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Experiencias para compartir sobre edificios y casas eficientes en agua y energía

José S. Azcona

El ahorro de agua y energía eléctrica tienen un beneficio triple. Conservar recursos escasos y ayudar al ambiente son beneficios sociales o comunitarios, y la reducción de gastos es una ventaja directa para la persona o empresa. Puede creerse que esto es teórico o que solo lo pueden aplicar las empresas grandes. 

La experiencia a la que he tenido acceso directo (tanto de estudio y aplicación) en condiciones hondureñas de diferentes medidas de eficiencia en estas áreas, nos indican que la capacidad de actuar es mucho más extensa. Aplicando una serie de medidas logramos una ventaja económica y un beneficio para el ambiente. Esto aplica tanto a aparatos eléctricos, accesorios de control de tiempo, lámparas, equipos hidrosanitarios, ventanas y otros.

Las eficiencias generalmente requieren una mayor erogación inicial, o una inversión en un cambio, que se pagan con un ahorro a lo largo del tiempo en consumo de energía eléctrica o agua potable. En el caso del agua potable, hay un beneficio adicional de conservar la dotación escasa, por lo que se mide contra el costo de agua en pipa o la ausencia de la misma. El periodo de retorno es el plazo en el que se paga la inversión, después del cual es una ganancia. Este plazo puede variar según la preferencia personal, pero económicamente tiene sentido como promedio 4 años.

Para calcular el costo usaremos un ejemplo sencillo, el de cambiar un bombillo convencional por uno ahorrativo. Para calcular el valor de inversión, tomamos el costo del nuevo (A) y le restamos el del actual (B). Para el retorno, necesitamos la diferencia entre el consumo horario facturado en dinero de ambos bombillos(C-D) multiplicado por las horas que se proyecta estarán en uso en un mes (F). La cantidad de meses (G) es la única variable y se puede aislar.

G= (A-B) / ((C-D)*F )

Como vemos, entre más se usa en el tiempo un objeto (F) más rápido es el retorno, haciéndolo más atractivo. Por tanto, el criterio debe ser invertir en los aparatos que se usan más frecuentemente. Por ejemplo, una refrigeradora o lámpara de cocina tienen mucho más factor de uso que una plancha o la luz de una bodega. Igualmente, la diferencia en el consumo de los dos aparatos tiene un impacto similar. 

Basado en nuestra experiencia, podemos hacer las siguientes recomendaciones, que pueden ser de utilidad en algunos casos y todas son soluciones disponibles en el mercado local:

Iluminación: Usar lámparas LED, a excepción de áreas que tengan un uso muy ocasional. En áreas exteriores o de poco uso instalar sensores de movimiento o controladores que se apaguen o enciendan automáticamente con un horario. Entre más grande es el circuito, mejor se diluye el costo de estos equipos auxiliares.

Aire acondicionado: Entre más sostenido es el uso de un aire acondicionado, más se paga un nivel de eficiencia mayor. Estos tienen criterios de eficiencia uniforme (SEER), que al subir el numero son más eficientes. Un aire de uso esporádico puede ser bajo, pero donde habrá uso continuo, este nivel de rendimiento se va pagando rápidamente. Hemos visto casos donde en menos de un año se logra pagar la diferencia.

Electrodomésticos: Para una familia, esta es de las mayores oportunidades de ahorrar, especialmente cuando un aparato debe ser cambiado o adquirido. Una refrigeradora o congelador, por su uso continuo, puede tener un periodo de retorno muy bueno. Un aparato en mal estado, especialmente antiguo (cuando existía eficiencia menor) puede producir un gasto excesivo considerable.

Calentadores de agua: Mientras sean más cercanos al consumo y no requieran mantener agua caliente continuamente, más eficientes son. Es preferible usar el calentador de paso lo más cercano a la llave posible.

Agua potable: Las llaves de cerrado automático (que requieren de una acción para continuar abiertas) pueden reducir el consumo hasta un 70%, los servicios sanitarios ahorrativos (de tanque pequeño) y las duchas ahorrativas (de presión) tienen un impacto significativo.

Agua pluvial o superficial: Se puede almacenar el agua pluvial o la que efluya del terreno para las tareas que no requieran potabilización. Utilizamos esta agua superficial para lavar vehículos, aseo de pisos y paredes y jardinería. 

Está en nuestras manos implementar las medidas de ahorro que nos funcionen y ayudar a crear una cultura de conciencia sobre estos temas. El ahorro energético y protección del ambiente no pertenecen al mundo de la teoría o abstracción, sino a una realidad de la que podemos participar.

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