Tegucigalpa – Los estudiantes hondureños conmemoran hoy su día en medio del más atípico escenario de este siglo y posiblemente uno de los más inimaginables.
– Las plataformas virtuales inestables, falla en la conectividad de internet y cierta metodología para impartir las clases, es parte de las quejas de los alumnos en esta cuarentena.
Los estudiantes de todos los niveles, desde los preescolares hasta los universitarios, están confinados, viven la cuarentena en sus casas, lejos de la libertad de convivir y aprender en las aulas, distantes de casi todo.
El virus que provoca el COVID-19 les mantiene entre una academia a medias, donde la tecnología apenas asoma pese a ser ellos la generación que ha emergido en medio de cambios propios de una educación cada vez más global, marcada por el desarrollo tecnológico.
Y aunque los estudiantes hondureños son en general nativos digitales, también son diversos social y culturalmente. Gran parte de ellos están, pero son ausentes hasta de su entorno, inmersos en la red, apenas conversan, si no es en el espejo del bit.
Y la realidad del país ha colocado así a los hijos del padre Trino y a las generaciones de niveles básicos que han pasado de ser sujetos fundamentales de la educación a consumidores, clientes y por lo tanto los conceptos fundamentales de aquel “bien público” se trastocan hasta el tuétano.
El distante pero vivo Grito de Córdoba
Lejos de la Universidad de hoy está el llamado Grito de Córdoba, aquel momento que reflejó una desesperanza pero también un basta ya, ante la exclusión que marcó cambios sociales y transformaciones significativas en la universidad continental y que en Honduras se vivió incipiente en los años 30 del siglo pasado, pero que fue efectivo en 1957, cuando se logró la autonomía universitaria, marcada por una pléyade de estudiantes impulsores de cambios que marcaron la educación superior y el país en sí.
Esos principios que impulsaron el Grito de Córdoba siguen vigentes en la universidad de una Latinoamérica ahora sacudida por tantas pandemias que van desde la vulnerabilidad ambiental, la desigualdad, la acentuada crisis económica, la presencia poderosa del crimen transnacional, la corrupción, la violencia en tantas formas y ahora el COVID-19 y sus consecuencias.
Los estudiantes
Allí en todos esos escenarios, los estudiantes deben construir sus vidas.
Esos niños y jóvenes cuyas historias individuales son tan diversas como ellos y sus realidades. Desde los pequeñitos de la aldea remota que deben caminar hasta seis horas para llegar a un lugar que les permita conectividad para escuchar la lección o recibir la tarea del maestro desde un teléfono móvil básico, hasta los que intentan combinar su estudio con un emprendedurismo que le permitan contribuir con la economía familiar, hecha añicos en la pandemia.
Son muchos los estudiantes hijos de emigrantes que también han dejado de percibir la remesa que les permite llegar a las aulas. El envío de remesas a Honduras registra una caída interanual de 7.7 por ciento a mayo de este año, según datos del Banco Central de Honduras que además prevé una caída de 14 por ciento para el segundo semestre de este año.
Tras cerca de tres meses de ausencia de las aulas, para más de dos millones de estudiantes de los niveles prebásico, básico y secundario, el futuro del año académico les es incierto. Es casi seguro que las autoridades encontrarán un mecanismo para promoverles de grado y que no pierdan el curso formal, pero, el vacío seguramente será profundo en su ya frágil preparación para seguir avanzando.
Los universitarios
En tanto en el sistema de educación superior también se intenta que la resiliencia de frutos efectivos.
En la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), más de 95 mil 700 estudiantes siguen sus cursos en línea y los jóvenes avanzan. Otras cinco universidades públicas también hacen lo propio y el resultado de sus esfuerzos deberá esperar para ser juzgado. El total el sistema público superior tienen poco más de 125 mil estudiantes, según datos oficiales.
Asimismo, 14 universidades privadas igualmente enfrentan los desafíos que el coronavirus representa para la academia. Se destaca, por ejemplo, el caso de la Universidad Tecnológica Centroamericana (Unitec), cuya plataforma virtual ya venía siendo ampliamente utilizada y su adaptación a la “nueva realidad”, les ha sido menos compleja, según sus autoridades.
Analistas de la educación prevén que el desfase y la falta de respuesta en las plataformas de algunos pequeños centros de educación superior podría llevarlos al cierre o a ser absorbidos por sus hermanas mayores. De los más de 96 mil estudiantes de las universidades privadas, alrededor de 64 mil 700 corresponden a tres de ellas: Unitec, Católica y la Universidad Tecnológica de Honduras.
Mejor manera para seguir recibiendo educación
Darwin Alejandro Mendoza, un estudiante que cursa el onceavo grado en el Instituto Lincoln, definió que las clases virtuales durante la pandemia han sido funcionales.
“La situación está difícil, pero es la mejor manera para seguir recibiendo educación y para seguir agarrando conocimiento”, dijo a Proceso Digital.
