Movido en parte por su intenso compromiso con la guerra de Irak, McCain ha confiado más en los neoconservadores, como su íntimo amigo William Kristol, director del semanario «Weekly Standard», agrega.
Además, tiene como principal asesor de política exterior a Randy Scheunemann, destacado neoconservador y fundador del Comité para la Liberación de Irak.
Lieven recuerda que, en 1999, McCain declaró: «Estados Unidos es la nación indispensable porque hemos demostrado ser la mayor fuerza para el bien en toda la historia de la humanidad (…) Tenemos toda la intención de seguir utilizando nuestra primacía en los asuntos del mundo en beneficio de la humanidad».
Al año siguiente, McCain dijo: «Yo aplicaría una política capaz de hacer retroceder a los Estados gamberros. Armaría, entrenaría y equiparía desde fuera y desde dentro a las fuerzas que eventualmente derrocarían a los gobiernos e instalaría en su lugar gobiernos libres y elegidos democráticamente».
«McCain aboga por atacar Irán si es necesario para impedirle desarrollar armas nucleares, y el año pasado le filmaron cantando ‘Bombardear, bombardear Irán’ con la melodía de ‘Barbara Ann’ de los Beach Boys», explica el articulista.
Según este profesor, McCain siente un odio hacia Rusia que supera lo normal y que va ligado a un grado particular de simpatía hacia Georgia y a la restauración de la autoridad georgiana sobre Abjasia y Ucrania.
El senador republicano propugna la expulsión de Moscú del grupo de los siete países más industrializados del mundo más Rusia (G-8).
Además, al igual que su asesor Scheunemann, ha llegado a acusar a la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, de una política de «apaciguamiento» hacia Moscú, agrega Lieven.
Pero las medidas políticas por las que aboga McCain «no serían en sí tan preocupantes» si no fuera por su conocida tendencia a estallar en cólera ante «lo que percibe como insultos a su persona o su país», añade.
Incluso el también senador republicano Thad Cochran dice de su colega que no conoce a otro candidato a la Casa Blanca en lo que lleva en el Senado que tenga «un temperamento así».
McCain, explica Lieven, «ejemplifica el nacionalismo jacksoniano -llamado así por el presidente estadounidense y cazador de indios Andrew Jackson- y la tradición militar escocesa e irlandesa de la que proceden ambos».
«No sólo los votantes estadounidenses, sino también los gobiernos europeos deberían utilizar los nueve próximos meses para ponderar las consecuencias de la eventual elección de McCain» a la Casa Blanca, recomienda el especialista.
Agrega que esos gobiernos deberían pensar ya en cómo impedir que una futura Administración de McCain aplicase «políticas de pirómano» o, si fuese necesario, «proteger a Europa de las conflagraciones resultantes». EFE