Barcelona, (España) – Los españoles acuden el 10 de noviembre a unas elecciones generales que, posiblemente, no ayuden a disipar la actual inestabilidad política.
Cataluña es la razón
Los recientes disturbios en protesta por las condenas del Tribunal Supremo de 12 líderes independistas catalanes y las diferentes reacciones a esas sentencias han dado un vuelco a las previsiones electorales.
El socialista Pedro Sánchez, el Jefe de Gobierno en funciones, había fijado estas elecciones (las segundas este año) para lograr una mayoría parlamentaria y no verse condicionado por el apoyo de Podemos (extrema izquierda) y los independistas catalanes.
El tiro le puede salir por la culata a Sánchez
Las últimas encuestas indican un estancamiento de la ligera ventaja del partido socialista PSOE, una importante remontada del Partido Popular (PP) de derechas y el hundimiento de Ciudadanos (centro) y Podemos.
Y sobre todo un ascenso del partido VOX, de extrema derecha, que puede ser decisivo, con su voto, en una posible alianza entre el PP y Ciudadanos para desbancar a Sánchez del poder.
En pocas palabras, el “triunfo arrollador” que esperaban los socialistas no está asegurado y el 10 de noviembre puede haber sorpresas.
Un simple recorrido por las principales calles de Barcelona, que ya no es lo que fue antes y mucho menos cuando fue la sede de las Olimpiadas de 1992, lo dice todo.
Todavía quedan restos de los destrozos causados por los radicales independistas en sus violentas batallas con los “Mossos” (policía autonómica) y la policía nacional.
Barcelona fue un campo de batalla como nunca se había visto en una gran ciudad europea.
Y en las ventanas de los edificios ondean más “esteladas” (la bandera catalana) y casi a escondidas, banderas de España.
Y eso, que Cataluña es España. Pero un 49 por ciento quiere la independencia y son los que controlan las actividades políticas de ésta región del noreste de España. Y, sobre todo, la calle.
Pues bien, lo que pasó en estas calles y su repercusión, va a tener una gran influencia política y decisiva en las próximas elecciones.
A Pedro Sánchez, la oposición y la prensa, le critican no hacer nada para frenar esa violencia callejera y de no haber impuesto el Artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía catalana y gobernar esa región desde Madrid.
Esa misma prensa alega que con esa inoperancia, Sánchez no ha querido “molestar” a los partidos independistas catalanes, cuyos votos parlamentarios podría volver a necesitar en el congreso.
Esta táctica electoralista de Sánchez ha caído muy mal en amplios sectores de la población que ahora quieren votar por los partidos que piden “mano dura” con los independentistas catalanes, como el PP y VOX.
Y si van a cortar cabezas, según VOX, el primero debería ser el “President” del gobierno autónomo de Cataluña (”Generalitat”), el acérrimo independista Quim Torra, que pide a los radicales que sigan “presionando”. Y que, hasta ahora, no ha condenado la violencia callejera.