Tegucigalpa – En el Cementerio Municipal de Juticalpa un grupo de mariachis hizo sonar sus instrumentos al son de varias canciones con dedicatoria este sábado como parte de un homenaje para una persona fallecida.
– Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los católicos han creído que existe un lugar donde se da la purificación final de los fieles que han fallecido. Se reconoce que quienes mueren mártires ya están en presencia de Dios porque quedan perfectamente conformados con Cristo y Su Cruz por el martirio.
En Tegucigalpa, las flores, ofrendas y las velas no hicieron falta en los distintos camposantos, todo es parte de los homenajes que los hondureños rinden en el Día de los Difuntos.
El obispo emérito de la arquidiócesis de San Pedro Sula, Ángel Garachana, explicó que hoy la Iglesia conmemora una fecha litúrgica.
“Fiesta litúrgica de todos los santos y de los fieles difuntos, dos celebraciones que nos avivan los recuerdos y la esperanza. Recordamos a quienes nos han procedido en el camino de la vida y de la fe. Nos sentimos en comunión con ellos por el amor, la oración y la esperanza”, escribió en su cuenta de X, antes Twitter.
La Conmemoración de los Difuntos es una solemnidad que tiene un valor profundamente humano y teológico, pues abarca todo el misterio de la existencia humana, desde sus orígenes hasta su fin sobre la tierra e incluso más allá de esta vida temporal.
La Iglesia Católica recordó que en el Nuevo Testamento, san Mateo nos habla del retorno de Cristo en su segunda venida al final de los tiempos (cf. Mt 25, 35-45); pero también en otros pasajes la Palabra de Dios nos asegura la existencia de un encuentro personal con Dios después de la muerte de cada uno, donde se nos preguntará si nuestras obras estuvieron motivadas por la fe, la esperanza y la caridad.
Desde sus primeros tiempos, la Iglesia recordaba en la Misa las almas de los que habían partido. Esto se hacía inscribiendo sus nombres sobre tablas. Esto es equiparable a lo que en todas las Misas de hoy en día es la oración por los fieles que han partido en Cristo, conocida como Memento Domine, así como la práctica de ofrecer misas por alguna persona en particular. La celebración de un día en especial para esta conmemoración comenzó en algunos monasterios en el siglo VI; y hacia el siglo X, la idea ya se había expandido a nivel diocesano con una fecha específica: 2 de noviembre, el día después de la Fiesta de Todos los Santos. Esta fecha fue adoptada ya en Roma en el siglo XIII.
En ese orden y con la creencia de una vida más allá de la muerte, los hondureños hoy visitan a sus difuntos en los distintos cementerios.
La seguridad está garantizada por parte de las fuerzas de seguridad del orden público.
Los hondureños hacen de esta visita una tradición que se mantiene de generación en generación.
En ese orden, lo común es llevar flores y encender una vela en el lugar de reposo eterno de los familiares que ya dejaron este mundo terrenal.
No obstante, cada año se agregan nuevas aristas a esta tradición, este año se puedo observar la colocación de ofrendas y hasta se apreció el canto de mariachis en los camposantos hondureños. (RO)