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Europa, internet y la privacidad: prismas, retos y desencuentros

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La actuación coordinada de cinco autoridades nacionales de protección de datos de la UE para estudiar los cambios en la política de privacidad de Facebook ha vuelto a poner sobre la mesa el desencuentro existente entre algunas compañías de internet y una Europa erigida en defensora de la privacidad y la intimidad.

La ubicuidad de los servicios de la red -algunos de los más populares garantizan gratuidad a cambio de un posterior negocio con los datos personales- plantea retos a legisladores y autoridades encargadas de velar por derechos como los anteriormente citados.

EFE ha hablado con la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), la investigadora de Cambridge Julia Powles, el abogado experto en nuevas tecnologías Alonso Hurtado Bueno y con Google para tratar de reflejar las distintas visiones que mantienen respecto a esta compleja realidad.

Las sanciones a Google en materia de protección de datos, el fallo del llamado derecho al olvido del Tribunal de Justicia de la UE y el escándalo del espionaje de la NSA destapado por Edward Snowden han reforzado han contribuido a unas mayores sensibilidad política y concienciación de los ciudadanos europeos sobre la importancia de la gestión de sus datos.

Sin embargo, en plena construcción del futuro reglamento europeo de protección de datos y de la negociación del tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos (TTIP, en sus siglas en inglés), emergen algunas voces críticas desde Silicon Valley que denuncian que la protección de los datos y la privacidad son un arma utilizada para defenderse de la innovación estadounidense.

Proteccionismo e innovación

“Al dificultar la creación y puesta en marcha de un negocio en internet, amenazan con reducir la productividad de Europa y la utilidad de la red. La experiencia reciente de Facebook en Europa desvela una historia preocupante”, se quejaba en una carta pública el responsable de políticas públicas de la red social en Europa, Richard Allan.

La abogada e investigadora experta en derecho de la información de la Universidad de Cambridge, Julia Powles, difiere de esa visión.

“Aquellos que equiparan protección de la privacidad con proteccionismo del comercio están equivocados, desde mi punto de vista. De hecho, si defiendes ese argumento podrías equiparar los intentos sistemáticos de minar la privacidad con un proteccionismo de comercio diferente, concretamente la protección del comercio de EEUU y la industria”, subraya Powles a EFE.

Desde la AEPD abogan por una innovación respetuosa: “La innovación es fuente de desarrollo y bienestar, pero no es un vector de valor absoluto. La innovación no contribuye al progreso de la humanidad si cercena derechos o limita libertades de las personas”, dice su director, José Luis Rodríguez.

“En la era digital, la privacidad y la protección de los datos han sido difamados por gobiernos y compañías tecnológicas, quienes gustan de reducir la complejidad a simples binarios: valoran lo que es abierto y público como bueno por naturaleza y describen la alternativa como ocultación, privacidad y algo malo en esencia. Esto es, sin duda, una ultrasimplificación lamentable del valor de la sociedad y del individuo”, critica Powles.

La investigadora considera una “trampa” creer que Europa es una entidad abstracta que lucha contra corporaciones particulares o contra internet en sí.

“La escandalosa evasión fiscal, ignorar las leyes laborales, las prácticas sospechosas de seguros y la discriminación en todos los niveles son asuntos que han de ser abordados con independencia de si eres Google, Uber o Zara“, añade Powles.

Lo cierto es que la discordia entre Europa y las multinacionales tecnológicas se extiende más allá de la protección de los datos, algo en lo que está de acuerdo el abogado experto en nuevas tecnologías Alonso Hurtado (del bufete Écija).

“Desde mi punto de vista, hay muchas cosas relacionadas unas con otras que tienen sentido desde el punto de vista político. (…) Es un caldo de cultivo en el que se mezclan muchas cosas: temas de competencia, de privacidad, de protección de datos, de propiedad intelectual, de impuestos,… Es tal el tótum revolútum que al final es casi una cuestión institucional y política”, precisa.

