los salvadoreños cuentan con mayor poder de fuego en sus fuerzas terrestres.

Ese juego de abrir las puertas al militarismo salvadoreño, responsable de las peores violaciones a los derechos humanos en la guerra civil justamente contra el entonces guerrillero FMLN, le permitió a Funes ganarse a una parte del estamento militar, deseoso desde hace décadas de contar con una fuerza aérea poderosa capaz de enfrentarse a Honduras en ese campo.

Durante la invasión salvadoreña de 1969, sus fuerzas terrestres penetraron Honduras, pero sus intenciones aéreas fueron contrarrestadas por los pilotos militares hondureños que los abatieron y lograron asumir el control del espacio aéreo y así neutralizar su intento de arrebatarle por la vía de las armas territorio hondureño.

Además de ganarse a los militares con la compra de los aviones, Funes también se garantizó parte de su lealtad durante la crisis política electoral, ya que ante los señalamientos y pedidos de Arena a la Fuerza Armada para que garantizará el respeto a la voluntad popular, el liderazgo castrense se plegó a Funes y al FMLN y con ello decantó la victoria para el ex comandante guerrillero Sánchez Cerén que asumirá su mandato de cinco años el primero de junio del 2014.

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