Madrid.- España se enfrenta el 26 de junio a la posibilidad de un triunfo electoral de una coalición de izquierda radical que ponga fin a un gobierno de derechas del Partido Popular (PP), acorralado por escándalos de corrupción.
La coalición Unidos Podemos (UP), formada por el nuevo partido populista pro chavista llamado Podemos e Izquierda Unida (comunista), ha superado ya en segundo lugar al tradicional Partido Socialista Obrero Español (PSOE), según las encuestas, mientras que el PP mantiene el liderazgo a duras penas.
Podemos no tiene ni dos años de formado y en su formación inicial, tuvo la financiación de Hugo Chávez, el fallecido líder venezolano, y sus jóvenes líderes fueron asesores de su gobierno, así como el del presidente Nicolás Maduro.
Tan fulgurante ha sido el ascenso de Podemos en España que sus grupos afines ya controlan las alcaldías de Madrid, Barcelona, Cádiz y Valencia.
De izquierda a derecha, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez; el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias; los periodistas de Atresmedia Vicente Vallés y Ana Pastor; el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera;, y la vicepresidenta del Gobierno y candidata por Madrid al Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría (d),. EFE
Las elecciones generales del 26 de junio posiblemente no resuelvan nada de la encrucijada electoral en que encuentra España ya que ningún partido va a sacar la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar.
El derechista PP podría lograr, según las encuestas, casi un 30 por ciento de los votos y aún con el apoyo de Ciudadanos (centro), no lograría la mayoría parlamentaria, salvo que el PSOE se abstuviera para permitir un gobierno efímero e inestable de derecha-centro.
El ascenso imparable de la coalición Unidos Podemos, después de haber superado al PSOE, amenaza con un triunfo electoral si logra, como viene buscando, el apoyo de los socialistas para formar un “gobierno progresista”, que como ya ha anunciado, su prioridad será derogar las leyes aprobadas por el gobierno de Mariano Rajoy, líder del PP.
El presidente del PP, Mariano Rajoy preside la reunión del Comité Ejecutivo Nacional de su partido. EFE/Archivo
La posibilidad, no tan remota, de que el próximo presidente del gobierno español sea Pablo Iglesias, el joven líder izquierdista de Podemos y ex asesor chavista, tiene asustada a la clase media española, no solo por su extravagante coleta ni por no usar nunca una corbata o una chaqueta.
Iglesias, ex profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, debe su fulminante ascenso a sus apariciones en la televisión, especialmente en el canal La Sexta, que lo ha lanzado a la fama a nivel nacional en menos de un año.
Las ideas populistas y de izquierda de Iglesias han encontrado buena acogida entre los jóvenes españoles, y mayores de la clase trabajadora, asqueados de los continuos escándalos de corrupción en el gobierno de Rajoy, así como en los gobiernos autónomos donde gobierna el PSOE, especialmente en Andalucía.
A esto se añade el descontento general por la mala situación económica y social, con un 20 por ciento de paro y de un 40 por ciento entre los jóvenes.
En un reciente debate electoral entre los líderes de los cuatro partidos, Rajoy a duras penas pudo defenderse de los recortes que tuvo que aplicar desde hace cuatro años al recordar que heredó del socialista José Luis Rodríguez Zapatero una España en quiebra a punto de necesitar un rescate financiero de la Unión Europea.
Albert Rivera, el joven líder de Ciudadanos le recordó a Rajoy, en ese mismo debate, que España necesita una regeneración política y le vino a decir, prácticamente, que se hiciera a un lado para que surja otro líder del PP.
Rivera también le recriminó a Iglesias que deje de pregonar que no han pedido créditos a los bancos para su campaña electoral, “ya que han recibido unos siete millones de dólares de Venezuela”, lo que negó el indignado líder populista.
Estas serán las segundas elecciones generales en menos de siete meses en España y es posible que nada vayan a resolver en la incierta situación política en este país.
Por ahora, lo único visible y fácil de percibir, es el fulgurante ascenso de la extrema izquierda.