Relató que ha tenido buenas experiencias con las clases virtuales, puede seguir educándose y viéndose con sus compañeros de clases.
Sin embargo, aceptó que ha tenido dificultades al momento de subir tareas asignadas por los profesores en la plataforma Schoology y reciben llamados de reportes de no presentar asignaciones.
“A veces la plataforma no es del todo funcional y hay algunas tareas o trabajos que no se envían y eso le restan puntos y las maestras piensan que uno no las hizo aunque están subidas, pero ellas no las reciben”, declaró.
Afirmó que pese que la calidad educativa baja con las clases virtuales, es lo mejor que puede ofrecer la institución para seguir impartiendo clases sin exponer la vida de los maestros, alumnos, personal de aseo.
“No aprendemos bien”
Para Lizbeth Serrano, estudiante de noveno curso de Holy Trinity School, siente que como alumna no aprende bien atribuyéndolo por los métodos y los horarios de clases.
“Solo nos dan media hora por clase. Ha bajado mucho (calidad educativa)”, se quejó.
Señaló que una de los problemas recurrentes con las clases virtuales es que las tareas no pueden ser subidas a la plataforma Google Clasroom explicando que falla la conexión a internet.
La estudiante definió que las clases en línea no se implementan en óptimas condiciones por fallos en la conectividad a internet o problemas con la energía.
Profesores comprometidos
Emerson Ochoa, estudiante de séptimo grado en la escuela Oswaldo López Arellano, resaltó el compromiso de los maestros de explicar el tema, pese a las limitaciones tecnológicas.
“Ellos nos explican bien, le digo que no le entiendo y la profesora nos escribe en su cuaderno y nos muestra como es la solución y le entiendo”, dijo.
Comentó que una de sus problemas es la conexión a internet.
El joven estudiante reveló que tuvo que abandonar las clases en línea y le explicó a sus maestros que fue una decisión de su madre. “Me dijeron que aceptaba que yo no siguiera, pero que podía ver videos educativos en Youtube”.
Aseguró que ha aprendido en estos tres meses de confinamiento indicando que su familia le asigna tareas o ejercicios de matemáticas y español.
Se entiende mejor presencialmente
A criterio Caleb Trochez, estudiante de séptimo grado del Instituto Liceo Cristiano, las clases virtuales son buenas, pero que se comprende mejor presencialmente.
“Es mejor que estemos en persona porque se explica mejor y sí enseñan”, reconoció.
Ejemplifico que uno de sus problemas es con la clase de matemáticas, relatando que ve borroso cuando el profesor explica mediante una pizarra.
Igualmente, admitió que tiene dificultades en la clase de computación debido a las diferencias de opciones y herramientas en las computadoras.
El estudiante comentó que también tiene problemas para subir las tareas de la materia de inglés en la plataforma Edmodo.
“Me dan un código, pero la plataforma no me lo acepta, mi mamá me ha dicho que le pregunte a la profesora y ella me ha dado códigos en estos meses”, describió.
No es igual el aprendizaje
Christian Stanley Alemán, es un niño de ocho años que cursa el tercer grado en la Escuela de Ensayo Dionisio de Herrera, quien manifestó que desde que inició la cuarentena sus profesores no han dejado de mandar muchas tareas.
“Mis profesores envían a través del WhatsApp de mi mamá las tareas y videos explicando qué tenemos que hacer durante la semana, nosotros mandamos videos y fotografías de las tareas cuando las estamos haciendo”, relató.
Agregó que el principal problema que presenta es que no se aprende como estar en el aula, “la maestra explica bien, acá solo nos mandan tareas y copiamos”, señaló.
Al consultarle que le ha gustado de método de aprendizaje, indicó que tiene más tiempo para hacer tareas, pero que no le gusta mucho porque hay temas que no entiende.
Sostuvo que no es lo mismo porque “en el aula uno aprende más y se extraña a los compañeros”.
Falta de internet y energía
Celeste Paulet Cotarelo Baiza, tiene nueve años y cursa el cuarto grado en el Instituto Adventista Metropolitano. Ella explicó que una de las desventajas de recibir clases virtuales es la falta de energía o de internet que a veces suele experimentar en su residencia.
Detalló que desde que inició la cuarentena por el COVID no ha dejado de recibir clases, por lo que evaluó como bueno el sistema virtual.
Señaló que el principal problema que presenta es que no haya luz o que el internet falle porque no le permite recibir sus clases.
Sostuvo que le gusta recibir sus clases, pero que es mejor recibir las clases en el aula.
Indicó que no ha bajado la calidad educativa, pero que prefiere las clases en el aula, y que extraña a sus compañeros.
Innovación tecnológica
Alexandra Guadalupe Guevara Padilla, tiene 9 años, cursa el cuarto grado en el Instituto Del Bosque International School. Para ella recibir clases virtuales tiene la ventaja que no se han perdido clases y la desventaja que no todos pueden conectarse a internet.