Hurtado cree que las diferencias entre las multinacionales de internet y la UE se terminarán solucionando por la vía del entendimiento y descarta un escenario en el que se interrumpan servicios digitales, se bloquee el acceso o se embargue a estas compañías por no cumplir la normativa europea.

“Ninguna compañía va a permitir que se llegue a ese punto porque los daños reputacionales que les provoca son elevadísimos, son empresas cotizadas con lo que una mínima interferencia les provoca auténticas debacles económicas”, prevé Hurtado. El coste también sería social, dada la amplia implantación de sus servicios en Europa.

Un futuro en negociación

En estos momentos hay importantes negociaciones en marcha en la UE que afectan a la relación de Europa con las compañías de internet: el mercado digital único, el tratado de libre comercio con Estados Unidos -que regulará las relaciones comerciales entre ambos continentes, del que apenas ha trascendido nada y del que Powles pronostica que será “nocivo” para la privacidad- o el futuro reglamento europeo de protección de datos.

La tramitación de este reglamento, que lleva gestándose desde 2012 y ha recibido más de 4.000 enmiendas, actualizará la normativa a la nueva realidad de internet: matizará aspectos sobre a quién afecta su aplicación (actores europeos y también de fuera del continente) y aunará la actuación de todos los estados miembro en esta materia.

Todos los actores: autoridades de protección de datos, multinacionales y especialistas en derecho coinciden en la necesidad de esta reforma.

Google la considera “absolutamente esencial” para permitir que la innovación siga floreciendo en Europa.

Por su parte, la abogada Powles urge a que la nueva normativa sea menos retórica que la actual, se refuerce y permita una mayor actuación.

“Creo que lo mejor que pueden hacer los reguladores y legisladores europeos es no dejarse arrastrar por la singularidad de la tecnología y regular para la justicia, la transparencia y los valores sociales e individuales”, arroja.

Mientras el reglamento unificador llega, las autoridades nacionales de protección de datos tratan de cooperar a la hora de abordar investigaciones que tengan que ver con grandes multinacionales.

Son bien conocidas las actuaciones relativas a Google, pero la última está relacionada con Facebook.

Google, Facebook y la protección de los datos

Cinco autoridades nacionales de protección de datos -de España, Bélgica, Francia, Alemania (Hamburgo) y Holanda- han iniciado una actuación coordinada tras los cambios de la política de privacidad de la red social y “diversos análisis que apuntan a posibles incumplimientos de la legislación europea de protección de datos”, matiza la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).

Este tipo de procedimiento, explica la AEPD, comienza con un estudio previo de todos los datos disponibles públicamente, seguido de la petición de información a la compañía -eventualmente mediante una acción inspectora- y, por último, un análisis de los elementos relevantes para determinar si se aprecian indicios de infracción.

Un procedimiento similar terminó en 2013 con diversas sanciones a Google por el cambio de sus políticas de privacidad.

El abogado de Écija sostiene que a la hora de innovar o hacer cambios de política, muchas compañías de internet actúan con la “teoría de hechos consumados:’ primero hacemos las cosas y luego preguntamos’. (…) La revolución implica cierto rupturismo, lo que provoca choques de legislación, sociales…”.

Facebook criticaba en su carta pública que hayan aparecido “grietas en el marco regulador común” -que es la directiva europea del 95- y que tengan que satisfacer 28 variantes normativas nacionales en lugar de responder ante la autoridad irlandesa, donde la empresa tiene la sede.

“Los reglamentos nacionales también supondrían serios obstáculos. Los costes de Facebook aumentarían y las personas en Europa podrían encontrarse con que las nuevas funciones llegan con mayor lentitud o, incluso, no llegan”, denunciaba Allan.

Sin embargo, desde la AEPD insisten en que todos los países de la UE atienden en el ámbito de la privacidad y la protección de los datos a la base común de la directiva europea (del año 95) y que la mayor diferencia existente entre la aplicación de los distintos países miembro son las potestades de inspección y sanción de las autoridades de cada país.

