Miami.– Florida ejecutó este martes mediante una inyección letal a Michael Duane Zack III, de 54 años, la sexta ejecución en lo que va de año, por el asesinato en 1996 de dos mujeres en la zona del Panhandle, en la costa noreste de este estado sureño.
A Zack lo declararon muerto a las 18:14 hora local (22:14 GMT) de hoy tras recibir una inyección letal en la Prisión Estatal de Florida (FSP, en inglés), ubicada en la localidad de Raiford (norte), según notificó la institución penitenciaria.
La orden de ejecución fue firmada en agosto pasado por el gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis.
Preguntado el reo si quería decir sus últimas palabras, respondió: «Sí, señor», y levantando la cabeza hacia la ventana de observación dijo a los testigos: «Os quiero a todos», recogió el diario local Pensacola News Journal.
Sexta ejecución en lo que va de año en Florida
Se trata de la sexta ejecución que se realiza en Florida en lo que va de año, tras la negativa de un Tribunal de Apelaciones de frenar la pena capital por la supuesta «incapacidad intelectual» del condenado.
De acuerdo con documentos de la corte, el sentenciado fue arrestado en 1996 tras matar a Laurie Rosillo y Ravonne Smith en el Panhandle (noroeste) floridano, en el transcurso de una escalada criminal por las que fue hallado culpable de asesinato en primer grado por ambos casos.
En septiembre de 1997, un jurado declaró a Zack culpable de asesinato en primer grado, además de robo con arma de fuego y agresión sexual.
Sentenciado a la pena capital, sus abogados han intentado sin éxito apelar la sentencia bajo el argumento de que el reo sufre de estrés postraumático y discapacidades intelectuales.
Zack recibió esta mañana en su celda de la Florida State Prision la visita de su esposa, pero ella no podrá presenciar la ejecución de su marido, dijeron funcionarios de la prisión.
El reo se levantó hoy a las 5:30 hora local (09:30 GMT) y, tras recibir primero la vista de su mujer, se reunió luego con un consejero espiritual. Rechazó la última comida, que pueden solicitar los reos antes de su ejecución.
La organización Floridanos por una Alternativa a la Pena de Muerte presentaron esta tarde al gobernador DeSantis una petición de clemencia firmada por cerca de 200 líderes religiosos de todo el mundo pidiendo la conmutación de la sentencia por cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Ayer lunes, el Tribunal de Apelaciones del décimo primer Circuito de Estados Unidos se negó a detener la ejecución tras un pedido de sus abogados que añadía un supuesto «síndrome de alcoholismo fetal» del reo.
Esta ejecución marca la 105 desde que en 1976 se restableció la pena capital en Florida, donde actualmente hay 300 presos en el «corredor de la muerte», tres de ellos mujeres, según el registro del Departamento de Correcciones (Prisiones) de Florida.
Octava ejecución bajo el mandato del gobernador DeSantis
Es también la octava ejecución que se realiza en Florida durante el mandato de DeSantis, quien sacó adelante una reforma judicial que permite la mayoría simple, y no la unanimidad, para la imposición de la pena capital en este estado.
Esta reforma suele ser uno de los mensajes durante su actual campaña para la nominación republicana de cara a las elecciones presidenciales de 2024, en las que, según encuestas, el expresidente Donald Trump es el claro favorito entre los conservadores
Desde 1973, más de 190 personas han sido liberadas del corredor de la muerte en EE.UU. por evidencias de su inocencia, siendo Florida, con 30 exonerados de la pena capital, el estado con mayor número, seguido de Illinois (22) y Texas (16).
El cóctel letal que se aplica a los condenados a muerte en Florida consta de tres sustancias químicas. La primera es una inyección de etomidato, un anestésico.
La segunda inyección es bromuro de rocuronio, un relajante muscular paralizante, y la tercera es acetato de potasio, que provoca que el corazón se detenga, seguida de una inyección de una solución salina.
El verdugo también inyecta una solución salina para garantizar que las drogas entren en las venas del recluso. EFE/ir