Señaló que uno de los principales problemas es que no todos los alumnos tienen la posibilidad de conectarse a internet o tener un dispositivo celular o computadora.
Dijo que lo que le ha gustado es que han innovado en la tecnología.
En cuanto si la calidad es baja, dijo que si es baja porque no pueden interactuar con la maestra como se hace en la escuela y manifestó que extraña jugar y platicar con sus compañeros.
Faltan mejoras en el campus virtual
Gabriela Cotarelo, es una joven de 19 años y es pasante en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), quien señaló que hacen falta mejoras en el campus virtual, capacitación a los catedráticos en el uso de la plataforma y áreas virtuales para un mejor aprendizaje.
Sostuvo que entre los problemas esta la comprensión de los catedráticos, las clases varían según el docente; hay unos muy excelentes que se preocupan porque el estudiante aprenda bien las clases, hay otros que solo suben la asignación a la plataforma y ya el estudiante tiene que buscar que es lo que tiene qué hacer.
Detalló que le ha gustado que a pesar de dejar más tareas de lo acostumbrado en clases presenciales, este tipo de asignaciones ayudan a practicar y desarrollarnos de mejor manera. “Lo que no me ha gustado es que no hay una interacción con el maestro y la explicación de los temas”.
Aseguró que definitivamente baja la calidad educativa y extraña la convivencia con los amigos.
Nos ha enseñado a ser autodidactas
Para la estudiante de noveno grado en la Del Campo School, Ana Sofía Ordóñez, contó que divide este periodo de cuarentena en dos partes. En la primera hubo muchos inconvenientes por lo nuevo de la situación de emergencia.
Calificó de muy buena la calidad educativa recibida en estos últimos tres meses. “Lo que más me ha gustado de esta modalidad es que me ha enseñado a ser autodidacta, había la necesidad de investigar más por mi cuenta”.
Reconoció que cambió diametralmente la comunicación entre alumno y maestro. “No podemos tener una comunicación más fluida con el profesor y eso se resiente”.
Puntualizó que lo que más anhela es volver a las aulas y ser recibida con una sonrisa por el personal docente y por sus compañeros.
Es un reto…
Por su parte, Lizzy Daniela Zuniga, estudiante de la carrera de Contaduría Pública y Finanzas del Centro Universitario Tecnológico (CEUTEC), consideró que la modalidad virtual es buena y un reto al mismo tiempo.
“Existen varias opciones como poder volver a ver la clase…es un reto acomodarse y tener la misma eficiencia a como lo hacíamos en las clases presenciales”, declaró.
En cuanto a los problemas de este modelo virtual refirió que son pocos como una conexión inestable a internet, pero consideró que son cosas que escapan de las manos del docente y de los alumnos.
“Me gusta el área virtual ya que podemos retroceder después de la clase en vivo y ver temas exactos que no entendemos”, añadió.
Sin embargo -dijo- que extraña el aula de clases y la interacción con los maestros y compañeros de salón.
Difícil adaptación
De su lado, Tatiana García, estudiante de la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), aceptó que ha sido difícil adaptarse a esta nueva modalidad ya que nunca antes había recibido clases en modalidad virtual.
Compartió que uno de sus principales problemas es que su computadora laptop esta averiada y cuando debe utilizar programas como Word y Excel se ven obligada a pedir prestado el ordenador a su hermano.
No obstante, subrayó que en esta modalidad virtual ha desarrollado más su hábito de lectura.
Lamentó que no todos los docentes son amigables con la tecnología y eso puede llegar a dificultar algunas materias.
Reflexionó que en nuestro país existe la deficiencia para sobrellevar la modalidad de clase virtual.
Arguyó que parte de esa deficiencia obedece a que no todos los estudiantes cuentan con una conexión estable a internet y las herramientas tecnológicas como computadora y celular de primera gama.
Sobre lo que extraña coincidió que la interacción entre compañero y con el mismo docente.
La mejor alternativa
Para Katerine Ordóñez, estudiante de la carrera de Pedagogía en Orientación Educativa de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), las clases virtuales son la mejor alternativa para no sentir perdida académica.
También destacó que bajo esta modalidad que se ha ahorrado en transporte, dinero que se puede invertir en otras cosas como el internet.
En ese sentido, razonó que muchos de los estudiantes, tal vez la mayoría, son del casco rural y con este método ahorran los costos de transporte.
Sobre la problemática enfatizó que muchos docentes han cargado a los estudiantes con excesos de tareas.
Concluyó que su carrera es práctica y la modalidad presencial no ayuda más que a recibir la parte teórica, razón por la que es del criterio que sí baja la calidad educativa con el sistema virtual.
En cuanto a lo que extraña, resumió que la socialización y las actividades extracurriculares ya que esto añade valor al aprendizaje.