 Europa, defensora de la privacidad

La investigadora de Cambridge Julia Powles estima que la trayectoria de Europa como defensora de la privacidad y la protección de los datos responde a tres catalizadores.

El primero, una sensibilidad política e histórica hacia los peligros de la discriminación y la evaluación por perfiles y la relevancia de la protección de la personalidad y la privacidad.

El segundo, la aparición de leyes europeas de protección de datos (especialmente la directiva europea del 95 y el reconocimiento de esa protección como un derecho fundamental en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE).

Y, por último, la “conmoción política causada por las revelaciones de Snowden y cómo eso ha galvanizado una conciencia creciente de la dependencia global de la tecnología estadounidense y de las compañías tecnológicas”.

“Esto ha derivado en una conciencia profundamente inquietante de la naturaleza insondable de una única red global -y cuán fácilmente pueden apropiarse de ella para unos usos subrepticios y viles-, así como de las cada vez mayores asimetrías existentes entre el poder de ciudadanos y del sector privado”, sentencia Powles.

Este escenario ha contribuido, según Hurtado Bueno, a una mayor concienciación y preocupación de los usuarios respecto al tratamiento de sus datos personales en internet.

“Los usuarios se han percatado de que en efecto están perdiendo la capacidad de controlar dónde están sus datos, qué se hace con sus datos en la medida en que éstos han sido facilitados a compañías internacionales”, reconoce el abogado.

“Necesitamos dejar de estar hechizados por el glamour de la tecnología y luchar por lo que importa, por lo que siempre ha importado”, dice Powles.

Tanto Facebook como Google son conscientes de la relevancia de sus movimientos en la gestión de los datos y tratan de enviar mensajes de tranquilidad a este respecto y defienden la transparencia de sus políticas de privacidad.

“La gente tiende a suponer que tenemos más información sobre ellos de la que realmente tenemos. (…) A veces pasa que la verdad no es tan alarmante como algunos imaginan”, indicaba en un encuentro con periodistas en Madrid una gestora de producto de Facebook, Sarah Epps.

Efe ha tratado, sin éxito, de entrevistar para este reportaje a los portavoces de privacidad de Facebook (Richard Allan) y de Twitter (Nu Wexler).

La responsable de políticas públicas y relaciones gubernamentales de Google en Europa, Marisa Jiménez, explica a Efe que la protección de la privacidad es un asunto vital para la compañía, que cuenta con un grupo multidisciplinar dedicado a garantizar que sus productos y servicios respeten la privacidad de los usuarios.

El llamado “Privacy Working Group” de Google está integrado por 300 ingenieros, abogados, especialistas en marketing y políticas, etcétera-.

“Por supuesto mantenemos contactos habituales con las autoridades de protección de datos, ya que el papel de las autoridades nacionales no es sólo el de hacer cumplir la ley, sino también orientar a la hora de interpretar e implementar la ley y las prácticas de protección de datos”, apunta la directiva de Google.

Para tener éxito a largo plazo, la confianza es clave“, relataba por su parte la responsable de producto de Facebook, compañía en la que “cualquier empleado, cualquier ingeniero, cualquier responsable de producto ha sido formado en privacidad” y antes de que cualquier producto o servicio vea la luz pasa un proceso de verificación para asegurar que “respeta las promesas de privacidad”.

Desde Google, Jiménez insiste en que se le da a los usuarios el control sobre sus datos así como en que se les facilita abandonar los servicios: “La portabilidad de los datos importa. (…) Queremos que las personas usen nuestros servicios porque les encantan, no porque tengamos secuestrados sus datos“.

“Desde mi punto de vista, las compañías no están haciendo mal las cosas, están haciendo más sencillo el adoptar las medidas de seguridad adecuadas. (…) Luego ya hay un debate abierto sobre si es legítimo o no que las empresas utilicen esa información posteriormente”, precisa el abogado de Écija. EFE

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